Nueva Zelanda es de aquellos países que todo aventurero quiere hoy en día conocer. No sé si estará de moda, si los paisajes serán de otro mundo o si la gente será particularmente entretenida… la cosa es que un número no menor de amigos ha decidido aventurarse por estos distantes parajes, para volver maravillados o de frentón para no volver. Al parecer estas “working Holiday VISA” han tenido un éxito rotundo entre los jóvenes. Y no es para menos, permiten trabajar con sueldos no imaginables en otros países, y gracias a eso, viajar. Una estrategia bastante inteligente al momento de difundir el turismo y hacer recircular el dinero dentro del mismo país.
Nueva Zelanda o también conocida como Aotearoa, “tierra de la gran nube blanca” en maorí, está habitada por apenas 4.5 millones de habitantes, de los cuales la mayoría vive en Auckland, a pesar de que la capital es Wellington, también ubicada en la isla norte. La minoría étnica más numerosa son los Maorí, los cuales son conocidos internacionalmente gracias a su famoso grito de guerra “Haka”, teniendo una importantísima influencia cultural en el país.
Estas dos islas ubicadas al Este de Australia, en el mar de Tasmania, se encuentran ni más ni menos que sobre el “Cinturón de fuego del Pacífico”, en un entramado de volcanes terrestres y submarinos, siendo la isla norte la más volcánica de ambas, lo cual se refleja claramente en su geografía accidentada. Montañas, volcanes, tupidos bosques, cavernas, lagos, ríos y playas paradisíacas serán los resultados de los caprichos geotérmicos que han modelado a estas fenomenales tierras, lo cual sumado al clima templado y abundante lluvia, hacen que el verde abunde por doquier.
Bienvenidos a Nueva Zelanda, tierra de volcanes, bosques, cavernas, kiwis, gusanos luminosos y mucho mucho más!!!
“Dentro de veinte años, estarás más decepcionado de las cosas que no hiciste que de las que hiciste. Así que desata amarras y navega alejándote de los puertos conocidos. Aprovecha los vientos alisios en tus velas. Explora. Sueña. Descubre”.
Mark Twain, 1835 – 1910
NUEVA ZELANDA – ISLA NORTE
“An unexpected journey”
Tabla de contenidos
DATOS ÚTILES PREVIO A VIAJAR
SOBRE MOVERSE
- Nakedbus.com, Manabus.com o Intercity.co.nz son las principales agencias de buses. Los pasajes se compran por internet y existen packs para viajeros.
- En general los buses no viajan de noche, salvo algunos tramos en particular.
- La mayoría de los buses tienen WIFI y algunos hasta enchufes y USB.
- Antes de comprar cualquier pasaje, deben visitar WhyNotWander.co.nz. No sé cómo funciona, pero sí que mochileros de allá lo ocuparon y les salió baratísimo.
- Hacer auto stop es fácil y seguro, sobretodo alejado de las grandes ciudades. Solo necesitan un cartel entretenido y una buena sonrisa.
- Si viajas por más tiempo, una buena opción es arrendar una mini casa rodante (o combi modificada) ya que hay lugares donde puedes estacionarte y ahorrar el alojamiento, además de que todos los tours son más baratos si vas tú al lugar, en vez de contratar el servicio completo con bus de acercamiento.
SOBRE TOURS
- Nakedbus.com no solo da servicio de buses, sino que también de tours, y los precios son considerablemente mejores! No dejen de visitar la página web antes de comprar.
- “Must” de la isla norte: Buceo en Poor Knights Island, Glow worm caves, Parques geotérmicos, Maori village, Hobbiton, Tongariro National Park.
SOBRE OTROS
- No olvidar llevar un candado para los lockers y el adaptador de enchufe.
- WIFI encuentran en casi todos los lugares gratis.
- Solo se acepta moneda nacional. $1 NZD = $500 pesos chilenos aprox.
- Usen tarjeta de crédito para sacar plata, si cambias dólares US, te sacan un ojo de la cara con la comisión (10%)
- Usen siempre tarjetas virtuales para pagar las reservas de los hostales, es más seguro y nadie puede cobrarles algo sobre lo ya pagado.
- En general es un país muy seguro, pero nunca se confíen.
- Para comer barato se debe cocinar, aunque se encuentran opciones aceptables como el Subway (Sub del día 6” $5 Nzd)
ITINERARIO
Día 1: Santiago → Auckland → Whangarei
Día 2: Whangarei → Tutukaka → Whangarei
Día 3: Whangarei → Auckland → Rotorúa
Día 4: Rotorúa: Wai-O-Tapu → Waimangu → Red Woods Park
Día 5: Rotorúa: Hobbitón → Tamaki Village
Día 6: Rotorúa → Auckland → Santiago
RELATO DEL VIAJE
DÍA 1
“¿¡Había que trasladar un paciente!?”
El título de esta bitácora –An unexpected journey– no es un capricho cualquiera. Los entendidos en el “Señor de los anillos” pensaran que hace mera alusión al libro del Hobbit, sin embargo no es solo por aquello. Figuraba terminando de operar un miércoles por la tarde noche, cuando sonó mi celular. Era el encargado de la organización de los vuelos de una empresa aero-ambulancia con quienes he trabajado en algunas oportunidades.
- Hola Camilo, ¿qué tal? Te llamo porque tenemos una escolta rumbo a Auckland.
- ¿Cómo dices?
- Tenemos que trasladar a un paciente desde Santiago hasta Auckland vía aerolínea comercial la próxima semana, ¿puedes?
- ¡Obvio! ¡Cuenta conmigo!
Ahora están contextualizados, y entienden el porqué del título de esta bitácora y lo inesperado de este viaje. La situación sin embargo, era algo más compleja para mí, a pesar de lo bien que sonaba la propuesta. En ese periodo me encontraba estudiando como loco, ya que estaba a dos semanas de rendir mi examen de grado para mi especialidad médica. No obstante, y como bien se puede concluir, hay situaciones que a uno se le presentan y que simplemente no puede rechazar. Debía por ende, optimizar al máximo el período de estudio pre y post viaje. Luego hice mis averiguaciones con la aerolínea y resultó ser que el pasaje era un ticket de los más top, con derecho a cambio sin costo alguno antes y después de la salida del vuelo… ¡guau! Qué oportunidad ¿no?. Sabía que podía cambiar mi regreso, no estaba trabajando en el hospital y solo estudiaba… ahora la pregunta del millón era ¿cuánto tiempo es razonable ausentarme antes de mi examen? Decidí que al menos debía tener un fin de semana antes de darlo (mi examen implicaba ir a operar de lunes a jueves y además de rendir un examen teórico el viernes), de seguro era tiempo más que suficiente considerando todo el tiempo que llevaba estudiando. Además llevaría mi pocket book para estudiar durante el viaje… de seguro tendría tiempo (ja ja ja).
Y así fue como todo partió. Con solo unos pocos días de anticipación, figuraba coordinando traslado del paciente, y aún más importante, haciendo cuanta averiguación podía para decidir qué haría en mi corta estadía por esas lejanas tierras. Tendría tan solo 5 días efectivos, y hasta ahora solo sabía que quería bucear. Conversé con varios amigos/as que conocían el país y finalmente tuve un bosquejo, que no tardé en llevar a un itinerario estricto de viaje, digno de tour musical. Eran tan pocos días y tantas las cosas que quería ver, que perder un solo bus haría que dejase de conocer todo un lugar, por lo que esta vez no habría muchas posibilidades de flexibilidad: primero iría al norte rumbo a Whangarei para bucear y después me dirigiría a Rotorúa a conocer las maravillas volcánicas que escondía la ciudad.
Y llegó el famoso día, pillándome a última hora con todo (la confirmación de vuelo solo la podía tener el mismo día). Eran las 19:50 y aún figuraba haciendo compras de último minuto en el mall sport, 20:10 comprando pasajes de bus y reservando hostales, 20:20 corriendo a la ducha y 20:27 saliendo rumbo a la clínica en la cual debía estar a las 20:30!! Mas todo salió según lo previsto. Dejaré las latas de los detalles médicos para mis colegas y resumiré que todo salió según lo planeado, no sin antes mencionar eso sí, lo increíble que es el salón VIP del business, lo agradable que es volar en primera de un dreamliner y lo importante que te hace sentir ir de médico en el avión jajaja. Vestidos con las chaquetas de la empresa, con los maletines médicos, y el paciente llevado por un agente de la aerolínea, nos saltamos cuanta fila podía existir, todo ello supervisado por miradas curiosas y -pienso- un tanto envidiosas. La recepción en el avión no dejó de ser similar, con una azafata preferencial un tanto nerviosa, y toda la comodidad y atención que se te puede ofrecer.
Llegamos al North Shore Hospital a las 06:30 am, donde se supone que debían estar esperándonos. Pues adivinen, si en algo se parecen los hospitales de allá a los Chilenos, es en la poca organización, todo el resto es más bien como una clínica top de Santiago. Una vez sorteado los problemas de la entrega y presentado el paciente al médico de turno, agarramos nuestras maletas (olvidé contarles que también viajaba junto a Manuel, un enfermero) y volamos a tomar el taxi que nos llevaría a nuestro lujoso hotel, todo obviamente auspiciado por la aseguradora. Cuando llegamos mis dos primeras impresiones fueron, “csm el taxi caro!” (60 dólares por 15 minutos de trayecto) y “broma que este es nuestro hotel”! (era el antiguo Hyatt). Pasada la impresión inicial, entramos acompañados del botones hasta el mesón, donde nos indicaron nuestras habitaciones y las características del hotel. Luego de dejar las maletas y comer un enorme desayuno neozelandés, partí junto a mi compañero a recorrer la ciudad.
El Hotel se encontraba en pleno centro de la ciudad, por lo que en menos de 10 minutos estábamos en Queen St, la calle principal donde cambié algo de dólares americanos con una horrorosa comisión del 10%. Sabía ya de antemano, que este sería un viaje caro, pero no estaba preparado para los altos costos -aún más que Europa- de esta ciudad primer mundista. Recorrimos un poco esta calle principal, que sorprendentemente tenía una calma impresionante, inimaginable para una avenida de Santiago, y nos dirigimos rumbo al ícono más reconocible de todo Auckland, la famosa Sky Tower. Esta es una torre de telecomunicaciones que fue construida en el 2009, y que es famosa por la increíble vista de Auckland que tiene desde su sus miradores, donde además se puede cenar y hacer skyjump desde una altura de 192 metros. Nosotros sin embargo solo la fotografiamos, ya que el tiempo escaseaba, sin embargo de seguro es todo un panorama en la ciudad, y un lugar al cual de seguro pretendo volver.
Nos dirigíamos rumbo al puerto, ya que muchos me habían comentado que el sector era muy lindo y valía la pena cruzar a la isla Rangitoto, uno de los 48 conos volcánicos de Auckland, y el más emblemático de todos, por su perfecta forma cónica simétrica y por encontrarse justo frente a la costa de la ciudad, haciendo muy fácil cruzar en ferry para hacer este trekking por el bosque más grande del mundo de árboles pohutakawa. La suerte no estaba de nuestro lado eso sí, ya que había una maratón en la isla y estaban cancelados los ferry hasta pasado las 12 am. A cambio, nos ofrecieron la opción de cruzar a Devenport, que si bien no es una isla, si no que una península ubicada frente al centro de Auckland, tiene un pequeño monte –Victoria mt. – desde donde se tiene una bella vista de la ciudad, de Rangitoto y de la playa que da hacia este, donde se suele ver varias velas de kitesurf danzando por los vientos.
Cuando volvimos a Auckland, terminamos de recorrer el puerto, que es bastante bello, y luego fuimos a dar algunas vueltas por los alrededores. Me llamó mucho la atención lo perfecto de todo, el orden y la tranquilidad de la ciudad. Realmente es un lugar donde dan ganas de vivir, y sólamente estando uno acá, entiende el porqué este país tiene una de las mejores calidades de vida del mundo. Las calles eran impecables, con transporte público de lo más eficiente, un bus turístico gratuito con forma de tiburón (lamentablemente no alcancé a tomarle foto), plazas gigantescas con juegos para los niños, parques y grandes áreas verdes inmersas dentro de la ciudad y zonas de descanso/almuerzo para que la gente pudiese salir a relajarse a cualquier hora del día. Si bien, Auckland para mi turísticamente no fue muy interesante, solo recorrer las calles y conocer una ciudad tan distinta a lo que uno está acostumbrado ver -incluso en países top del mundo- vale la pena por sí mismo.
Volví a mi hotel a dejar los abastecimientos de comida que compré en el supermercado, ordenar mi mochila y darme una ducha antes de salir a tomar el bus rumbo a Whangarei, sin embargo, había llegado un rato antes de lo pronosticado, por lo que no perdí la oportunidad de escaparme unos minutitos al spa a relajarme antes de comenzar mi verdadero viaje. Cuando hice el check-out, la recepcionista no entendía por qué abandonaba el hotel a pocas horas de haber llegado y quiso saber si había algo que no me hubiese gustado. Entre risas por el desconcierto de ella, solo me limité a decir “me voy de viaje”.
Mi bus de la empresa Nakedbus, me esperaba frente al puerto. Era un moderno bus rojo de dos pisos, con wifi, enchufes y hasta mesas de trabajo grupal. Cansado por el viaje y el jet lag, puse mi despertador poco antes de la hora estimada de llegada y minutos después ya había caído rendido en los brazos de Morfeo. De cuanto en cuanto, despertaba por alguna parada y chequeaba la hora para ver que no me hubiese pasado. Por algún motivo me desperté y nuevamente miré la hora, faltaban aún 30 minutos para llegar, sin embargo al mirar por la ventana me encontré justo frente mío el cartel de la parada que decía “Whangarei”… asustado agarré mis cosas y salí volando del bus. No sabía si era efectivamente mi parada, si ya la había pasado o si sería la próxima, pero bajé de todas formas. Después de consultarlo con el chofer, caí en la cuenta que mi parada era la siguiente, sin embargo el susto no estuvo demás, ya que por algún motivo mi celular no sonó y además íbamos adelantados en el horario de llegada.
Whangarei es pequeño y mi parada además era en la periferia, por lo que no demoré nada en salir del pueblo y comenzar a caminar por calles campestres en la total oscuridad. Mi mapa de referencia no mostraba muy lejano el hostal, mas una vez estuve ahí y partí caminando, me di cuenta que sería un largo viaje (5km). No llevaba mucho rato cuando vi una señora en la puerta de su casa, a quien decidí consultar si iba en la dirección correcta. Debe haber tenido unos 70 años y se llamaba Honey, un encanto de señora con quien entablé una animada conversación por unos minutos tras preguntarme qué hacía por aquellos lados. Debo haberle caído bien o quizá sintió lastima al verme con esa gran mochila y saber cuánto me esperaba aún por caminar. Fuese cual fuese el motivo, entró a su casa y fue en busca de su marido para pedirle que me llevase a mi hostal. Un poco sorprendido les di las gracias, realmente agradecido, más por el gesto que por el hecho mismo de ahorrarme la caminata, ya que no es algo que uno esté habituado. El hostal estaba bastante más lejos de lo que yo había pensado, y realmente quedaba a las afueras del pueblo. Eran varias cabañas que además tenían piscina, un hot tub y una agradable sala de estar común. Tras registrarme y pagar, comí algo y luego caí rendido en mi cama hasta el día siguiente.
Datos de utilidad
- Traslado Auckland a Whangarei: Vía NakedBus o Intercity. Aproximadamente $30 NZD
- Otros atractivos: Waiheke island, Rangitoto Island, Sky Tower
DÍA 2
“Jacques Cousteau”
Cuando supe que volaría a Nueva Zelanda, solo una cosa pasó por mi cabeza, “debes bucear allá!!”. No importaba cuantos días estuviese, mi estadía se acomodaría a esa única misión que tenía en mente. Y es que no todos los días uno se encuentra en un país donde el mismísimo Jacques Cousteau, si! ese famoso oficial naval, buzo y cinematógrafo submarino, ha calificado dentro de los top ten mundiales a uno de sus sitios de buceo. Poor Knights Islands se posicionaba como el mejor y más concurrido spot submarino del país, estando a solo unas horas de Auckland, por lo que no podía perder esa gran oportunidad.
A las 07:45 am pasó por mi Chris, el chofer de la van que hace los viajes desde Whangarei a Tutukaka, y junto a una chica de algún país que no recuerdo, comenzamos el viaje de +- 45 minutos hacia la costa, por un camino serpenteante entre bosques, prados verdes, vacas y neblina.
Nos recibió Cameron, el encargado del buceo de ese día, quien nos hizo firmar un disclosure de responsabilidad y luego nos invitó a entrar para pagar y recibir nuestro equipo. Gracias a que no estábamos en temporada alta, el grupo de buzos sería pequeño, 4 para ser exactos. Nos mandarían en el barco grande junto con todos aquellos que iban de paseo o a snorkelear, ya que en el barco pequeño iría un grupo de buzos a hacer instrucciones, lo cual sería bastante más agradable, ya que este tenía amplios espacios, mesas, un segundo piso y se movería menos. Tras verificar que todos estuviésemos abordo y dar algunas explicaciones generales, zarpamos del puerto y nos dirigimos a nuestro destino, las Poor Knights Islands, ubicadas a 23 kilómetros de la costa y a poco más de 1 hora de navegación. Son dos islas principales, rodeadas de pequeños islotes, siendo todo este sector una reserva ecológica.
Hicimos el briefing previo al buceo, donde se nos indicó que haríamos dos inmersiones en sitios diferentes, el tipo de vida marina y las condiciones del mar (el agua en esta época del año ya estaba helada por lo que deberíamos ocupar trajes gruesos de 7 mm… 24 grados jajaja, casi se mueren cuando les dije que yo buceaba a 11ºC). Yo haría pareja con Thomas, un tipo que trabajaba como instructor de buceo recorriendo el mundo (aunque ahora bucearía de turista), y la chica que venía conmigo en la van sería pareja de un “pelao”. Revisamos nuestro equipo, saltamos al agua y comenzó el descenso llegando a aproximadamente 24 metros. Debo aceptar que esperaba una visibilidad un tanto mejor y colores más llamativos de entrada, mas mi punto de comparación eran la visibilidad de casi 50 metros en isla de pascua con un mar perfecto, y los mil colores de las aguas de Tailandia. Sin embargo, tengo claro que un buceo no es solo eso y a medida que fuimos indagando entre las algas y las rocas de las paredes, fuimos encontrando varias sorpresas. Probablemente los grandes exponentes del lugar eran; el famoso pez escorpión, un tipo rudo e indiferente, con forma de roca, que se mimetiza perfectamente con el fondo marino y que hace caso omiso a tu presencia; y los bellos nudibranquios, un tipo de molusco de no más de 5 cms., con múltiples vivos colores y peculiares formas. Vi también algunos cardúmenes de peces rosados –Pink Maomao– y otro gigantesco de pequeños peces azules con amarillo que se movían perfectamente al unísono –Koheru-. Los Lord howe coralfish también llamaron mi atención, ya que eran unos peces negros con amarillos que vivían en pareja de por vida, y que los vi haciendo círculos y piruetas juntos.
Salimos del agua junto a Thomas y Cameron a los 60 minutos (la otra pareja había agotado su aire a los 40 minutos aproximadamente) y subimos al barco, donde nos esperaba un reponedor chocolate caliente y un snack de almuerzo. Mientras todos comían algo y se relajaban, el barco izó ancla y comenzó a rodear la isla rumbo a la segunda parada. Ésta era un arco de roca de más o menos unos 15 metros de altura, en cuyas aguas se encontraban algunas pequeñas cuevas y se solían ver rayas con frecuencia.
Saltamos por segunda vez, bajando a unos 20 metros. La vida y los alrededores eran bastante similares, con abundantes peces escorpiones y nudibranquios. Tuve la suerte también de ver una pequeña raya de cola corta nadando muy cerca de mí y 4 morenas mosaico. También entramos a la llamada “frog cave”, donde alguien hace muchos años atrás dejó en su entrada una estatua de unos 40 cms. de una rana, a lo que debe su nombre. Acá se formaban cápsulas de aire en su techo, donde subimos y pudimos sacarnos a 20 metros de profundidad las máscaras y reguladores… y a pesar de que el aire respirado no dejaba de sentirse bastante enrarecido, estar ahí fue una experiencia bastante entretenida.
El regreso al puerto fue más rápido y considerablemente menos agitado que la ida, y me fui tranquilo durmiendo güata al sol, con la convicción de haber tomado la mejor decisión de todas respecto a haber buceado en dicho lugar. Tras la llegada al centro e intercambio de contactos y algunas fotografías con mi partner Thomas, me subí a la van de Chris y partimos rumbo al hostal en Whangarei. A Chris le gustaba conversar y era un guía innato, por lo que el viaje fue bastante animado y productivo. Aprendí que la famosa hoja de los All Blacks es un helecho plateado, endémico de la zona y emblema del país, y que las “glow worm caves” no solamente se encontraban cerca de Rotorúa, sino que en múltiples lugares, siendo uno de ellos el mismísimo Whangarei, donde además su acceso era gratis. Por eso, cuando llegué, lo primero que hice fue dejar mis cosas y buscar un mapa para ver cómo ir a las increíbles cavernas. Eran aproximadamente 5 kilómetros de caminata desde el hostal hasta las Abbey Caves, por sendero de trekking y algo de camino vehicular, por lo que si me apuraba, quizá alcanzaba a volver antes de que se oscureciese por completo. Antes de partir eso sí, pasé por mi pieza a buscar algunas cosas esenciales, como linterna, mi cámara de fotos y una bolsa seca por si las moscas. Una alemana que estaba ahí me vio preparando todo y tras preguntarme dónde iba, me contó que había estado ahí hace un par de días y que había terminado bastante mojada… lamenté después por mi prisa, no haber sido un poco más inquisitivo en este punto.
El camino más corto para llegar a las cavernas sin auto, era ingresar por el trekking de las Whangarei Waterfalls, ubicado a no más de 300 metros del hostal mismo. Como el tiempo escaseaba, me fui trotando la mayor parte del camino, sin darle mucha importancia a las cascadas y lamentando un poco no poder disfrutar el bello sendero que iba bajo un denso bosque y paralelo al Hatea river. Unos 2 kilómetros más allá me esperaba el AH Reed Kauri Park, un precioso bosque de gigantescos árboles Kauri -uno de los más poderosos del mundo- que era recorrido por pasarelas de madera en altura, sin embargo, una vez más tuve que priorizar mi tiempo y seguir adelante. Cuando llegué al camino vehicular, aún me faltaba más de la mitad por recorrer, por lo que no dude hacer dedo apenas pasase un auto, lo que ocurrió 30 segundos después. Sorprendentemente el tipo me llevó a la puerta de las cavernas, a pesar de que eso lo desviaba unos dos kilómetros de su camino y sin siquiera habérselo pedido. Las Abbey Caves eran completamente gratis y uno podía ingresar a cualquier hora del día. En su entrada, un gran cartel anunciaba la presencia de 3 cavernas a las cuales se debía ingresar con linterna y casco, haciendo notar que en periodos de lluvia estas podían inundarse y sobrepasar fácilmente la cadera de un hombre adulto… ahora entendía exactamente a qué se refería mi roommate alemana! Caminé hasta llegar a lo que creía que era la primera caverna, un gran agujero del cual salía un riachuelo y que para entrar había que desescalar unas rocas nada fáciles para alguien común y corriente. No avancé más de 20 metros y me di cuenta que mis zapatillas estaban demás, ya que el suelo lo cubría el riachuelo por completo. Me puse las chalas y seguí avanzando por una caverna de unos 5 metros de altura, llena de estalactitas y recovecos, mas aún no había pistas de los famosos glow worms. La oscuridad era total, y de cuanto en cuanto apagaba la frontal para disfrutar la tranquilidad de la oscuridad total y el sonido del agua, recordándome un lugar muy similar –Actun Tunichil Muknal caves, Belice- en el cual había estado unos años atrás. La tranquilidad y soledad (solo me crucé con dos personas en el sentido contrario) llegaba a ser espeluznante y mentalmente disfrutaba la tortura de pensar que afuera se pondría a llover estrepitosamente y la cueva se inundaría por completo. Ya empezaban a aparecer los primeros puntos brillantes colgados del techo y pegados a las paredes. Eran unos pequeños gusanillos de no más de 5 cms con la punta de su cola de un azul intenso y luminiscente. Podría haberme quedado horas con la luz apagada disfrutando ese particular cielo estrellado que desde hace años figuraba en mi bucket list.
Llevaba ya un buen rato caminando por la caverna y había tenido que cruzar angostos pasadizos, techos tan bajos que casi requerían avanzar con las rodillas y zonas tan profundas que el agua me sobrepasaba la cintura, obligándome a guardar mi traje de baño dentro de mi mochila y remangarme la polera para evitar mojar la poca ropa que llevaba conmigo en el viaje. Cuando llegué a una zona un poco más abierta y menos profunda, apagué la luz y observé a mi alrededor, este sería el sitio de fotografías. Acomodé mis cosas, monté la cámara sobre el trípode en el agua y me puse a disparar. Podría haber estado tomando fotos horas y horas, pero se hacía tarde y adelante la profundidad del agua implicaba nadar, por lo que decidí regresar, a pesar de no haber llegado hasta el final.
Para cuando salí de la caverna, el sol ya se había escondido y estaba pronto a oscurecer, por lo que decidí que las otras dos cavernas quedarían pendientes para una segunda oportunidad. Me sequé un poco y reordené mis cosas antes de comenzar mi regreso al hostal. Esta vez la suerte no estuvo tanto de mi lado y ningún auto pasó, además de que a mitad de camino se puso a llover baldes de agua sobre la cabeza. El camino de regreso a través del bosque lo hice completamente oscuro y solitario, lo que no dejaba de darle su mística. Cuando llegué al hostal no era tan tarde y aún estaba abierto el hot tub, dejándome terminar mi largo día de aventuras en el relajo del agua caliente mientras afuera llovía.
Datos de utilidad
- Traslado Whangarei – Tutukaka
⇒ Hay un único servicio de traslado que coordina el viaje junto con la empresa de buceo. Tiene un costo $40 NZD y te retiran 07:30/16:30. (coastalcommuter.co.nz / chrisjbarber@ihug.co.nz) - Buceo en Poor Knight Islands
⇒ Diving.co.nz: 2 buceos + lunch $279 NZD y requiere reservar cupos con anterioridad. - Alojamiento
⇒ YHA Whangarei Falls Backpackers: Ubicado a 5 kms del downtown, a metros del camino a las cascadas y Abbey caves. $28 NZD pieza 10 camas.
⇒ Existe locomoción (bus) desde el paradero de los buses interurbanos hasta el hostal, cuesta $3 NZD www.citylinkwhangarei.co.nz
DÍA 3
“Rumbo al mundo volcánico”
Advierto inmediatamente que no esperen de este día tanta aventura como el día previo. Este sería un largo viaje rumbo a Rotorúa, a unas 4 horas de Auckland. Mi bus salía a las 9 am desde el centro de Whangarei, por lo que para evitar la larga caminata de 5 km., opté por tomar el bus local en un paradero cercano. Cuando pienso en bus local, probablemente lo primero que se me viene a la mente, es esa micro vieja y destartalada que me lleva al centro de Algarrobo, nada cercano al bus que se detuvo a recibirme, moderno e impecable, con un conductor inmaculadamente vestido y amable. El bus de NakedBus me recogió en el centro del pueblo y en 3 horas estábamos en Auckland, donde hicimos una parada de unos 20 minutos y seguimos al Sur.
Rotorúa es un pueblo de unos 60.000 habitantes, ubicado en un área volcánica repleta de zonas geotérmicas, con barro burbujeante y termas, incluso dentro de la misma ciudad. El bus paró en el I-Site, centro de información turística y de venta de tickets (los más caros por lejos), desde donde caminé a mis hostal ubicado a no más de 5 minutos. El lugar, llamado Rock Solid Backpackers, se encontraba junto a un centro indoor de escalada y tenía vista desde el área común hacia el muro, y descuentos en caso de querer ocuparlo ($6 NZD Boulder y $12 NZD muro, ambos con equipo). Sobre el sitio, nada malo que decir, lejos el mejor que he estado en todos mis viajes, con buenísima seguridad, lockers gigantescos, baños y piezas impecables, cocina amplia con varios refrigeradores y encimeras, mesa de pool, playstation, películas y una zona de chill out buenísima.
Una vez instalado en el lugar, comencé el paseo de la organización. Tenía en mente al menos 2 cosas, el Wai-O-Tapu Park y el Waimangu Park, ambos geotérmicos. Hobbiton, también ubicado en los alrededores, si bien me tincaba, no era una de las prioridades porque no me consideraba un mega fan del Señor de los Anillos y no estaba seguro que valiese los casi $120 NZD que cobraban. Otro lugar en mente era el Tamaki village, una aldea ficticia maorí, donde te explicaban la cultura y que varios me lo habían recomendado como un “must”. Después de asesorarme un poco con el recepcionista del hostal, fui en busca de los mejores precios y opté por tomar un pack de ambos parques geotérmicos el día siguiente, a lo cual le seguiría un tour gratis por la ciudad que me dejaría finalmente en Redwoods o también conocido como Whakarewarewa Forest, un parque de gigantescos árboles que me había recomendado muchísimo mi amiga Camila del Río. El segundo día haría Hobbiton y Tamaki village. Ya con esto arreglado fui a pasear un rato por la ciudad y comprar algo para preparar en el hostal.
Datos de utilidad
- Traslado Whangarei – Rotorúa
⇒ Vía Auckland por NakedBus o Intercity. $50 NZD - Contratar tours
⇒ I-site (centro informaciones) siempre será lo más caro. Consultar primero en los hostales y agencias. - Alojamiento
⇒ Rock Solid Backpackers: Mejor hostal que he estado, ubicado en el centro y con muro de escalada a precio rebajado. $25 NZD pieza 6 camas.
⇒ Crash Palace: Otra excelente opción según hostal.com $22 NZD pieza 6 camas.
DÍA 4
“La puerta al infierno”
El bus pasó por nosotros a las 9 am y nos llevó a las afueras de la ciudad en un viaje de 40 minutos, dejándonos en el parque Wai-O-Tapu. Lo primero que hicimos fue pasar a ver un sector de barro gris burbujeante sin mucha emoción ni atractivo escénico, para luego dirigirnos al Lady Knox Geyser. Este es un pequeño volcán de 1 metro de altura y de color blanco, rodeado de cientos de personas esperando que escupiera agua hirviendo al cielo. Me senté a la espera, sin embargo, no pasaba nada. Cuando ya creía que me iría de allí sin verlo, un encargado del parque se acercó al geiser y comenzó a explicar la historia de este, y como se había logrado diseñar un catalizador para lograr hacerlo estallar de forma controlada y que todos pudiésemos verlo… un poco decepcionado, esperé que el catalizador hiciese su efecto para ver unos minutos después como salía disparado un chorro de agua hirviente y burbujeante, que fácilmente alcanzaba los 15 metros de altura.
Después del barro y el geiser, uno llega finalmente a lo que vino, el parque mismo. Este cuenta con 3 circuitos conectados, que para completarlos se requiere de 1:15 horas. El circuito apenas recorre un sector del área geotérmica, ya que esta es enorme. Es precioso el lugar, con barro burbujeante por todos lados, profundas grietas y cráteres donde ha colapsado el terreno por las hirvientes napas subterráneas, olor a huevo a la orden y lagunas de colores que son realmente inimaginables. Mis favoritas por lejos fueron la “Artist’s Palette”, una gran laguna evaporante con bordes circinados de color naranjo, y la “Devil’s Bath”, una laguna formada en algo así como un cráter, y del color más increíble que alguna vez he visto en una… ¡un verde amarillo fosforescente! Para quienes se preguntan por qué los colores, estos se deben a la gran cantidad de minerales acumulados. El naranjo es por antimonio, morado por óxido magnesio, blanco por sílice, amarillo por sulfuro y el rojo-café por óxido de hierro.
Después de correr para alcanzar a fotografiar lugares dignos de postal, volví al bus para ir a Waimangu Park, ubicado relativamente cerca. Este fue formado por la erupción del Mt. Tarawera en 1886, y es el más recientemente formado del país. Aquí se puede ver el hot spring más grande del mundo, Frying Pan Lake, con una superficie de 38.000 m2 y una temperatura aproximada de 55ºC. Otro de los lugares hermosos de este parque, es el Inferno Crater, aparentemente el géiser más grande del mundo, aunque no se aprecia realmente porque está en la profundidad de la laguna que llena el cráter, de un increíble color azul turquesa. Los esteros llevan agua hirviente y burbujeante, formando terrazas de colores por doquier por el depósito de los abundantes minerales que transporta el agua. Luego de 2 horas de caminata, llegué al final del circuito, ubicado en las orillas del lago Rotomahana, donde te recoge un mini bus que te lleva hasta la entrada.
El bus paraba en el I-site nuevamente, donde la mayoría de la gente bajó y se fue. Yo y otros 3 personajes en cambio, optamos por quedarnos y hacer el Snap shot, un tour gratis por comprar el pack anterior. El chofer era extremadamente simpático y sociable, aunque la verdad es que con su acento, le entendía con suerte la mitad de lo que me decía, por lo que solo me limitaba a sonreír y mover la cabeza jajaja. Nos llevó a unas termas naturales que quedaban dentro de la misma ciudad, paseamos por el Lake Front, conocimos el museo de Rotorúa desde afuera, y finalmente nos dirigimos al Redwoods, donde me bajaría a recorrer.
Junto conmigo, se bajó también un gringo llamado Jason, que también andaba viajando solo y que me acompañó en mi recorrido. El parque era gigantesco y con varios senderos largos y cortos, mas el tiempo me escaseaba un poco porque debía volver antes de que cerrasen las tiendas de turismo (aún no compraba el ticket para Hobbiton porque estaba un poco en la duda), por lo que opté ir directamente a lo que iba. Estos Redwoods (Secuoya Californiana) son unos árboles increíblemente grandes y de color rojizo, que supuestamente han crecido tanto y tan rápido gracias al suelo volcánico en que están, donde fácilmente alcanzan los 30 metros de altura. El Cyan river es un bonito espectáculo por sus estáticas aguas de especial color y peculiar fondo lleno de vegetación muerta, tal como si estuviese fosilizada.
A la vuelta intentamos -sin mucho éxito- hacer autostop para que nos llevasen al centro (el último bus justo había pasado unos minutos antes), sin embargo, ya sea porque estábamos en una ciudad o porque éramos dos, tuvimos un absoluto fracaso. A cambio, caminamos la distancia hasta el downtown y luego cada uno se marchó a su hostal, yo no sin antes pasar a reservar el ticket del día siguiente. Lamentablemente cuando llegué a la oficina de Hobbiton, estaba cerrada y no pude hacer nada al respecto, ya que las otras agencias solo servían de intermediarios. Había corrido por las puras, así que decidí que me iría a descansar al hostal. Pensaba llegar al día siguiente muy temprano a comprar el ticket, sin embargo, mientras cenaba me puse a conversar con una pareja que también iban al día siguiente, y que ellos la habían comprado con un considerable descuento en internet. Intenté comprarlas a traves de NakedBus (donde mismo que ellos,) pero al estar tan cercana la fecha no me lo permitía, pero si pude hacerlo en la página oficial al precio regular. No tendría descuento, pero al menos estaba asegurado.
Datos de utilidad
Tours
⇒ Wai-O-Tapu + Waimangu $112 NZ / Tamaki Village $95 NZD / Mt. Tarawera $149 NZD / Hobbiton $98-114 NZD / Glow Worm kayak tour $130 NZD (waimarino.com)
⇒ Parque Te Puia está a la salida de Rotorúa y tiene el géiser más impresionante de todos.
DÍA 5
“An unexpected journey”
A las 8 am ya estaba en la oficina de Hobbiton esperando validar mi ticket comprado el día anterior. Junto a mi esperaba Jason, a quien había conocido en el tour del día anterior, y Natalia con su pololo, de mi hostal. Nos fuimos en un bus de la empresa hasta el movie set, ubicado a más o menos 70 kilómetros de Rotorúa, por una carretera con bellos paisajes de laderas verdes, ovejas y grandes árboles por aquí y por allá, anticipando un poco lo que se veía venir.
Debo decir que fui sin ninguna expectativa, ya que si bien disfruté muchísimo los libros y las películas, no me considero en absoluto un gran fanático. Iba más por mi tranquilidad de conciencia de no dejar de visitar un lugar típico estando ya allí en NZ, más que por necesidad de ver el movie set. Sin desmerecer lo anterior, debo decir que una vez comencé el tour, quedé maravillado con el lugar y la perfección de la creación, incluso sabiendo que todo era un montaje. Recomiendo sí o sí ver las películas antes para así poder contextualizar mejor la escenografía, aunque igual el guía va explicando cada lugar y algunos datos rosa que nadie conoce, sin embargo casi no escuche nada porque estaba bastante más entretenido quedándome al último del grupo para ver tranquilo los lugares y fotografiarlos sin personas.
Son pocas las cosas que escuché de la guía, pero recuerdo que me llamó bastante la atención saber que los militares estuvieron activamente involucrados en la creación, no solo del camino hacia el movie set, sino que de la confección del mismo y como si fuera poco, de la actuación de orcos guerreros, lo cual puedo imaginar se les hizo pan comido. Otra cosa que me llamó la atención fue que la grabación de la fiesta de cumpleaños de Bilbo duró 3 días y realmente usaron cerveza, pero solo con 1º alcohol. Una cosa deben tener clara antes de ir eso sí; no esperen entrar a la casa de Bilbo Baggins ni cualquier otra, porque son solo fachadas. La grabación del interior se realizó en Wellington. Al único lugar que si podrán entrar, es al Green Dragon, donde te estarán esperando con una cerveza o cidra exclusivamente preparada para la empresa encargada de Hobbiton, y podrán sentarse a compartir un rato antes de terminar el tour y regresar a Rotorúa, no sin antes pasar eso sí, a la infaltable tienda de productos oficiales de LOTR.
Llegué a Rotorúa y almorcé algo en un Subway de por ahí antes de volver al hostal y descansar un rato para hacer tiempo hasta las 16:00. A esas horas debía estar en las oficinas de Tamaki Village, el último tour que haría en mi viaje. Este me lo había recomendado muchísimo mi amigo José Undurraga y el recepcionista de mi hostal, porque en mi corta estadía, sería la única instancia de conocer y entender algo la cultura Maorí. Un bus te lleva desde las oficinas hasta la aldea, ubicada a las afueras de la ciudad y en el mismo camino que los parque geotérmicos, por lo que les sugiero que si quieren hacer el pack de parques más Tamaki, coordinen con ambas partes para que el bus los deje al regreso ahí y los reciban directamente sin tener que volver a la ciudad.
Camino a la aldea el chofer, maorí al igual que todo el personal que trabaja allí, eligió a uno de los pasajeros del bus para ser el representante del grupo frente al pueblo. Al llegar, los locales hicieron una ceremonia con bailes y gritos de guerra en la cual los recién llegados, representados por sus elegidos, entregaron una ofrenda de paz. Luego, en grupos más pequeños, fuimos recorriendo diferentes sectores de la aldea donde un par de maoríes nos explicaron algo en particular de su cultura, como el haka, sus tatuajes, sus juegos y tradiciones, su entrenamiento, etc. Finalmente pasamos a un show en un salón, con cantos y bailes, para terminar sentados en un gran comedor disfrutando comida típica, que básicamente es una variante del curanto chilote. Como pensamiento final del día, me di cuenta que esta es una cultura extremadamente similar a la pascuense, aunque con enfatizadas notas guerreras, y que si bien todo es ficticio, te da una clara idea del pueblo y su gente, lo que me haría recomendar este tour a mí también.
Camino a la aldea el chofer, maorí al igual que todo el personal que trabaja allí, eligió a uno de los pasajeros del bus para ser el representante del grupo frente al pueblo. Al llegar, los locales hicieron una ceremonia con bailes y gritos de guerra en la cual los recién llegados, representados por sus elegidos, entregaron una ofrenda de paz. Luego en grupos más pequeños fuimos recorriendo diferentes sectores de la aldea donde un par de maoríes nos explicaron algo en particular de su cultura, como el haka, sus tatuajes, sus juegos y tradiciones, su entrenamiento, etc. Finalmente pasamos a un show en un salón, con cantos y bailes, para terminar sentados en un gran comedor disfrutando comida típica, que básicamente es una variante del curando chilote. Como pensamiento de final del día, me di cuenta que esta es una cultura extremadamente similar a la pascuense, aunque con enfatizadas notas guerreras, y que si bien todo es ficticio, te da una clara idea del pueblo y su gente, lo que me haría recomendar este tour a mí también.
DÍA 6
“De vuelta a la realidad”
Hoy sería la despedida de este gran unexpected journey. Tomé el bus en Rotorúa temprano, ya que no logré conseguir uno que saliese después, sin el riesgo de llegar tarde al aeropuerto. El bus hacía conexión en un pueblito llamado Hamilton, a mitad de camino, donde esperé una hora antes de abordar mi nuevo bus que me dejaría directamente en el aeropuerto. Llegué a las 13:00 aproximadamente, siendo que mi vuelo despegaba recién a las 18:00, por lo que tuve suficiente tiempo de recorrer cuanta tienda encontré, hasta que finalmente el cansancio me ganó y me senté a escribir.
Finalizaba una nueva aventura, totalmente inesperada e improvisada a último minuto. Tuve la oportunidad inigualable de conocer un país hermoso que hace años figuraba dentro de mi check list, mas por distancia, tiempo y dinero no lo había podido tachar. Hoy lo tacho de mi lista solo para decir que lo conocí, porque definitivamente después de ver lo poco que vi, quedé con ganas de más. Dicen que las mejores aventuras son aquellas que uno no las programa… que gran verdad.
~FIN~
Por Camilo Novoa