De seguro lo primero que se preguntaran cuando empiecen a leer este relato, es donde queda este peculiar país llamado Belice. Hice la prueba con mis amigos, y doy certeza de que menos del 10% había escuchado siquiera el nombre, y menos aún, sabían dónde quedaba ubicado. Probablemente por esta razón, es que era aún más intrigante y emocionante la idea de visitar este país, conocido por pocos, pero con maravillas naturales dignas de conocer por todos.
Belice es un pequeño país centroamericano, que queda ubicado al sur de la península del Yucatán y al Este de Guatemala. Para ser sincero, si me hubiesen preguntado hace un par de meses donde quedaba ubicado, tampoco hubiese sabido responder, y la verdad es que solo llegué aquí de capricho. Mis padres organizaron un viaje en familia a Cancún y decidí que no podía malgastar el vuelo, por lo que me quedaría algunos días más viajando por algún lado… al ver el mapa me encontré con este país que era desconocido para mí, e inmediatamente decidí que ese sería mi destino… al fin y al cabo ¿Quién conoce Belice?
El país tiene una superficie de 23.000 km2 (Chile tiene 760.000 km2) y apenas 350.000 habitantes. Fue lugar de importantes asentamientos mayas, donde llegaron a habitar hasta 400.000 habitantes, por lo que culturalmente tiene mucha riqueza. Posteriormente en 1638 se asentaron colonias británicas y el lugar pasó a llamarse Honduras Británicas, atrayendo importantes inversionistas y abasteciendo a Inglaterra de materias primas y esclavos durante largos años. Finalmente en el siglo XX, producto de la gran depresión de 1930, la colonia fue en decadencia y los inversionistas cesaron el flujo de capital, lo que asociado a diversos problemas sociales, llevó a que la colonia exigiera su independencia, la cual fue aceptada por Inglaterra en un proceso pacífico que se completaría recién el año 1981. Hoy, Belize es un país independiente, pero que aún tiene importantes relaciones con Inglaterra (por ejemplo, la embajada de Belice en Chile está dentro de la de Inglaterra, el dólar beliceño tiene la imagen de la reina Isabel y por último, cobran como si uno estuviese en Europa!). Este pequeño país subsiste principalmente en base a una economía agrícola, y donde el turismo poco a poco se está haciendo su lugar.
Tabla de contenidos
MAPA DE BELICE
Notas:
– San Ignacio queda ubicado aproximadamente donde está indicado “Mountain Equestrian Trails”.
– Tikal ubicado a la altura de San Ignacio cruzando la frontera de Guatemala
RELATO DEL VIAJE
Por Camilo Novoa
Febrero 2013
DÍA 1
“Un Entrenamiento Express”
Tomé el bus desde Cancún rumbo a Belice City la noche anterior, el cual sale a las 22.15 desde el terminal de ADO, llega a Belice City a las 7-8 am y cuesta $495 pesos mexicanos.
Aproximadamente a las 4 am el bus llega a la frontera mexicana donde les exigirán $25 US por el estampado… personalmente me parece una estafa (al menos en el aeropuerto no te lo cobran) y cuando pregunté por qué me estaban cobrando, ofrecieron pasarme el nuevo decreto para leerlo y bla bla. Algunos pasajeros se resistieron a pagar y no les timbraron el pasaporte hasta que entregaron los $25US, sin embargo, yo igual les sugiero averiguar antes la legalidad de esto. Después de 11 horas de viaje llegamos a Belice City, la antigua capital del país hasta 1970, cuando esta fue trasladada a Belmopán debido a los múltiples huracanes a los cuales había sido sometida la primera (en 1961 fue prácticamente destruida por el huracán Hattie). Belize city previamente fue una pequeña ciudad Maya llamada Holzuz, y luego se fundó la ciudad en 1638 por cosechadores de madera británicos, que utilizaban la ciudad debido a encontrarse en la costa del Atlántico y tener conexión con ríos que utilizaban para transportar la madera de Caoba y Campeche. A pesar de ser la ciudad más grande del país, no es un lugar turístico y es particularmente peligroso si uno no sabe por dónde caminar, ya que hay muchas bandas callejeras y es poco probable pasar desapercibido. Tampoco tiene atractivos que puedan visitarse, salvo conocer la realidad de la gente que aquí vive, por lo tanto, si no es este vuestro objetivo, sugiero que reduzcan al mínimo el tiempo por esta ciudad. Cuando llegué, ya sabía que no era un lugar para quedarse, así que me interesaba partir inmediatamente rumbo a San Pedro. Inicialmente pretendía caminar desde la estación de buses hasta el taxi-boat (por suerte no lo hice), sin embargo, cuando bajé del bus me sumé a un grupo de 3 canadienses; Dustin, Kale y Jeff, que iban al mismo destino que yo, así que nos fuimos juntos en el taxi (cobraban $7 belices p/p pero uno de los canadienses lo regateo a $5) (1 dólar Beliceño = 0,5 US). El taxi era un auto bien destartalado, como la gran mayoría la verdad, y nos llevó a través de la ciudad hasta el puerto en aproximadamente 8 minutos. Ahí fue cuando entendí porque decían que Belice era peligroso… pasamos por una calle que estaba plagada de pandilleros dignos del GTA, los “Red” nos diría el taxista, seguido de la acotación que él era de los “Blue” cuando Dustin en broma le preguntó si ellos eras sus “Bro´s”.
Cayo Ambergris (más conocido como San Pedro, por el nombre del pueblo), es probablemente la isla más famosa del país, tanto por sus playas como por los magníficos buceos que se pueden realizar. Nunca fue un destino en un comienzo, básicamente porque mi intención en Belize era ir a la selva, sin embargo, las cosas fueron dándose diferente. Inicialmente pensaba bucear con mis hermanos por el día en Cozumel, cosa que no hicimos, por lo tanto los tres quedamos con las ganas y cuando llegamos al resort de Cancún… oh, sorpresa!! Se podía sacar el certificado de buceo en el mismo hotel y por menos dinero que en Chile mismo! Considerando que alguna vez más en mi vida volvería a bucear, y que el certificado es de por vida, decidimos que haríamos el curso, y así fue como Cayo Ambergris terminó sumándose a mis destinos. Belice, sin duda alguna, está dentro de los top 10 mundiales en lo que refiere a buceo, ya que posee la segunda barrera más grande de coral después de Australia, y además, tiene el famoso Blue Hole, probablemente uno de los destinos de buceo más codiciados del mundo y que solo se encuentra a 60km de Belice City, por lo que considerando que ya tenía certificado, era algo que simplemente no podía dejar de hacer. Cuando hice el curso aproveché de preguntarle a mi instructor cual sería el mejor lugar considerando el poco tiempo, quien sin dudarlo me recomendó San Pedro, ya que se podía bucear en arrecifes preciosos, llenos de tiburones, rayas y un sin fin de vida marina. Lamentablemente el Blue Hole según él, debería quedar para otro viaje, ya que ese tipo de inmersiones era solo para buzos experimentados.
San Pedro entonces sería mi destino. Llegamos los 4 al puerto, y rápidamente nos dirigimos a comprar el ticket hacia la isla; ida y vuelta a San Pedro costaba $ 28 US y hacia Caye Caulker $18 US (www.belizewatertaxi.com). En ningún caso es una ganga, pero no había mucho que hacer… a pesar de que los rumores decían que los locales te llevaban por menos dinero, mas no sabíamos dónde buscarlos y la ciudad ya era lo suficientemente peligrosa como para ponerse a innovar en ese momento, por lo que optamos por pagar el boleto de ida y vuelta (abierto para 3 meses) y ahorrarnos la lata. La lancha sale aproximadamente cada una hora, por lo que si se les pasa la suya, no es gran problema. Hasta San Pedro demora algo así como 1.40, primero pasando por la isla Caye Caulker, otra paradisiaca isla que es un poco más pequeña y tranquila que San Pedro, y que tiene buena fama entre los kitesurfistas y los windsurfistas por su buen viento y entretenidas olas.
Al llegar a la isla comenzamos a buscar alojamiento rápidamente. Para que tengan una idea, un dormitorio compartido cuesta aprox. 20-25 belices p/p y pueden encontrarlos incluso a orilla de playa, sin embargo, nosotros no tuvimos mucha suerte y terminamos en un conocido hostal que queda junto a la veterinaria y se llama Pedro´s hotel. Pagamos $25 bel. c/u por una pieza que cumplía con lo mínimo; tenía camas, ventilador, lockers y los baños eran limpios. Además el lugar también tiene 2 piscinas (que dudo ocupen considerando dónde se está) y un bar.
Instalados en nuestro dormitorio, salimos a cotizar opciones de buceo, ya que resultó ser que Dustin y Kale también tenían licencia y venían con la intención de realizar el Blue Hole. Salí bien poco esperanzado, ya que por un lado el instructor de Cancún ya me había advertido la dificultad de bucear allí, y por otro lado, yo solo había logrado completar el nivel scuba (básico) en México, debido al mal tiempo y la imposibilidad de realizar la cantidad necesaria de inmersiones para el Open Water. Sin embargo, luego de cotizar en el primer lugar, mis esperanzas comenzaron a subir, ya que averiguamos que para poder bucearlo, solo era necesario el certificado de Open… cosas que para suerte nuestra, solo ocurren en países como estos, ya que en la teoría, ese certificado solo te permite llegar a profundidades de máximo 18 mts… pues les que en el Blue Hole se bucea a 42 mts!! En fin, existía la posibilidad de bucear, sin embargo, primero debería encontrar un lugar donde terminar mi instrucción, lo cual debería hacer de manera express si es que aún quería tener tiempo para recorrer la selva. Después de buscar algunos lugares, terminamos en una tienda a orilla de playa, y justo al lado del puerto donde desembarcan los taxiboats, llamada Scuba Divers.
Cuando se trata de dinero, la gente está dispuesta a todo… entre almorzar y cotizar, cuando llegué a la tienda eran aproximadamente las 13.00. Dado que la salida del día subsiguiente ya estaba completa, el dueño me dio la alternativa de salir en ese mismo momento con una embarcación que estaba realizando buceo turístico, y de esa forma podía completar inmediatamente mi certificación e ir al Blue Hole al día siguiente ($130US up grade + $230US blue + $40 US fee del parque + $30US trámites de PADI *valores 2013*). Considerando el tiempo y el precio, sin duda alguna esta era la mejor opción. Suerte la mía que como ya había preparado el Open en México, el material teórico lo tenía estudiado, porque debía rendir una prueba escrita ese mismo día.
Tiradas las cartas, o en este caso más bien los billetes, elegí mi equipo y me subí a una pequeña lancha con un grupo de turistas gringos de los más preparados, con sus equipos propios y hasta equipo fotográfico submarino. Salimos rumbo a High School Canyons y una vez que ahí, en menos de 3 minutos ya estábamos los 6 en el agua y desinflando el BCD para comenzar la travesía. Mis expectativas no eran altas, a pesar de encontrarme en la segunda barrera de coral más grande del mundo. Lo habían sido en México, y la verdad, es que si bien el buceo fue bueno, no superó lo que yo esperaba. Probablemente es por eso, que cuando bajé y me encontré con este enorme arrecife de coral que a duras penas cedía terreno a la arena, con “acantilados” (paredones) de 10-15 mts de profundidad y una diversidad marina insuperable, es que no pude dejar de sorprenderme. Buceamos cerca de 40 minutos a una profundidad máxima de 15 mts, encontrando un sin fin de vida marina que costosamente podría describir, sin embargo, de lo que más me llamó la atención fue la gran cantidad y tipos de coral, y los Nurse Shark (tiburones “enfermera”) de +- 1,5 mts que tranquilamente se paseaban a metros nuestro. Terminado el buceo, nos fuimos a puerto, donde cambiamos los tanques y aprovechamos de almorzar algo. Ya que el 1° buceo había sido meramente recreativo, el 2° haría la instrucción. Esta vez buceamos en Esmeralda y bajamos a 17,5 metros. El ejercicio (navegación con brújula) fue fácil y rápido, así que completado eso, nos dedicamos el resto del tiempo a recorrer el arrecife y tomar fotos. Al regresar, coordinamos como lo haríamos para terminar ese mismo día con la prueba… ya que eran las 5pm. Martin, el instructor, decidió que me entregaría el libro y la prueba, y que él pasaría por mi hostal a la noche para revisar las respuestas y enseñarme a ocupar las tablas de inmersión, por lo que el resto del día me lo gasté estudiando. Esa noche, antes de juntarme con él, fuimos a comer a un restaurante italiano, Pinochio, que nos recomendó Dima, una Alemana que también se estaba quedando en nuestro hostal. El lugar no es barato, pero si quieren darse un gusto, la comida es particularmente buena ($30-45 belices / plato).
Estudiado, cenado y con la prueba ya respondida, era hora de esperar a Martin, a quien a pesar de no tenerle ninguna fe en que llegase, estuvo donde acordamos a la hora… Una de las cosas que más me gustó de Belice, fue la gente, que al igual que en todo el mundo, también les interesa el dinero, pero más importante que eso, muchas de las cosas que hacen es porque les nace ayudarte y se preocupan del resto. Martin no estaba ganando ningún peso extra por estar a las 22.30 enseñándome a calcular tablas de inmersión, sin embargo ahí estaba para que yo pudiese bucear al día siguiente con mis papeles al día y tener todo en orden.
Estoy seguro, que si llegan a ir a este increíble país, probablemente les sorprenda más la gente que vive aquí, que los sitios turísticos… estos bellos lugares los pueden encontrar en varios países, sin embargo, después de haber recorrido casi 30 países, puedo decir que la gente de este país es la más grata que hasta ahora he conocido.
DÓNDE BUCEAR?
Dado que yo viajé el 2013, decidí hacer una pequeña revisión y actualización (marzo 2019) de los precios y empresas de buceo. Considerar que los valores descritos son los de “pizarra”, lo cual probablemente difiere bastante de lo que se puede conseguir en persona.
- Park fee: $ 40 US
- 3 buceos + arriendo equipo: $ 320 US
- 2 snorkel: $ 225 US
Algunas compañias de buceo: www.belizedivingadventures.net / www.reefadventures.net / www.belizeislanddivers.com / www.scubaschoolbelize.com / www.ambergrisdivers.com
DÍA 2
“La Titulación”
Es irónico y a la vez una suerte increíble, que oficialmente mi primer buceo haya sido ni más ni menos que en el Blue Hole. Hay buzos que tienen años de experiencia y que morirían por bucear allá, y yo recién con mi licencia en mano, estaba titulándome en el famoso “ojo azul”, como también le llaman.
Nos despertamos a las 4am, ya que se suponía que a las 5.15 el barco zarpaba. A las 5am en punto estábamos en el puerto, aún todo oscuro y el sol ni siquiera dando indicios de salir, solo iluminados por las luces de las embarcaciones, donde los buzos cargaban el equipo y verificaban los últimos detalles. Nos esperaba un desayuno, nada increíble, pero suficiente para aquellas tempranas horas de la madrugada, y suficientes cafés para pasar esos eternos 15 minutos de espera… que aunque no llevaba reloj, estoy seguro fue al menos hora y media, sin embargo, entre turistas de todos lados y considerando lo que nos esperaba, aguantar 1 hora más o 1 hora menos no era la gran cosa… al menos, puedo decir que por primera vez, vi amanecer el sol desde el mar.
Zarpamos sabiendo que nos esperaba un largo viaje de aproximadamente 3 horas hasta el Blue Hole, que se encuentra a 60 kilómetros de la costa Beliceña, sin embargo, primero deberíamos pasar por Caye Caulker a buscar la gente restante, con los cuales conformaríamos un grupo de más o menos 14 buzos y 7 snorkelistas.
Cuando compré el pack para bucear, me ofrecieron los 3 buceos, los guías y la comida del día, sin embargo, nadie me dijo que en el pack también estaba incluido un viaje de 3 horas en el barco pirata!! No es que hubiese tormenta, de hecho el día estaba despejado y soleado, mas bastó salir a alta mar, para que esta pequeña embarcación de 12 metros, diese la sensación que estábamos en una pequeña tormenta. Era una embarcación de 2 pisos, donde arriba solo iba el capitán y había un par de asientos, y abajo iban los equipos y todos nosotros. Durante la primera hora de viaje me fui abajo, disfrutando del bamboleante movimiento y viendo cómo la gente desprevenida y los equipos sueltos, volaban de sus sitios… estar de pie era una tarea imposible si no lograbas afirmarte de alguna barra. Después de 1 hora de tentación, logré convencer a uno de los tripulantes que me dejara subir, a regañadientes del resto (no es que no se pudiese estar arriba, el problema era llegar). Definitivamente no fue una tarea fácil, y para mi suerte, claramente fue una irresponsabilidad que me dejaran hacerlo . Podrán imaginarse lo entretenido que fue -primero- lograr ponerse en pie, y luego, llegar a la popa del barco (donde se encontraba la escalera) sin caerme sobre alguien o pisar a aquellos que habían decidido que el lugar más seguro del barco era el piso. Llegar a la escalera fue tarea fácil, al menos comparado a lo que fue subirla… escalera metálica, mojada, vertical y en la popa de un barco que saltaba de un lado para otro… escenario perfecto para un buen chapuzón casual. Una vez arriba, con la ayuda de uno de los tripulantes, logré avanzar por la cubierta hasta que estuve finalmente firme en uno de los asientos. Si abajo era entretenido, arriba definitivamente era emoción pura, ya que veías las olas que venían, cómo se las ingeniaba el capitán para maniobrar, recibir de vez en cuando una ola en la cara que te bañaba por completo, y no podemos dejar de contar el agarrarse para no salir volando. (ah! También vi peces voladores!!!). Esta dinámica se debe haber mantenido por unos 40 minutos hasta que empezamos a acercarnos a una zona de atolones que protegían del viento y olas. Esta zona era preciosa, ya que estaba repleto de pequeñas islitas, algunas incluso con casas que a duras penas cabían, y con aguas poco profundas color turquesa. Esta tranquilidad duró como 15 minutos antes de salir de la protección de los atolones y comenzar nuevamente la aventura. Cuando faltaba poco por llegar, bajamos a recibir instrucciones para nuestro 1° buceo.
El famoso Blue Hole solía ser una gran caverna, que durante el último deshielo fue completamente cubierta de agua, a la cual su techo sucumbió, dando paso a lo que conocemos hoy en día. Tiene aproximadamente 300 mts de diámetro y 130 mts de profundidad, lo cual la hace la caverna de mayor diámetro en su tipo (la más profunda mide 300 mts). En su parte superficial, hay un declive que llega hasta los 10 metros antes de dar paso a la pared vertical, formando un anillo donde se puede encontrar gran diversidad marina, como tiburones black tip, tiburones cabeza de martillo y tiburones enfermera, sin embargo, el objetivo nuestro era la caverna, por lo cual fueron solo los snorkelistas los que tuvieron el privilegio de nadar ese sector (abajo, debido a que no existen corriente, el agua es muy escasa en oxígeno y por lo tanto tampoco la vida marina es inexistente). A cambio, nosotros tendríamos el privilegio de ver la caverna misma, que tiene la gracia que a 35 mts de profundidad, comienzan a aparecer a los costados entradas en la roca, que alojan estalactitas gigantes.
La instrucción fue sencilla; deberíamos bajar lo más rápido posible con un máximo de 3 minutos, ya que solo podíamos tener un tiempo de fondo de 8 minutos. Para los que no bucean, eso significa el tiempo entre que comienzas a bajar y cuando comienzas a ascender, y es tan poco porque a esas profundidades el aire se acaba 5 veces más rápido de lo que lo hace en la superficie. Aquel que no lograse bajar al ritmo, sería enviado a la superficie, y quien bajase más allá de los 40 metros o subiese más rápido de lo establecido, estaría por su cuenta, ya que los guías no arriesgarían su vida ni dejarían al grupo solo. Por último, debido a la gran profundidad que llegaríamos, era posible que alguno de nosotros experimentase narcosis por nitrógeno, y si esto llegaba a ocurrir, nuestra obligación era disfrutar y avisar para ascender en caso necesario. Dicho esto, primero salieron los snorkelistas y luego nos tocó el turno a los buzos. Ya con los 14 en el agua más los dos guías, comenzó el descenso. La profundidad alrededor del agujero es baja, y se ve como a los 8-10 mts de profundidad, el anillo que lo rodea comienza a bajar con una moderada pendiente antes de que comience el murallón vertical. El descenso fue rápido, al menos para mí, que bajé siguiendo al primer guía. No se cuanto nos habrá tomado, pero calculo que no más de 1 ½ minutos, y para alguien que no está habituado a bucear a estas profundidades, fue toda una experiencia el descenso. Realmente se siente la presión sobre tu cuerpo… como aumenta rápidamente sobre tu mascarilla, oídos y como tienes que ecualizar muchísimo más rápido de lo que estaba acostumbrado. El regulador también es un tema, ya que este entrega aire en relación a la presión ambiental que exista, y cuando estas a 5 atmósferas, se siente una bocanada de aire a presión, dándote la sensación que al mínimo descuido puedes terminar con el regulador fuera de la boca. La presencia de termoclimas, es decir cambios de temperatura abruptos, también fue algo que nunca había experimentado y di gracias tener puesto mi traje, ya que realmente baja mucho la temperatura y de forma muy abrupta.
Cuando llegamos a los 35 mts el escenario era impresionante, la muralla vertical que veníamos siguiendo, había dado paso a una entrada en la roca, cuyo techo estaba decorado por decenas de estalactitas que en promedio medían 1 metro de diámetro y varios metros de largo (yo vi de hasta 15 metros). Impresionantemente, a pesar de estar a esa profundidad, la visibilidad no era un problema, ya que la luz entraba sin inconveniente por este agujero gigante que se veía hacia arriba. No sé si había vida marina, al menos yo no vi nada salvo los pequeños crustáceos que estaban adheridos a la estalactitas, pero para alguien que le fascina la espeleología, estar en esta antigua caverna fue fantástico… los peces, tiburones y corales tendrían ya su momento. Tuvimos un tiempo de fondo de 8 minutos y un tiempo total de buceo de 25´, con una profundidad máxima de 42 metros y del grupo de 14, todos logramos bajar y subir sin ningún inconveniente.
Estando ya en cubierta, me puse a conversar con el resto, y para mi sorpresa más de uno había quedado disconforme con la inmersión. Carmen Herz, una alemana que ya llevaba 5 años buceando por todo el mundo, me decía que había quedado muy desilusionada porque no esperaba encontrarse solamente con un agujero sin vida. Los snorkelistas en cambio, quedaron fascinados, ya que en la periferia del agujero la vida es riquísima y pudieron ver tiburones, rayas y cientos de peces. Si alguno de los que lee esto, llega a ir alguna vez, tiene que tener claro a lo que va para poder tener expectativas acordes. De todas formas, quien sea que no hubiese quedado conforme con el 1° buceo, es imposible que no cambiase eso después de los dos siguientes. El segundo quedaba a solo unos minutos del blue hole, pero primero llegamos a una isla de película; arena blanca cubierta por palmeras una parte y la otra, por selva… era un parque nacional llamado Half Moon Caye Natural Monument, allí bajaron los snorkelistas y el resto nos adentramos al mar.
Si el buceo anterior no había tenido vida, este era precisamente lo opuesto. Buceamos en Half Moon Caye, donde el fondo marino se encontraba cubierto por corales de todos los tipos y colores, además de todas las especies de peces que había. Buceamos hasta que llegamos a un murallón de coral donde el fondo se perdía en la profundidad y bajamos hasta una profundidad de 20 metros. Esta vez, además de los diferentes peces, vimos también 2 bull sharks de aproximadamente 1.5 mts que nadaban juntos, y que nos acompañaron por algunos segundos, y poco después vimos cómo sobre nosotros pasaba una gran tortuga marina. Seguimos buceando pegados al murallón hasta que llegamos a un pequeño túnel que lo cruzaba, por donde pasamos para llegar a un sector de menor profundidad en donde el coral daba paso a la arena cubierta por un delicado pasto marino y cientos de caracolas que medían hasta 30 cm, todas regadas por el suelo.
Finalizado nuestro segundo buceo, volvimos a la isla para reunirnos con el resto del grupo, donde además nos esperaba una típica comida beliceña. Luego fuimos con Carmen (bastante más feliz con su buceo) a una torre de avistamiento desde donde se veía los cientos de aves que alojaba esa isla, muchas de ellas en las copas de los árboles. Una de las especies típicas eran las Red footed Boobie, de plumaje blanco y patas rojas; y la otra llamada Fragatas, más conocida por su imponente pecho rojo que infla para seducir a la hembra.
El tercer y último buceo fue en el Aquarium. Esta vez considerando que era el último buceo, que quizá no necesitaría nuevamente la cámara para el agua y que cuando la compré pagué por un seguro para esta, decidí arriesgarme a bajar con ella. La planificación de la inmersión consideraba una profundidad de 22mts, 12 metros más de lo que teóricamente aguantaba, sin embargo, el día anterior ya la había probado a 17 metros sin inconvenientes. De todas formas, las probabilidades jugaban en mi contra, por lo que me aseguré de cambiar la memoria y así no arriesgar mis fotos no respaldadas. El escenario del Aquarium era muy similar al buceo anterior, pero lamentablemente esta vez no tuvimos tanta suerte con el avistamiento de tiburones. Al igual que el buceo anterior, nos fuimos buceando paralelo a un murallón donde el fondo tampoco se lograba visualizar (había visibilidad de 25 mts). Cuando llegamos al máximo de profundidad, 22 mts según los computadores, la cámara estaba en su punto máximo de resistencia… la pantalla, normalmente plana, estaba totalmente cóncava y se marcaba el centro donde tocaba el cristal con el LCD, mientras que los botones prácticamente se apretaban solos, pero al volver a la superficie por suerte todo estaba ok.
La vuelta al puerto no tuvo absolutamente nada que ver con la ida; las olas habían disminuido considerablemente de tamaño y además íbamos a favor del viento, por lo cual el viaje fue bastante más tranquilo y rápido, además de que lo acompañamos de un sabroso caribean punch (ron + jugo caribeño) que la tripulación nos preparó para finalizar el viaje.
DÍA 3
“Rumbo a la Selva”
Cuando decidí viajar a Belice, mi objetivo principal era conocer la selva. El buceo resultó un panorama de último minuto, y a pesar de que felíz me hubiese quedado buceando toda la semana, si quería conocer la selva, debía partir cuanto antes, así que ese día me desperté temprano para recorrer un poco la playa, que con tanto buceo no había tenido el tiempo necesario para conocer, y luego partir rumbo a Belice City. Como ya tenía comprado mi ticket para el taxi boat, solo tuve que llegar 15 minutos antes, pero si andan un poco justos de tiempo, recomiendo que lleguen con más anticipación ya que por lo general se llena. Cuando llegamos al puerto, esta vez coticé y regatié el taxi yo, por lo que en vez de $5 belices que nos cobraron la vez pasada, lo sacamos a $3. Cuando llegamos al terminal, llegó el momento de despedirme de los canadienses, que viajaban rumbo a Flores, pasado la frontera de Guatemala, mientras que yo llegaba solo a San Ignacio. A pesar de que el camino era el mismo, debido a que ellos debían llegar antes del cierre de la frontera, decidieron pagarle a una local para que los llevara en su camioneta ($25 belices c/u), mientras que yo espere el bus local, y aunque me demoré un poco más, pague solo $10 (ojo eso sí, traten de tomar el servicio express, que si no se demoran 1 hora extra en llegar).
Ya estando en San Ignacio no fue difícil. En el bus me habían dado algunos datos y en el mismo pueblo también me recomendaron lugares baratos para quedarme. Un lugar que parecía bastante bueno, pero que no tenía lugar, era J&R, una guesthouse cuyo dueño de aproximadamente 60 años, había vivido ahí desde siempre, y que por lo tanto conocía excelentes datos. Como no tenía lugar, ofreció llevarme en su camioneta a las cabañas de un amigo de él, llamadas Mana Kai, que fue donde finalmente me quedé.
San Ignacio es un pequeño pueblo de aproximadamente 16.000 habitantes, y que queda ubicado en la zona selvática a solo 20 minutos de la frontera Guatemalteca. Hace un par de décadas no eran más de algunas casa en medio de la selva, sin embargo, hoy es un pueblo bastante desarrollado y uno de los principales destinos turísticos del país, en especial para aquellos que como yo, buscan el turismo más outdoor, ya que es desde aquí donde parten todos los tours a los alrededores. Cuando estén en la ciudad, un buen punto de referencia es el Banco de Belice, está a solo unos pasos de la terminal de buses (que en realidad es solo una calle), y desde ahí se dividen las principales calles del pueblo, además de tener al lado dos supermercados bastante grande, proporcionalmente hablando claro.
Ese día después de instalarme, gasté mi tiempo en organizar lo que serían mis siguientes días, por lo cual salvo recorrer un par de oficinas turísticas, hablar con la gente para que me aconsejara y comprar algunas provisiones para el día siguiente, no hice mucho más.
Cuando regresé a la cabaña, llegué con la intención de planificar todo para el día siguiente y cambiarme temprano en la mañana a un Hostal llamado Bella´s Backpakers, que se veía con harto ambiente y era más económico, sin embargo, no conté con la hospitalidad y simpatía de los Beliceños. Resultó ser que decidido a irme, fui a pagar el día a la casa donde vivían los dueños del lugar. No los encontré, pero a cambio si habían dos beliceños de aproximadamente 30 años, que se encontraban tomando un ron mientras veían TV. Como no estaba la dueña, me invitaron a pasar y tomar algo con ellos mientras la esperaba, y claramente no me hice mucho de rogar. Eran un par de primos, Mark e Iván, ambos muy simpáticos, con quienes estuve compartiendo buen rato mientras conversábamos de viajes y lugares. Dio la suerte que Mark había trabajado años antes en una “información turística”, por lo que sabía muchísimo del país y me hizo excelentes recomendaciones para organizarme. Cuando el ron se había acabado, fui a buscar una botella de vodka que tenía guardada para un momento como este, y seguimos celebrando hasta que se nos sumó un tío de ellos, para luego llegar el jefe de trabajo de los primos, y finalmente el dueño del lugar con otra botella más de ron! Hasta me invitaron a cenar comida típica Beliceña (Un estofado de pollo con camote, papas y otros tubérculos raros, acompañado de arroz y plátano frito) y luego Iván me propuso a que el día subsiguiente fuésemos a recorrer el río, pescar algo y luego ir a unas ruinas que quedaban por el sector. Fue una tarde extraordinariamente grata, con gente que de verdad es difícil encontrar donde uno vive, totalmente desinteresada y preocupada de compartir y disfrutar, más que cualquier otra cosa. Probablemente, Belice sea uno de los pocos lugares en donde la gente me ha gustado más que el mismo país, donde al caminar por la calle los locales te saludan para preguntarte de dónde eres y si te ha gustado todo lo que has visto, o donde en una oficina turística son capaces de invertir 30 minutos explicándote cómo llegar a tal lugar para que no tengas que gastar plata extra en un tour que ellos mismo venden! He recorrido varios países del mundo y sin duda alguna, Belice está en los top 3 gracias a su gente.
DÓNDE DORMIR?
- J&R: Esta es una guesthouse adyacente a la casa del dueño. $25 belices por dormitorio con baño compartido, desayuno e internet. Es bastante conocida y por lo tanto basta que pregunten a algún taxista y les dirá como llegar (está a 5´del banco). El dueño, un caballero de como 60 años y que ha vivido toda la vida en San Ignacio, conoce al revés y al derecho su pueblo y los tours, por lo cual puede ser una buena guía para decidir con quién tomar los tours y cuánto pagar.
- Bella´s Backpacker´s: Hostal bastante famoso por sus bajos precios y buen ambiente (es al que estuve a punto de cambiarme). Cuesta $20 belices el dormitorio, con locker, cocina común e internet. En el segundo piso tienen una terraza bastante agradable donde se juntan a tocar guitarra y pasar el rato.
- Mana Kai: Este es el lugar donde yo me quedé. Hay zona de camping y cabañas. $25 belices por cabaña con baño compartido e internet. El lugar es bastante bueno y el lugar muy agradable, se encuentra ubicado al lado del mercado de fruta y a solo 1 minuto del terminal.
DÓNDE COMER?
- Rosita´s: Probablemente el lugar más famoso del pueblo para comer bueno, bonito y barato. Se encuentra ubicado en una pequeña calle que da hacia el frente del banco, y sirven comida beliceña típica. Un ejemplo de ello es el plato de carne o pollo estofado acompañado con rice & beans, ensalada de repollo con zanahoria y plátano frito (exquisito!). $6 belices pollo, $8 belices carne, +$2 belices papas fritas. Además, a todos quienes nos hacemos llamar amantes del picante, no pueden irse del país sin probar dos cosas: La primera es un acompañamiento que ponen en varios lugares y que consiste en cebolla y habanero picados y reposados en vinagre blanco y sal, muy sabroso. Y la segunda, son las famosas salsas habaneras Marie Sharp´s, un clásico beliceño que no falta en absolutamente ninguna mesa local… probablemente de las mejores salsas picantes que he probado.
DONDE TURISTEAR?
Lugares donde realizar turismo y agencias que los asesoren encontraran por montones. Aquí solo les dejo una pequeña lista con los destinos más frecuentados, sin embargo sé que hay varias más opciones. River Rat (www.riverratexpeditions.com) es una empresa enfocada más al turismo aventura y podrán encontrar opciones que en San Ignacio no verán. Se encuentran ubicados en Benque, un pueblo ubicado a 20 minutos de San Ignacio, por lo cual les recomiendo contactarlos con anticipación. Gonzalo Pleitez es arqueólogo y trabaja para dicha empresa, sugiero contactarlo a él primero y ver que puede ofrecer, ya que tiene excelente disposición y quizá puedan conseguir mejores precios que si lo hacen formalmente, además de tratar que sea él vuestro guía (gonzalopleitez@hotmail.com, riverratbelize@hotmail.com, 628 6033).
- Actun Tunichil Muknal : Sin lugar a dudas, el tour más famoso y cotizado de la región, y con gran razón. A 1 hora del pueblo se encuentra esta famosa caverna de casi 5 kms de largo, donde en su interior se encuentran restos de alfarería y sacrificios Maya. Es un tour de aventura, donde con casco y linterna te internas dentro de la cueva y el río que la acompaña. $85-95 US con equipo y almuerzo incluido.
- Tikal: Esta ciudad Maya fue uno de los centros más importantes de esta antigua cultura, encontrándose ruinas que datan desde el siglo IV A.C. Se encuentra ubicado en Guatemala a algunos kilómetros de la frontera. Los tours se venden a $120-130 US con trasporte y comida incluida, sin embargo, más adelante les explicaré como hacerlo por solo $45 US.
- Barton Creek Cave: En el sector de Mountain Pine Ridge se encuentra ubicada esta cueva, cuyo única forma de acceder es mediante canoa. El viaje discurre aproximadamente por 1 km. dentro de la cueva, donde se puede observar alfarería y restos mayas. No recuerdo el precio exacto (no fuí), sin embargo ronda los $80 US y es tan fácil de encontrar en las oficinas turísticas como la ATM.
- Caracol: Junto con Tikal, de los centros Mayas más grandes de la región, cubriendo una superficie de más de 200 km2, superficie mayor que Belize city, centro urbano más grande del país. Se encuentra a 40km de San Ignacio y por lo tanto es fácil contratar los tours ahí mismo. No conozco precios, sin embargo debe rondar el costo de Tikal.
DÍA 4
“Una Ciudad Perdida”
Tikal, cuyo significado en Maya yucateco significa “en el pozo del agua” (probablemente haciendo referencia a que este era una de las antiguas reservas de agua del sitio), fue una ciudad Maya considerada como uno de los mayores sitios arqueológicos y centros urbanos de la civilización precolombina, calculándose que en su apogeo llegaron a vivir hasta 90.000 individuos en dicha ciudad.
Se han encontrado huellas de asentamientos en la zona que datan aproximadamente 1.000 A.C., sin embargo, no fue hasta el 400-300 A.C. que se empezaron a alzar las primeras pirámides y plataformas. Hasta mediados del siglo VI, Tikal fue la ciudad más dinámica de la región, sin embargo, las inscripciones encontradas señalan constantes guerras con otros estados Mayas. En el año 562, Tikal fue derrotado por el Caracol, que sustituyó a Tikal como principal centro del poder en las tierras bajas Mayas del Sur, con lo que decayó, en lo que se conoce como el “hiato de Tikal”. Este receso duró hasta finales del siglo VII, cuando Jasaw Chan K’awiil erigió el primer monumento en Tikal en 120 años e inició un programa de nueva construcción, revirtiendo la situación de decadencia y combatiendo a los estados enemigos que habían predominando en la región, restaurando así el dominio de Tikal en la región maya central.
En el siglo IX, la crisis del colapso maya del periodo clásico se extendía por toda la región, con una ciudad tras otra cayendo en el silencio. El por qué de esta crisis, aún sigue siendo uno de los grandes misterios para la arqueología, sin embargo, en concreto, Tikal después del año 950 ya estaba prácticamente desierta, para que luego la selva reclamase las ruinas durante los siguientes 1000 años.
Como sucede frecuentemente con las grandes ruinas antiguas, al parecer la población de la región nunca se olvidó de Tikal, ya que en 1848, Modesto Méndez y Ambrosio Tut, comisionado y gobernador de Petén fueron guiados por locales hacia las ruinas, redescubriendo oficialmente la ciudad perdida, para luego dar paso al trabajo arqueológico que traería de vuelta Tikal al mundo, siendo declarado en 1979 Patrimonio de la Humanidad. Sin duda alguna, Tikal debe haber sido una ciudad que en su apogeo deslumbró a quien cruzase por sus accesos, con enormes pirámides que en ese entonces, figuraban con pinturas de colores azul, rojo, amarillo o negro… un destino que estando en San Ignacio vale la pena realizar, al menos para quien interese el tema.
Como les comente anteriormente, tours hacia Tikal no les costará encontrar en las agencias, sin embargo, por ellos no pagarán menos de $120-130 US. Lo que yo les sugiero, es que se vayan por su cuenta y así en vez de gastar esos $120US, solo gasten $45 US.
- Lo primero que deben hacer, es abastecerse de algo de comida para el día, ya que como en cualquier sitio arqueológico, comprar allá les costará más.
- Para que se pueda aprovechar el día, deben salir temprano. Eso significa estar a las 6am paseándose en el sector del banco y el terminal buscando algún taxi. Hay dos opciones, pagar $25 belices por el taxi privado o pagar $5 belices por el taxi compartido. Trataran de cobrarles más, por lo cual les sugiero que el día anterior hablen con los taxistas y les preguntes cuales son las tarifas. La opción del taxi es infinítamente mejor que el bus, ya que este solo llega a Benque, un pueblo en la frontera, desde donde deben tomar un taxi a la frontera misma; pagarán más y será más largo.
- En la frontera, asegúrense de cambiar dinero a Ketzales ($1 US = $7,7 ketzales). Yo cambié $50 US y me sobraron $5. Infórmense ahí cuánto cuesta cada cosa con detalle para que no cambien más de lo necesario.
- Cuando crucen, les cobraran para salir de Belice ($37,5 belices ) y para entrar a Guatemala ($20 ketzales). A la vuelta no les cobraran.
- Cruzada la frontera, deberán agarrar un colectivo rumbo a Flores. La primera opción es caminar (5 cuadras) y la segunda es pagar un taxi (A mí me trataron de engrupir con que si iba por mi cuenta no iba a alcanzar a volver el mismo día, y que me podían cobrar $50US por llevarme a Tikal y esperarme para traerme de vuelta. No lo hice claramente, sin embargo si opté por irme en taxi hasta el colectivo para ahorrarme tiempo y caminata, $10 ketzales)
- No existen colectivos directos a Tikal, por lo cual el colectivo que tomarán va rumbo hacia Flores, una isla ubicada en el lago Peten Itzá cerca de la frontera. Deben bajarse en la bifurcación hacia Tikal (el chofer sabrá), lo cual les costará entre $25-30 ketzales.
- Una vez en la bifurcación, pregunten a cualquier persona para saber dónde es que paran los colectivos. Yo tuve la suerte de encontrar a un guía, asique me quedé conversando con él y esperando el colectivo correcto… probablemente si no encuentran a nadie local, deberán parar a todos los colectivos que pasen (no todos van a Tikal). Hasta el parque les costará también entre $25-30 ketzales y demorará aproximadamente 45 minutos.
- El colectivo los deja exactamente donde deben partir caminando, pero antes para en la entrada del parque nacional, donde deben pagar $150 ketzales por el ingreso al parque.
- Para la vuelta, traten de coordinar con la misma persona que los llevó. Sin embargo, si no pueden hacerlo, les recomiendo que un poco antes de las 2pm estén en el sector de los estacionamientos, ya que a las 2pm parten varios minibuses a dejar turistas. Probablemente también hay minibuses que salen después, sin embargo no puedo asegurar que tan frecuentes son. La vuelta es exactamente igual que la ida y cuesta lo mismo (salvo la frontera, que no deben pagar)
El viaje desde San Ignacio hasta Tikal fue bastante fácil, creo que no me demoré más de 5 minutos en encontrar un taxi, en el cual nos paseamos un rato por el pueblo buscando gente que fuera a la frontera y en eso de 20 minutos ya la estábamos cruzando. Apenas crucé comenzaron los taxistas a ofrecerme llevarme a Tikal ida y vuelta, porque con lo que demoraban los colectivos con suerte alcanzaría a estar 2 horas y no podría ver nada!! Claramente no tomé en cuenta su advertencia y como expliqué arriba, agarré el colectivo rumbo a Flores. Era una minivan media destartalada, en donde yo era el único turista y que me dejó en la carretera donde el camino se dividía rumbo a Flores y rumbo a Tikal, ahí me encontré un Guatemalteco llamado Noe, que era guía de la zona y con el cual estuve un buen rato conversando del país, lugares para conocer, Tikal, etc. En la bifurcación pasan varios colectivos, sin embargo, no todos van hasta Tikal y gracias a que andaba con el guía fue bastante sencillo, porque no tuve que parar a todos para averiguar cual me servía.
Estando ya en Tikal, lo primero que hice fue comprar un mapa del parque ($25 ketzales) para poder ubicarme fácilmente y organizar mi tiempo mejor. La zona de los templos es grande y probablemente si no van corriendo, es difícil alcanzar a recorrerlo por completo, por lo tanto lo que yo hice, aprovechando que era temprano y aún había poco turistas (llegué como a las 08.30) fue partir por las cosas más importantes. Comencé yendo a la Gran Plaza, donde se encuentran dos templos piramidales uno al frente del otro, siendo el más conocido e imagen pública de Tikal, el Templo del Gran Jaguar, pirámide funeraria dedicada a Jasaw Chan K’awil, quien fue sepultado en esta estructura en el año 734 D.C. La pirámide tiene una altura de 47 metros y su construcción fue finalizada alrededor de 740 a 750 D.C. Frente a esta famosa pirámide, se encuentra el Templo de las Máscaras, pirámide de 38 mts de altura que fue dedicada a la esposa de Jasaw Chan K´awil. El día estaba soleado y se podían tomar unas fotos preciosas, por lo cual calculo que debo haber estado al menos una hora paseándome por este sector. Antes de seguir… tengo que hacerles dos advertencias… la primera es que miren siempre donde pisen! Mientras tomaba fotos me di cuenta que en el piso a pocos metros mío había un mar de hormigas gigantes, pero como estaban a 1 metro no les di importancia, hasta que se me empezaron a subir por los zapatos y picarme!!…. duele…mucho, así que háganme caso. Segundo, cuando vayan a entrar a una habitación cerrada (como las que hay en la acrópolis central, a un costado del Templo del Gran Jaguar), tengan considerado que muy probablemente salgan disparados por la puerta decenas de pájaros justo cuando se estén acercando! Eso me pasó a mí, probablemente porque debo haber sido el primero en entrar durante el día y los pájaros (que en ese momento para mi eran murciélagos) al escucharme salieron todos disparados por la puerta pasando a pocos centímetros mío (quizá debería habérselos dejado para la sorpresa jaja).
Otro lugar importante que no dejarán de visitar, es el Templo IV o de Templo de la Serpiente Bicéfala, el más alto de todo Tikal y actualmente el más alto de todo América. Con ni más ni menos que 70 mts, este marcó el reinado de Yik’in Chan K´awil, hijo de Jasaw. Tiene la gracia que es el único templo al cual se puede subir, mediante una escalinata de madera que bordea la estructura y te lleva sobre la copa de los árboles hasta llegar a la cúspide, desde donde se tiene una vista preciosa de la selva y las otras pirámides del complejo. Cuando bajen o suban, estén atentos porque dado que la escalera atraviesa la copa de los árboles, este es un muy buen lugar para ver los famosos monos arañas que recorren la selva saltando de un árbol a otro.
El resto de los templos quedará un poco a discreción suya, ya que las cosas más importante e imperdibles son las que ya les comenté, sin embargo, un lugar bonito y que quizá quieran ir también, es el Mundo Perdido, llamado así por la arquitectura extremadamente diferente al resto del complejo, debido a que las pirámides de este sector no fueron modificadas con el pasar de los años, permitiéndonos conocer cómo eran las construcciones en el preclásico tardío.
En este sector, cuando yo fui pude ver unos pavos salvajes preciosos que caminaban de los más confiados por el lugar y un grupo de monos araña que pasó por encima de mi cabeza saltando de un árbol a otro… es impresionante como vuelan y se agarran a unas ramitas que uno juraría se van a romper (después tuve la suerte también de ver uno con su cría agarrada al pecho mientras buscaba frutos en los árboles). También, mientras caminaba a la salida me encontré con una tarántula de poto rojo… justo había un trabajador al lado, así que le pregunté si picaban (dijo que solo picaban si uno las molestaba y no mataban, solo daban fiebre) y si podía tomarla… la verdad es que pregunté sin pensar mucho, porque se veía harto peligrosa jaja, sin embargo sin siquiera responderme la agarró y me la pasó! En un primer momento como que dude, pero al final terminé tomándola y poniéndola en la polera… hasta que casi se me sube a la cabeza y me la saque mejor! Son muy amigables, asique si ven una… ya saben jajaja.
La vuelta fui igual de sencilla que la ida. Un poco antes de las 14.00 llegué al estacionamiento donde estaban las minivan y le pregunté al primer chofer que vi si me llevaba. Me cobró los mismos 25 ketzales y me dejó en la bifurcación donde agarré la segunda minivan y llegué a la frontera, donde esta vez no tuve que pagar por pasar, y luego tomé el colectivo que me dejoó nuevamente en mi pueblito de San Ignacio.
DÍA 5
“De Canoas y Ríos”
La noche que conocí a Mark e Ivan habíamos quedado en que iríamos a recorrer el río en canoa y luego haríamos un asado si lográbamos pescar algo, sin embargo, Iván que era quien me iba a acompañar, tuvo un par de problemas y la mañana se prolongó más de lo prudente. Finalmente en beneficio del tiempo, decidí ir solo por mi cuenta. Me dieron el dato que al lado del río, se instalaba un tipo con un jeep y un carrito con canoas, llamado Tony, así que fui a visitarlo para salir por mi cuenta. Arrienda las canoas en $25 belices el día, sin embargo negociando pueden obtenerla por $20.
Previamente había pasado por el mercado a comprar algo de fruta para el viaje, por lo que bien equipado, agarré mi canoa y empecé a remar río arriba. Al poco andar saqué mi cámara con el trípode y los instalé en la parte posterior de la canoa. Tenía ganas de hacer un pequeño compilado del día a través de ese hermoso paisaje y una toma desde atrás remando se veía tentadora. Iba tranquilo por el medio del río y aún en la zona de la ciudad cuando uno de los locales me grita desde la orilla, medio riéndose, que tuviera cuidado con la cámara, a lo que le respondo amigablemente que no se preocupara, que era a prueba de agua, y luego seguí remando… no deben de haber pasado más de 30 segundo cuando de pronto luego de una remada un poco más intensa, siento que algo atrás golpea, y justo al darme vuelta logro alcanzar a ver con el rabillo del ojo mi cámara junto con el trípode empezar a hundirse en el agua!!! Claro… mi cámara era a prueba de agua, sin embargo, nadie dijo que flotara. En ese momento el trípode parecía tan firme… Durante ese ½ segundo que la cámara alcanzó a tocar el agua y el siguiente segundo que demoró en hundirse, por mi cabeza pasaron no pocos pensamientos… “idiota, como no la afirmaste”, “salta “, “no saltes, se va a dar vuelta la canoa”, “mierda”, “da igual, está asegurada”, “fuck, mis fotos”. En ese mismo segundo que todo esto pasaba por mi cabeza, veía como mi cámara se hundía en el fondo… el agua era bastante turbia y eran pocos los rayos de sol que en ese momento penetraban el agua, por lo que no sabía a qué profundidad estábamos. Tenía la tranquilidad de que en esa zona el río era relativamente bajo y la cámara tardó un par de segundo antes de tocar fondo… se veía a un par de metros de profundidad, sin embargo, había algo de corriente y se perdía la visión con facilidad. Tomé la errónea decisión de calcular la distancia de la orilla y avanzar a dejar la canoa… en ese momento además de perder la cámara, también me preocupaba que al saltar se diera vuelta la canoa y se hundiera mi mochila con mis cosas también, así que pareció una decisión sensata, mas al volver y recalcular la posición de la cámara, no lo fue tanto… obvio. Llegué al punto en donde debería estar, sin embargo el agua era tan turbia que era imposible buscarla nadando… en eso, dos cosas pasaron. La primera es que un beliceño que observó todo esto desde la orilla, se sacó la ropa y saltó al agua a ayudarme, y la otra, es que gracias a que estaba a pocos metros de un puente, un grupo de turistas que también vió lo que pasaba, comenzaron a gritarme desde arriba para ayudarme e indicarme donde se encontraba la cámara!! Mis probabilidades mejoraban!! Lamentablemente, a pesar de la ayuda del Beliceño y de la gente en el puente, tras algunos minutos buscándola, el agua se enturbió aún más y los turistas dejaron de verla, y nosotros dos tampoco logramos dar con ella a pesar de los constantes intentos… mis esperanzas en ese momento comenzaban a decaer y empezaba a lamentar todas aquellas fotos que perdería del viaje. Volví por la canoa para tratar de buscarla desde la superficie, ya que nadando era imposible, con la suerte que en menos de 1 minuto ya la tenía localizada. Esta vez, aprovechando que el Beliceño aún estaba en el agua, y sin perder de vista la cámara, le pedí que me afirmara la canoa y salte directo a donde estaba… finalmente después de un buen rato de búsqueda logré dar con ella!! Lo mejor? eTodo quedó registrado en el video jajaja.
Después de mi percance, procuré amarrar bien el trípode y seguí mi camino río arriba. El paisaje no difiere mucho de lo que uno podría encontrar en el sur de Chile, el agua tranquila serpenteando entre una selva que no cede terreno, con algunos pequeños afluentes de vez en cuando y algunas zonas bajas donde fácilmente se podía pasar caminando con la canoa a rastras. Claramente no fue un viaje extremo en aventura, pero fue grato navegar con calma y sin ninguna preocupación por el río Macal, y luego descansar a la orilla almorzando una papaya gigante acompañado de una cerveza.
DIA 6
“Entrando a Xibalbá”
El día comenzó a eso de las 6am despertándome otra vez más con el famoso gallo que cacareaba todas las mañanas detrás de mí cabaña y que ya quería estrangular! Contraté el tour en Mayawalk, ubicada en un gran restaurante a pocos pasos del banco y en la calle principal turística. Cobran $95US (precio 2019) con un buen desayuno y almuerzo, además de todo lo otro que está incluido (mochila, equipo, guía, transporte, etc.). Más tarde eso sí, me enteraría que debido al pequeño grupo que éramos (apenas 4 personas), la empresa con la que iríamos no sería Mayawalk, sino que River Rat, una compañía con sede en Benque, lo cual agradecería enormemente al finalizar el día (como si fuera poca suerte, después me enteré que Mayawalk tenía pésima fama).
Durante el desayuno (que incluía café con leche, tostadas y fruta) conocí a Caed, otro canadiense, integrante del grupo de 4 que seríamos ese día. Durante mis viajes he conocido gente de muchas partes del mundo y que ha recorrido decenas de países, sin embargo, era la primera vez que conocía alguien que llegase a los 50!! Después de una conversación de 1 hora sobre viajes a África, Europa, Chile y otros países más, el dueño de Mayawalk decidió que las otras 2 chicas que esperábamos ya no llegarían, probablemente por la fiesta del día anterior que tuvo lugar en ese mismo local, así que nos subimos en un en un 4×4 y partimos rumbo a buscar 2 chicas canadiense que también se nos unirían para recorrer la caverna. Para nuestra sorpresa, aquí nos enteraríamos que Gonzo, el guía no trabajaba para la empresa que habíamos contratado, sino que para River Rat, una empresa muchísimo menos turística y más individualizada. Debido a que Mayawalk era uno de los gigantes de la caverna, nos habían derivado a la otra empresa porque siendo apenas 2 personas no éramos costo-efectivos. De hecho, cuando llegamos (de los primeros), nos dimos cuenta que todos los otros grupos estaban compuestos por al menos 8 personas… punto a favor nuestro.
Bajamos y empezamos a equiparnos… mi recomendación es que lleven ropa de cambio, algo de agua, un par de calcetines que quieran botar después y un par de zapatillas con suela firme que se puedan mojar y les permita nadar o caminar por las rocas. El repelente y el bloqueador, además de no estar permitidos, son absolutamente innecesarios, y sobre las cámaras fotográficas, estas no están permitidas desde que hubo ciertos incidentes en que un turista se desde unas rocas por tomar una foto, y otra tiró la cámara sobre un cráneo, fracturándolo. De cualquier forma, la guardé por si acaso… al fin y al cabo, lamentaría más perder la oportunidad de una fotografía que la incomodidad de llevarla en el bolsillo por si las moscas. Dejamos nuestras cosas personales en el jeep y el guía nos pasó nuestras mochilas equipadas con la comida y nuestros cascos + linternas frontales.
El camino hasta la boca de la cueva es fácil, un sendero entre el bosque, que cruza el Roaring River (río rugiente) 3 veces, por lo tanto, tengan en cuenta que desde el comienzo se mojarán. Durante el trayecto me fui conversando con Gonzalo, quien para mi enorme sorpresa y agrado, resultó ser que en realidad era arqueólogo y antropólogo, y que este trabajo lo realizaba exclusivamente en la temporada baja de la arqueología… definitivamente la suerte estaba de nuestro lado.
Entender la cultura Maya no es una tarea fácil, menos algo que se logre en un solo viaje. Para ellos, las cuevas tenían un significado especial, ya que eran la puerta de entrada hacia el inframundo o Xibalbá, donde gobernaban los 12 dioses de la muerte, siendo los dos principales; Vucub-Camé y Hun-Camé. Los otros 10 dioses eran demonios que trabajaban de dos en dos, encargándose cada par de un tormento humano; la “enfermedad”, el “hambre”, el “miedo”, la “indigencia”, el “dolor” y la “muerte”. A diferencia de otras culturas, no representaban el mal en sí mismo, sino que representan el mal visto como parte de la existencia humana, por lo tanto las cavernas representaban respeto y temor, siendo una puerta de entrada a los dioses donde solo contadas personas podían acceder, y no un lugar de refugio como otras culturas.
Actun Tunichil Mukal se encuentra en la reserva nacional de la montaña Tapir, fue descubierta en 1989 y abierta al público recién en 1998. Su nombre significa “Cueva de la sepultura de piedra”, haciendo referencia al famoso esqueleto encontrado de una joven sacrificada en una de las recámaras de la cueva, y que se encuentra excelentemente conservado debido a la calcificación de este, por lo que es conocida como “la doncella de cristal”. La cueva tiene una longitud de casi 5 kilómetros, 2/3 de ellos a través del Roaring River, y toma aproximadamente 1 día completo llegar al otro extremo que sale a la selva, sin embargo, turísticamente solo se recorre el primer kilómetro.
Con nuestros cascos puestos y ya sin mochilas, nos paramos frente a la imponente boca de la cueva, de 10 metros de alto por 7 de ancho, desde donde salía el río subterráneo. Uno a uno comenzamos a saltar a un pozón de aproximadamente 10 metros de largo, el cual debíamos cruzar nadando antes de empezar nuestra caminata. Para ser sincero, cuando compré el ticket, lo hice sin muchas expectativas, ya que no era la primera vez que entraba a una imponente cueva, y esperaba verla tan alterada como habían estado las que ya conocía, sin embargo, lo que encontré fue algo totalmente inesperado. El lugar se encontraba magníficamente conservado y salvo una escalera de madera agarrada con cuerdas, no encontré absolutamente ninguna intervención en el lugar… daba la sensación de ser la primera persona que recorría el lugar. Estalactitas de todos los tamaños, formas y colores (incluso unas que parecían estar cubiertas de diamantes), salones de todos los tamaños, trepadas por pequeñas cascadas y pasadizos por donde nuestras cabezas con suerte cabían y otras por donde definitivamente debíamos sumergirnos en el agua para pasar!! Dado que éramos un grupo pequeño, avanzamos tranquilamente a nuestro ritmo y prácticamente casi todo el tiempo estuvimos solos, algunos momentos simplemente apagábamos nuestras linternas y caminábamos en la total oscuridad, recordando por donde iba nuestro camino, mientras escuchábamos todas las historias que nuestro guía nos relataba. No sé cuánto habremos caminado, tampoco tengo noción del tiempo que invertimos antes de llegar al último lugar turístico donde nuevamente nos encontramos con el resto de los grupos, que a pesar de haber empezado después que nosotros, habían llegado al final bastante antes. Era en este punto donde se encontraba la parte arqueológica más importante, donde estaban los restos humanos y la alfarería religiosa… fue ahí donde decidí pedirle a Gonzo que dejásemos para después esa zona y nos internásemos un poco más. Para mi grata sorpresa, el guía accedió sin ninguna queja y nos internamos los 5 a esta zona no turística, e incluso me pidió la cámara para tomarnos algunas fotos.
Debemos haber caminado como unos 10 minutos hasta que llegamos a una bifurcación; a la derecha continuaba la caverna principal, mientras que a la izquierda se veía un pequeño pasadizo de 1 metro de ancho por 60 centímetros de alto. Si bien Gonzo trabajaba en la cueva, e incluso la había recorrido de extremo a extremo, estaba lejos de conocer todas las recámaras, y a aquella nunca había entrado, así que a punta codo por el barro, cruzamos el pequeño pasadizo hasta que la cueva se abrió nuevamente para permitirnos estar de pie. Considerando que no sabíamos si podían existir restos arqueológicos, el guía nos hizo sacar los zapatos y continuamos nuestro trayecto en calcetines. Seguimos así por unos 20 minutos hasta que nuestro camino se abría a una gran recámara, a la cual no podíamos acceder ya que nos encontrábamos como a 5 metros de altura, por lo que ahí decidimos regresar.
Después de nuestra aventura extraoficial, llegamos al punto donde comenzaba la zona arqueológica. Para acceder tuvimos que escalar unas rocas y una vez arriba sacarnos nuevamente los zapatos para continuar. Hasta el momento, el día había sido predominantemente de aventura y naturaleza, sin embargo una vez arriba esto dio paso a la incredulidad… estar en esa caverna con cientos de años de historia, con ese paisaje increíble, el sonido del río corriendo y en frente tuyo alfarería religiosa en el mismo estado que hace cientos de años, o restos humanos calcificados, es algo que a lo menos impacta. Me sorprendió además, que a diferencia de lo que esperaba, me encontré con que el sitio estaba protegido como si los arqueólogos recién lo hubiesen descubierto, sin barreras ni letreros ni nada… solo cintas de colores que delimitaban las zonas de cuidado y números que identificaban cada pieza. Además, debido a la importante calcificación de los cuerpos, extraerlos para estudio o exposición era más dañino que mantenerlos en su estado natural, por lo que efectívamente, la cueva se encontraba prácticamente en las mismas condiciones que cuando se descubrió.
El uso de alfarería era una forma de comunicarse con los dioses, donde se realizaban ofrendas principalmente para pedir agua o en favor de la cosecha. Una vez cumplida la función de los jarrones, estos eran desfuncionalizados, ya fuese rompiéndolos, haciéndoles un agujero en el fondo o quebrando alguno de sus bordes. Los sacrificios son un misterio, sin embargo, algunos plantean que probablemente en los años de mayor sequía, puede que fuesen una ofrenda mayor
para satisfacer a los dioses. Se piensa además, que algunos sacrificios estaban predestinados del nacimiento, ya que se encontraron cráneos con un moldeamiento diferente al que tenían el resto (con tablas se aplastaba el cráneo durante la niñez para darle forma). Estos eran puntiagudos hacia arriba, y se piensa que la forma hacía alusión al dios del maíz. Podrán también ver un lugar llamado la “sopa de huesos”, donde además de un par de cráneos,
hay decenas de otros huesos calcificados. Una cosa curiosa, es que de todos los cráneos encontrados, ninguno de ellos tiene mandíbula, siendo aún un misterio el significado de esto. El punto cúlmine, es cuando se llega al último esqueleto, la famosa “doncella de cristal”, este a diferencia del resto, está prácticamente completo y en excelentes condiciones, y digo “prácticamente” porque lo único que falta son 4 vértebras lumbares. Los estudios dicen que el esqueleto corresponde a una niña de aproximadamente 7 años, y la ausencia de esas vértebras podría tener relación con algunos sacrificios similares en México, ya que se han encontrado dibujos de hombre abiertos por el pecho y con todas las vísceras removidas… les llaman “el Dante”.
Fuimos el último grupo en dejar la cueva, y la salida fue tan emocionante como lo fue entrar, bajando por las rocas y pequeñas cascadas que antes habíamos tenido que subir, pasando por aberturas por donde apenas cabíamos. La bajada desde la doncella de cristal fue probablemente la más entretenida, ya que cuando llegamos a la catedral de 300 x 50 metros de amplitud, donde se encontraban los sacrificios que antes les conté, en vez de regresar por donde mismo, nos desviamos para tomar la boca de un pasadizo que se abría a 5 metros de altura, para lo cual tuvimos que escalar una trepada nada fácil. El guía nos quería mostrar el último esqueleto, un niño que se calculaba tenía aproximadamente 1 año y medio, y que solo se encontraba conservado parcialmente.
Para cuando finalmente llegamos a la boca de la cueva, mi felicidad no podía ser más. Para quienes me conocen, sabrán que este tipo de aventuras me rayan, pero entrar a una cueva enorme, recorrida por un río, con restos arqueológicos intactos, en un grupo de apenas 4 personas, liderado por un arqueólogo especialista en cuevas y antropología, y que nos llevó y mostró mucho más de lo podríamos haber conocido con cualquier otra persona… es para quedarse sin palabras. Tengo la suerte de haber viajado mucho y conocer lugares increíbles, sin embargo no cabe duda alguna que este, ha sido el mejor tour que he realizado en cualquier lugar. Una vez afuera, desarmamos nuestras mochilas y almorzamos antes de emprender nuestro camino de retorno al jeep. De vuelta tuve una grata conversación con Gonzalo, quien me contó que su trabajo específicamente se centraba en el impacto arqueológico que tenía el turismo sobre este, y que recién lo habían llamado para hacer un reconocimiento en un sitio arqueológico no controlado, al cual estaban ingresando turistas. Iba a ir al día siguiente y para mi sorpresa me estaba invitando a acompañarlo. Era una expedición que duraría solo un par de horas de la tarde, sin embargo, ya tenía organizada mi expedición a la selva, por lo que acompañarlo significaba perder la oportunidad de conocerla, uno de mis principales objetivos del viaje, asique por mucho que me costase tuve que rechazar semejante invitación. Una cosa si dejé clara, volvería a Belice especialmente para coordinar con él alguna expedición arqueológica algún día.
DÍA 7
“Durmiendo con las Arañas”
Probablemente uno de los grandes objetivos por los cuales había viajado a Belice, además del Blue Hole lógicamente, era recorrer la selva. Este país tiene la peculiaridad de poseer más de un 60% de su superficie cubierta por selva y un 36% declarado como reserva nacional, lo que hacía bastante fácil y tentador internarse a recorrer. Días previos estuve averiguando en San Ignacio, con bastante dificultad, alguna posibilidad de ir a recorrer la selva, ya que para mi sorpresa la mayoría de las agencias turísticas no prestaban este tipo de servicios. Finalmente uno de los guías me indicó que cruzando el río, a la orilla, se colocaba un local llamado Tony arrendando canoas, y que si buscaba internarme en la selva a lo Indiana Jones, él era el tipo (Si, el mismo al cual le arrendé la canoa el día previo).
A las 8 de la mañana caminaba con mi equipaje a juntarme con Tony y Caed, el canadiense de ATM, quien a última hora decidió sumarse a mi travesía. Cargamos las cosas en el 4×4 y fuimos en busca de un gringo, cuyo nombre no recuerdo, que estaba viviendo en la casa de Tony. Hace 3 meses, aburrido de la mentalidad norteamericana, había decidido vender todo e irse a vivir ni más ni menos que a Belice… menudo cambio. En fin, con la tripulación y el equipo completo partimos hacia la selva. El lugar exacto al cual fuimos no sabría decirlo, sólo sé que nos tomó más o menos 2 horas llegar al lugar, y que para esto, tuvimos que avanzar con el jeep por caminos que prácticamente no existían. Después de un movido viaje, llegamos donde terminaba el camino y había una pequeña casita. Bordeando la selva a la cual nos íbamos a internar, había terrenos que eran ocupados para agricultura, y la casita o más bien choza, era la que ocupaba la señora que cuidaba el lugar. Era un paisaje increíble y una tranquilidad que llegaba a ser inquietante, y tengo que aceptar que a pesar de que me enamoré del lugar, no me imagino viviendo meses en un lugar tan desolado… y probablemente la cuidadora tampoco, ya que se alegró bastante tener visitas con quien conversar y fue un amor con nosotros.
Lo primero que hicimos fue buscar algún lugar adecuado para montar nuestro campamento. Encontramos una explanada ideal para esto y nos pusimos manos a la obra. Para mi grata sorpresa, a diferencia de lo que pensé inicialmente, no dormiríamos en carpas, sino que armaríamos nuestra propia tienda. Lo primero fue armar la estructura con unos palos en forma de arco de fútbol, para luego con el machete cortar largas hojas de palma (5 mts cada una) y colocarlas encima de la estructura. Luego con el mismo machete limpiamos el pasto y ramas del suelo, y finalmente colocamos más hojas de palma en el piso a modo colchón.
Armado el campamento, comenzamos a caminar rumbo a la selva, Tony con machete en mano abriéndose camino, y escopeta en la espalda en caso de alguna emergencia, ya que los tapires (animales parecidos a un jabalí y de hasta 250 kg), jaguares y pumas solían recorrer estas selvas, y aunque raramente se dejan ver por los humanos, nunca estaba de más prevenir. Avanzamos un buen rato junto al río, mientras Tony lentamente abría camino a través de una selva que nunca pensé fuese tan tupida. Nos encontramos un par de veces con huellas de Tapires y con monos arañas que descansaban en la copa de los árboles (a esa hora estaban todos durmiendo, y Tony decía que sabía que estaban ahí porque los olía!). De tanto en tanto, también nos encontramos con alguna plantas que iríamos recolectando para hacer té a la noche, otras cuantas que Tony nos explicaría sus usos medicinales, y para el broche de oro nos encontramos con el árbol de chicle! Sabían que el chicle que comen hoy en día, originalmente se hacía con la savia de un árbol? Al menos para mí era un misterio hasta que lo probé por mí mismo… se hace cortes a la corteza del árbol y la savia que brota se deja secar, luego simplemente ocupas esa savia bien dulce como chicle!! (los frutos ni que hablar lo sabroso que eran).
Después de un buen rato caminando, un poco acalorados, nos encontramos con una zona del riachuelo en donde este se hacía más profundo formando un tentador posón en el que no dudamos entrar para refrescarnos un poco, luego comer algo y finalmente seguir nuestro camino rumbo a …. dónde íbamos? …en realidad no íbamos a ningún lugar, así que solo seguimos caminando y abriéndonos paso a través del bosque. Finalmente el día se nos pasó recorriendo y conversando metidos en la mitad de la selva Beliceña… claramente no fue una aventura ultra extrema, mas para alguien que nunca ha estado internado en la selva de verdad, es una experiencia que sinceramente recomiendo.
Cuando por fin llegamos a nuestro campamento, después de como 6 horas caminando, moríamos de sed y cansancio. Cerca de la choza de la cuidadora habían plantados árboles de lima caribeña, una especie de limón color naranja con un sabor particularmente sabroso, y palmeras que daban cocos, así que aprovechamos de tomar unos ricos jugos naturales, luego prendimos el fuego y con algunas maderas armamos lo que sería nuestra cocina. Lo que restó de la luz del día, la gastamos comiendo, conversando y escribiendo esto… finalmente cayó la noche y junto con eso llegaron los infaltables e irritantes mosquitos, que ni con el potente repelente que yo tenía (más bien parecía un pesticida, traído de Tailandia) pude hacer frente a las decenas de picadas que al otro día aparecerían por todos lados. Junto con los mosquitos también desapareció el silencio… lo que antes era tranquilidad y ruido del viento, dio paso a un constante zumbido de los mosquitos, otros ruidos de quién sabe cuántos y qué tipo de insectos, y unos potentes e intimidantes gritos de los monos arañas que a esa hora ya estaban despiertos. También de vez en cuando se escuchaba relinchar al caballo de la choza… Tony nos explicó que el caballo estaba asustado porque probablemente había algún felino cerca.
Cuando ya habían pasado un par de horas desde que había oscurecido, notamos que algo más se había agregado al zoológico de animales que hasta entonces nos rodeaban. Inicialmente no supe muy bien qué eran esas decenas de pequeños puntitos blancos que brillaban en el pasto… eran como ojos cuando uno los alumbra en la noche. Me acerqué con la linterna solamente para confirmar lo que ya sospechaba, efectivamente eran ojos, y no un par precisamente; cuatro, ocho o más dependiendo de la especie… si, eran arañas y tarántulas de todos los tipos y tamaños. Estoy seguro que el gringo, quien tenía pavor a las arañas, no debe haber pasado una grata noche a la interperie, acompañados de nuestras cientos de amigas arácnidas.
La noche no fue grata, lo que inicialmente era un clima extremadamente caluroso, había dado paso a un frío que no esperaba, por lo cual no tenía el abrigo suficiente. Figuraba a las 3am despierto, con bastante frío y sin poder volverme a dormir, así que me levanté para hacer un poco de fuego y aprovechar el momento para tomar algunas fotografías hasta que el cansancio nuevamente me ganó y me dormí.
A la mañana siguiente nos despertamos con un clima que amenazaba lluvia… mala cosa considerando el camino de vuelta, que ya seco había sido difícil. Prendimos el fuego y rápidamente tomamos desayuno y armamos nuestras mochilas. Cuando teníamos casi todo listo comenzaron a caer las primeras gotas de agua, sin embargo, era una lluvia gentil, que no alcanzó a empantanar el camino y por lo tanto para mi suerte no nos complicó la vuelta (ese día debía viajar a Belice City para volver a México).
De vuelta en San Ignacio y rumbo a Belice City, tuve la mala suerte de tomar el bus lento, que parecía micro, parando en todos lados y lleno a no poder más, pero como andaba con tiempo no me compliqué. Ya en San Ignacio, me tocó hacer hora nuevamente, esta vez para esperar el bus rumbo a Cancún. El valor de este era muy similar al pasaje desde Cancún-Belice, sin embargo, aquí son más especiales… el bus es siempre el mismo, pero hay que pagar dos pasajes diferentes y en diferentes lugares. El bus salió a las 7pm en punto y me dejó directamente (después de cien paradas) en el terminal de ADO en Cancún, donde tomé un bus que me llevó al aeropuerto.
La aventura había terminado! Después de 7 días increíbles, por un lugar que nunca me imaginé iba a conocer, puedo decir que el tiempo y el dinero invertido valieron oro!! Sin duda alguna, este es un país conocido por pocos, lo que lo hace aún más atractivo… no lo duden y arriésguense, se acordaran de mí !! Hoy, año 2019, y con casi 30 países recorridos, sigue siendo este, el destino más bello e inesperado alguna vez conocido.
4 comentarios
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