La Cordillera Blanca es la parte de la Cordillera de los Andes ubicada en Perú, específicamente en la región de Ancash. Tiene 200 km de longitud y es la cordillera tropical más extensa que existe, con 722 glaciares en su listado. Formando parte de ella, se encuentra el Nevado Huascarán, famoso por ser la cumbre más alta de Perú. Esta majestuosa cordillera se caracteriza por sus llamativas y escarpadas siluetas nevadas, que año a año atraen turistas de todo el mundo para coronar sus cumbres, haciendo de esta zona, la capital del montañismo latinoamericano.
Tiempo invertido: 10 días
Largo total de la Ruta realizada: 61,8 kilómetros
Altura máxima alcanzada: 5.686 msnm (cumbre cerro Vallunaraju)
Desnivel máximo alcanzado: 1.249 metros (Vallunaraju)
Desnivel acumulativo: 6.231 metros
“Quien ha escuchado alguna vez la voz de la montaña, jamás la podrá olvidar”
Proverbio Tibetano
Table of Contents
CONSIDERACIONES
GENERALES
- La cordillera blanca tiene decenas de cerros y treks. Esta bitácora está lejos de ser una guía para poder decidir qué lugares visitar o cuáles no, y probablemente encontrarán información mucho más completa y mejor recabada en cualquier otro sitio dedicado a este tema en particular.
- La cordillera blanca se ubica en la provincia de Ancash, siendo Huaraz la ciudad ícono del montañismo en Perú, desde donde parten la mayoría de las expediciones.
- Época de montañismo: Junio-Agosto es la temporada alta, aunque personalmente recomendaría la segunda quincena de Julio y primera semana de Agosto, donde encontrarán más rutas abiertas, sin riesgo de ir finalizando temporada.
- El parque nacional Huascarán abarca varios sectores de interés en montaña, y por ende deberán pagar por ingresar a estos sectores. Vallunaraju, Tocllaraju-Ishinca-Urus, Pisco, laguna 69 entre otros, exigen la entrada. Si van por varios días y diferentes lugares, es deseable obtener el permiso por 30 días. Aquí las tarifas para 2018
- Todos los precios descritos en el relato están en soles. $1 Sol = $200 CLP
SOBRE ALOJAMIENTO
- Refugio Ishinca: Ubicado en el campo base que da a los cerros Tocllaraju, Urus, Palcaraju, Ranrapalca e Ishinca, a 4.300 msnm aproximadamente. Cuenta con comedor, piezas, y ducha. Info: refugiosandinos@hotmail.com
Precios: $45 pieza – $6-10 sándwich – $30 lomo saltado – $15 ducha - Big Mountain Hostel: Hostal ubicado en Huaraz, a pocas cuadras de la plaza y lugares de interés. Lo administra el dueño, que también es montañista, dándole un ambiente realmente agradable para los de nuestra especie. $20-22 con desayuno incluido.
- Base Camp Hostel: Hostal ubicado en Huaraz, al lado de la casa de guías y a pasos de la plaza. Tiene un restaurant abajo y la calidad de las piezas es muy buena. $18 sin desayuno con opción de agregarlo por $6 extra.
SOBRE MOVILIZACIÓN
- Desde Lima a Huaraz lo más sencillo y económico es tomar un bus. Son de excelente calidad y viajan de día o de noche, en un trayecto de aproximadamente 8 horas. Los valores van desde los $35-115, dependiendo de la empresa y si es normal-semicama-cama.
Info transporte - Para la movilización a los parques, eviten contratar agencias si quieren ahorrarse la comisión o precios excesivos. Pregunten directamente a taxistas en las calles.
Taxi Percy: +51 9 4896 5950
SOBRE PORTEO DE EQUIPO
- Recomendable 100% portear equipo ya que es económico y ahorran desgaste físico.
- Hacia Vallunaraju no existe porteo en mulas de equipo, y tampoco es necesario a mi parecer. Si desean porteadores, deben consultar en agencias.
- Hacia refugio Ishinca vale totalmente la pena portear, ya que son aproximadamente 12 kilómetros de trayecto hasta el CB.
- Don Victor es porteador con mulas y vive exactamente dónde te deja el taxi para partir caminando a CB Ishinca (Pashpa pampa): +51 9 5462 7671. Valor $25 por animal + $50 por arriero. Tened paciencia, es un viejito que habla Quechua.
ITINERARIO REALIZADO
DÍA 1: Santiago ⇒ Lima à Huaraz
DÍA 2: Huaraz ⇒ Refugio laguna Llaca
DÍA 3: Refugio Laguna Llaca ⇒ Cumbre Vallunaraju à Huaraz
DÍA 4: Huaraz
DÍA 5: Huaraz ⇒ CB refugio Ishinca
DÍA 6: CB refugio Ishinca ⇒ Camp. Alto Tocllaraju
DÍA 7: CA Tocllaraju ⇒ Intento cumbre ⇒ CB refugio Ishinca
DÍA 8: CB refugio Ishinca ⇒ Cumbre Urus ⇒ Huaraz
DÍA 9: Huaraz ⇒ Laguna 69 ⇒ Bus Huaraz-Lima
DÍA 10: Lima ⇒ Santiago
RUTAS TRAZADAS EN VISTA GOOGLE EARTH
RELATO DEL VIAJE
La idea y los preparativos
Desde hace tiempo la Cordillera Blanca venía sonando en mi cabeza… era como ese parque de diversiones donde muchos de tus amigos ya han ido, organizando salidas con el club, pasándolo a toda raja, y tu cachando nada. El año pasado fue mi primera intención por tantear terreno, sin embargo, mi grupo de amigos tenía otros planes, y finalmente terminamos viajando a la Cordillera Real, lo cual era igual de bueno para alguien que no conocía una sola montaña fuera de su país. Cuando llegó el 2018, llegaron también los planes de nuevas aventuras. Otro año, otra cordillera, y esta vez sí que le tocaba el turno a la famosa Cordillera Blanca de Perú. Quien finalmente materializó la idea, fue nuestro amigo Paris Capetanópulos, de ChileHike, y el objetivo ni más ni menos, sería escalar la cumbre más alta de Perú, el Nevado Huascarán, una cumbre emblemática por su monstruosidad en tamaño, gigantescos glaciares y múltiples rutas para elegir. El grupo lo conformaríamos siete personas; Paris Capetanópulos, Alejandra Eguiguren, Thomas Schulze, Tomás Van Wersh, Francisco Ojeda, José Contreras y yo. Sin embargo, por algunos problemas logísticos, finalmente se bajaron Ale y nada menos que Paris, el gestor de toda esta aventura, mas los pasajes ya estaban comprados y las cartas echadas. Y así, de a poco, y con algo de dificultad, nos fuimos organizando hasta tener todo más o menos armado, y digo dificultad porque de los seis, dos vivíamos en otras ciudades y otros cuantos ni siquiera se conocían.
La aventura la comenzarían José y Pancho, quienes una semana antes viajarían hasta Huaraz para aclimatar y realizar algunas montañas más técnicas, para luego recibirnos y partir junto a nosotros al famoso Huascarán. Pasó, que una semana antes de que tomásemos el vuelo, tres montañistas que intentaban la cumbre del Alpamayo, fueron desbarrancados por el hongo cumbrero, que se desprendió y cayó por una de las rutas del cerro. Alpamayo… Huacarán… Huascarán… Alpamayo, nada que ver podría pensar más de uno por allí, pero algo estaba diciendo el accidente. Recién comenzábamos la temporada y ¿se estaban desprendiendo hongos cumbreros? Esta sin duda era una temporada extraña, donde nuevamente el cambio climático nos jugaba una mala pasada. Nevadas muy tardías, que, hasta ahora no habían dejado abrir gran parte de las rutas, y una isoterma altísima de 5.000 metros que derretía todo. La cordillera pedía a gritos sacrificios. Y a futuro, los tres fallecidos del comienzo serían acompañados de un guía en el Huascarán y otro par más en el Artesonraju. Cuando algo te dice que no subas, sencillamente no subas, y ese sentimiento se nos metió inmediatamente después del primer accidente, lo que nos llevó a contactar algunos guías de la zona. No estaba fácil el Huascarán, solo 2 guías habían logrado coronarlo unas semanas atrás, además de que había muchísima nieve acumulada y nuestra ruta normal pasaba exactamente por la zona de riesgo de avalancha… con todo esto, la decisión fue unánime, optaríamos por cerros menos icónicos y gloriosos, pero que al menos nos permitieran volver para contar nuestra historia.
CERRO VALLUNARAJU – LAGUNA LLACA
DÍA 2 , Sábado 7 de Julio:
Huaraz – Refugio Laguna Llaca
Habíamos llegado tarde la noche previa, y ese día, salvo cenar algo y comentar vagamente que iríamos al Vallunaraju, no planificamos mucho más, ya que José dormía raja después de un par de días de escalada en Hatun Machai y Pancho andaba casi por las mismas. Por eso, fue que hoy en vez de tener todo listo y partir a primera hora al cerro, nos dimos mil vueltas antes de poder tener todo coordinado. Dado que el Vallunaraju fue un cerro elegido en último momento por los incidentes antes descritos, tampoco estábamos tan a caballo con la información respecto a la logística de este cerro y menos aún teníamos taxi o mulas coordinadas… el desorden de un grupo de 5 personas viviendo en diferentes ciudades. Sabíamos eso sí, que era un cerro sencillo y bastante corto, pudiendo salir con calma a medio día, lo que nos dio la libertad de ir tranquilamente a desayunar y luego comenzar a conseguir mulas y taxi. El primer problema que nos encontramos, y que en realidad a fin de cuentas no sería problema en absoluto, fue que era imposible conseguir mulas en el sector del Vallunaraju, lo cual significaba que deberíamos subir cargados hasta el campamento morrena, que no hubiese significado nada si es que no fuese porque para eso ya íbamos bastante tarde. El segundo problema, fue que no logramos encontrar un solo taxi que nos quisiese llevar para allá, salvo los de agencia, que nos cobraban carísimo por dejarnos en la Laguna Llaca. Así, sin mucho donde elegir, nos fuimos sin mulas y terminamos pagando un transfer que nos cobró 230 soles por llevarnos.
Cuando íbamos en el taxi y salimos de Huaraz entendimos un poco el por qué ningún taxista nos llevaba y el precio que nos había cobrado. Nos tomó casi dos horas llegar al refugio de la laguna Llaca, y por un camino que me dolió hasta a mí por el pobre auto. De camino allá, fuimos disfrutando el increíble paisaje que se tiene desde las alturas de Huaraz, maravillados con los infinitos y desafiantes cerros que se veían por doquier, cumbres y cumbres para no acabar. Después de casi dos horas, y un movido viaje, llegamos por fin al refugio, donde descargamos nuestro equipaje, estiramos un poco las piernas y nos juntamos a decidir qué haríamos. Podíamos partir en ese mismo momento rumbo al campamento morrena, podíamos quedarnos allí y portear equipo hasta arriba o sencillamente podíamos no hacer nada, y al día siguiente subir en una sola jornada hasta la cumbre. En lo personal, era de la idea de portear equipo para aclimatar un poco y mover las patitas, sin embargo, no tuve mucho apoyo y finalmente optamos por lo más fácil, armar campamento y dejar todo para el día siguiente.
Nos instalamos al lado del refugio. Lo acaban de construir y aún no estaba operativo, pero se veía bastante prometedor. Junto a nosotros acampaban unos peruanos que también harían el mismo itinerario que nosotros, y estaban además las carpas comedor de un equipo de brasileños que ya estaba arriba haciendo instrucciones. Dejamos todo armado, agarramos nuestra cámaras y salimos a movernos un rato camino hacia la laguna Llaca, que no estaba más allá de unos 5 minutos de caminata. La vista era hermosa y majestuosa, una laguna glaciar enorme y de fondo el increíble Ranrapalca. Era la primera vez que podía ver en detalle y de cerca uno de los cerros de la cordillera, y realmente hacía honra a la reputación que tenía. Paredes escarpadísimas, puntiagudos picachos y bloques gigantescos de hielo a la orden del día. Ver esto me generaba un sensación que invadía en mí una mezcla de respeto y ansiedad por querer comenzar cuanto antes a subir, y faltaba poco. Para cuando comenzó a atardecer a eso de las 18:00, ya todos estábamos cenados y lo único que restaba por hacer, era meterse en el saco y descansar lo máximo posible… saldríamos a las 1:30 am caminando.
DESNIVEL: 1.384 metros
ALTURA MÁXIMA: 4.436 msnm
TIEMPO INVERTIDO
– Huaraz ⇒ Laguna Llaca: 01:50 horas aproximadamente
CONSIDERACIONES:
– Valor transfer para 9 personas: $230 soles
– Si se desea ocupar el refugio, se debe contratar en la casa de guías.
DÍA 3, Domingo 8 de Julio:
Refugio – Campamento Morrena – Cumbre Vallunaraju – Huaraz
En la TNF V25 dormíamos los tomases y yo, y aunque algo apretados, no podía quejarme de haber tenido una mala noche, 5 horas de sueño de corrido son envidiables a 4.700 metros. Eran las 12:45 cuando despertamos, y afuera ya se escuchaba el movimiento de nuestros vecinos peruanos, que estaban planificados para salir a las 1 a.m. y ya arreglaban sus últimas cosas. De nuestros compañeros Pancho y José, no escuchábamos nada, a excepción de unos ronquidos provenientes de la Thor 2. Cuando desperté a Pancho, este no entendía mucho qué hacía yo en pie tan temprano, y cuando cayó en la cuenta que se habían quedado dormidos, rápidamente comenzaron a moverse. Entre todo, y como siempre pasa en los grupos grandes, inevitablemente salimos 20 minutos tarde, aunque nada mal para ser cinco pelagatos. Siendo las 1:50 a.m., dábamos inicio a nuestra ascensión de los 1.000 metros que nos separaban de la cumbre del Vallunaraju, la cual esperábamos coronar a eso de las 9 a.m.
La ruta de ascenso comenzaba a escasos 100 metros de nuestro campamento, y no se iba con chicas. No bien pusimos un pie sobre esta, ya tuvimos que empezar a trepar con buena pendiente, subiendo con la ayuda de piedras, e incluso en algunos sectores trepando con la ayuda de árboles. Nada del otro mundo, pero en absoluto similar a esos horribles y eternos acercamientos a los que estamos acostumbrados en Chilito. Solo pensar en la idea de haber subido eso con las mochilas full, me agotaba. La huella, excelentemente marcada, transcurría siempre entre un bosque de enormes quinuales, bellísimo árbol que nunca antes había visto, y que se le denomina como árbol de papel, por su peculiar corteza, que se parece muchísimo a la masa de hoja. Era realmente bello estar a casi 5.000 metros de altura y poder estar subiendo a través de un bosque como este, haciendo que la parte “latera” de aproximarse hacia el glaciar, se volviese otro panorama entretenido por si mismo. Cuando alcanzamos el campamento morrena, llevábamos poco más de hora y media caminando, y era extremadamente temprano. Tanto, que de todas las carpas que habían, y eran hartas, no había ninguna en movimiento, salvo la de un gringo con un par de skies de rando que ya iba partiendo en solitario. De los vecinos peruanos, después de haberlos pasado a los 30 minutos, ya no teníamos ninguna noticia.
Nos semi equipamos en el campamento y luego retomamos el rumbo por la difusa huella que subía por un sector de rocas, donde tuvimos que hacer más de algún gateo fácil hasta llegar al inicio del glaciar. Allí, terminamos por equiparnos, repartimos peso, y nos pusimos nuevamente en marcha, aprovechando de seguir las huellas en el glaciar y la luz de nuestro desconocido amigo solitario. La nieve estaba muy firme, y en pro de la agilidad, comodidad y rapidez, decidimos que de momento no nos encordaríamos, lo que nos permitió subir practimante derecho para arriba, sin zigzageos gigantescos ni tironeos innecesarios.
Toda la primera parte fue bastante fome, y era de esperar, considerando que la primera hora y media solo veíamos lo que nuestras linternas alcanzaban a alumbrar. Caminábamos tratando de mantener un buen ritmo, intercambiando el peso de las cuerdas y reuniéndonos de vez en cuando. La nieve aún seguía firme y nuestras cuerdas seguían en las mochilas. Cuando comenzaron a aparecer los primeros rayos de sol, el panorama cambió radicalmente, mostrándonos lo magnífico del lugar donde estábamos parados. La huella hacia atrás había venido zigzagueando entre sendos grietones, los cuales se extendía por toda la parte baja del glaciar, dando la sensación de que fuese un mar lleno de olas blancas, y hacia arriba, si bien las grietas estaban menos visibles porque había enormidad de nieve acumulada, igual se formaban zonas de puentes, cuevas y hermosas rimayas que daban la belleza escénica característica de esta cordillera.
Avanzábamos con tranquilidad y sin mayor apuro hasta la cumbre. Algunos, especialmente los recién llegados, comenzábamos a sentir algo la altura, sin embargo, para haber estado a nivel del mar tan solo un par de días atrás, nos desempeñábamos bastante bien en nuestro primer día de aclimatación activa. Seguíamos caminando en libre, ahora por zonas mucho más parejas y con más acumulación de nieve. Arriba, el skiador solitario ya había coronado cumbre y poco rato después lo veríamos tranquilamente bajando y esquivándonos por laderas que incluso a pie me hubiese dado susto pasar… poco rato después, alcanzaríamos el filo cumbrero. Aquí, el sol llegaba de lleno y rápidamente cambió la temperatura, haciendo mucho más agradable el estar allí. A pocos metros ya se veía la cumbre, y eso nos daba el último empujón para seguir caminando aún con más ganas. Uno a uno fuimos llegando hasta estar los cinco reunidos en la amplia meseta cumbrera del Vallunaraju. Desde aquí, teníamos la increíble vista de toda la cordillera blanca a nuestro alrededor, en un día 100% despejado y que nos regalaba las bellas vistas al Huascarán, Copa, Artesonraju, y ni más ni menos, que el majestuoso Tocllaraju, objetivo que nos esperaba para la semana siguiente.
Comenzamos bajando tipo 9 am, cuando ya nos habíamos aburrido de tomar tantas fotos y no teníamos más que hacer. Sin mucho apuro descendimos por la misma ruta de subida (nuestro taxi llegaría en 6-7 horas más), encontrándonos de tanto en tanto con algunas cordadas que evidentemente habían salido algo atrasadas, y con el gran grupo de brasileños que estaban en la instrucción de rescate en grietas y que ni sospechaban que su pobre carpa yacía esparcida por todo el campamento bajo gracias a unas vacas que les habían comido todo durante la noche. Casi 4 horas desde iniciada la bajada, estaríamos ya los cinco reunidos en el campamento y desarmando nuestras cosas en espera de nuestra van, que luego nos percataríamos que habría sido cambiada por dos taxis destartalados sin frenos ni neumáticos, pero que al menos estarían a la hora acordada para llevarnos de regreso a Huaraz.
DISTANCIA: 11,16 kilómetros
DESNIVEL: 1.249 metros
ALTURA MÁXIMA: 5.686 msnm
TIEMPO INVERTIDO
- Refugio – Campamento Morrena ⇒ 1:40 horas
- Campamento Morrena – Inicio glaciar ⇒ 00:25 horas
- Inicio glaciar – Cumbre ⇒ 03:25
- Cumbre – Refugio ⇒ 03:40
- TOTAL ⇒ 11:00 horas (1:50 → 12:50)
CERROS TOCLLARAJU Y URUS ESTE
DIA 5, Martes 10 de Julio:
Huaraz – Campamento base refugio Ishinca
No fue sencillo decidir que cerro remplazaría al Nevado Huascarán. Cada cual tenía sus ideas, expectativas y aprensiones. Un factor relevante a considerar, era que los días previos, Pancho y José, habían ya intentado ascender el Tocllaraju, teniendo que devolverse por factores externos al cerro. Pancho sobre todo no le animaba mucho la idea de volver al cerro esta vez, ya que no era la primera vez que lo intentaba, y visitar nuevamente y por tercera vez el valle era un poco reiterativo. Otro factor era el clima, que estaba evidentemente inestable para la época en que nos encontrábamos, y que podía fácilmente poner en riesgo nuestro éxito de cumbre. Se veía venir una ventana climática estrecha, que alguna chance nos daba de lograr la cumbre, y tras consultarlo en la casa de guías, consideramos que al menos teníamos posibilidades. De cualquier forma, el clima sería parejo para cualquiera de los valles a visitar, y sin gran margen de tiempo, no teníamos mucho que hacer. Finalmente, surgían también las alternativas a otras cumbres diferentes, sonando bastante el cerro Copa, un seis mil poco visitado y bastante poco técnico, así como también el cerro Chopicalqui, otro seis mil, quizá tan atractivo y técnico como el Toclla. Ambas opciones, sin embargo, tenían la desventaja de no tener ruta abierta, y para un grupo de chilenos por primera vez en esa zona, ponerse a abrir ruta en zona desconocida, con nieve recién caída y el clima inestable, sonaba a lo menos poco inteligente y con olor a fracaso. Así, el Tocllaraju, cuya ruta ya estaba abierta, se perfilaba como la mejor opción si lo que queríamos hacer era un 6.000 técnico, pero nos surgían algunas dudas, ya que varias cordadas previas habían hablado con José y Pancho, y les habían comentado que justo antes de la cumbre, pasado el último largo, se había abierto una gran grieta que antes no existía, y que no habían podido sortear. Al final, en la casa de guías, nos informaron que la ruta estaba en buenas condiciones, y así, decidimos que nos jugaríamos las cartas por este seis mil.
Persi, nuestro taxista, nos pasó a buscar al hostal en su station de los años ’90, donde sorprendentemente logró hacer que las 5 mochilas y toda la ferretería cupiese dentro. Nos metimos como pudimos y partimos rumbo a la quebrada Ishinca. Después de poco más de una hora, llegamos a Pashpa pampa, donde nos estaría esperando Don Victor, un viejito arriero al cual le faltaban la mitad de los dientes, hablaba quechua y su español era bien inteligible… aún no deja de sorprenderme cómo es que Pancho logró comunicarse por celular con él y coordinar todo.
La ruta comenzaba desde aquí, y tal como dice su nombre, es una pampa, ubicada entre dos valles que se abrían camino hacia las montañas, dando un vista genial, donde todo era verde y blanco. A nuestra derecha se apreciaba hermosa, la cara Este del Vallunaraju, y a nuestra izquierda y a lo lejos, se divisaban majestuosos el Huacarán y el Copa. Dejamos a nuestro arriero cargando, y nos pusimos en marcha a través de un camino amplio y algo seco, pero que luego se internaría por un hermoso bosque. Eran aproximadamente 12 kilómetros de marcha, en una ruta que era de poco desnivel y sin ninguna dificultad, lo que nos permitió subir a buen ritmo pero a la vez disfrutando de buenas conversaciones. Escasas dos horas nos tomó llegar hasta el campo base, ubicado a 4.380 msnm. El sitio era una amplia explanada, con un estero proveniente del Toclla que la cruzaba y todo alrededor cerros. Al Norte el conjunto de Urus, al Sur Ishinca y Ranrapalca, y al Este el Tocllaraju. Carpas repartidas por doquier adornaban el lugar, y al centro, un gigantesco refugio de montaña como nunca antes había visto. Dos pisos, construido en roca, con habitaciones y un un restaurant… si! un restaurant a 4.400 msnm.
Nos reunimos y esperamos las mulas, para luego armar campamento. Mientras, observábamos como el Toclla se escondía celoso tras nubes que pasaban y pasaban, hasta que de pronto, tan solo unos pocos minutos, se dejó ver en toda su magnitud. Allí estaba, nevado hasta las patas, con escarpadas paredes y su filo, que supuestamente nos debería llevar hasta el hongo cumbrero, crux de la ruta. Poco duró el gusto, ya que minutos después, nuevamente se volvería a cubrir, haciéndonos presagiar que quizá nuestra ventana climática no fuese la ideal, mas ya estábamos allí y no teníamos mucho que hacer al respecto. Tras armar nuestras carpas y cocinar algo, agarramos todo y nos fuimos los cinco dentro del refugio para cenar. Este, por dentro era aún más bello, y tenía todo el estilo y ambiente que daba un refugio de montaña repleto de extranjeros de diferentes lugares del mundo planeando sus aventuras. Algunos celebraban y se reían jugando juegos, otros planificaban rutas con sus mapas en mesa, y nosotros llegábamos con nuestra comida lista para disfrutar al calor del fuego junto a un expresso dopio servido por el italiano encargado del local.
DISTANCIA: 13,1 kilómetros
DESNIVEL: 737 metros
ALTURA MÁXIMA: 4.386 msnm
TIEMPO INVERTIDO
- Pashpa pampa – Refugio Ishinca ⇒ 02:10
- TOTAL ⇒ 02:10 horas
DÍA 6, Miércoles 11 de Julio:
Campamento base – Campamento Alto Tocllaraju
Despertamos en un inusual escenario donde todo nuestro campamento figuraba cubierto de una delgada capa de nieve caída durante la noche. A lo menos peculiar para la fecha en la que nos encontrábamos, y bastante preocupante si considerábamos que arriba debería haber caído harto más que esa delgada capita de nieve. Nada que hacer la verdad, así que seguimos con nuestros planes y nos pusimos a armar el desayuno, para luego irnos a comer al refugio, con toda la calma de un día que solo nos demandaría algunas horas de trayecto hasta el campamento alto.
Salimos pasado el mediodía, cargados con nuestras mochilas full. El camino, excelentemente marcado, era bien obvio y se adivinaba bastante agotador. Luego de una aproximación suave hasta la morrena, la ruta giraba y se enfilaba directo para arriba en un zigzagueo del terror. La vegetación baja, daba paso a terreno montañoso, y la ruta bien marcada, se volvía difusa y se separaba en varias posibles alternativas, indicadas solo por monolitos sobre un terreno lleno de grandes rocas, y que ahora además estaba cubierto por una gruesa capa de nieve.
Después de una jornada de 3 horas bastante cansadoras, llegamos a instalarnos con nuestro campamento a 5.100 msnm. Junto a nosotros, nos acompañaba un grupo de mexicanos que iban en un grupo guiado, y del cual luego nos enteraríamos que apenas sabían ponerse los crampones, pero que aún así tenían planeado subir el Toclla y luego ni más ni menos, que el Ranrapalca. Una muestra de lo que es el montañismo pagado y cuánto están dispuestas a arriesgar las oficinas turísticas y los guías por las lucas. Con todo armado, nos sentamos a preparar y comer nuestras liofilizadas, con la bella vista del Ranrapalca e Ishinca de telón de fondo. Aún era temprano, pero ya teníamos todo preparado para el ataque a cumbre del día siguiente, y considerando que saldríamos a media noche, sin dudarlo mucho, nos guardamos y nos pusimos a dormir a las 6pm, cuando aún el sol estaba arriba y costaba cerrar los ojos.
DISTANCIA: 2,86 kilómetros
DESNIVEL: 715 metros
ALTURA MÁXIMA: 5.100 msnm
TIEMPO INVERTIDO
- Refugio Ishinca – Camp alto ⇒ 03:10 horas
- TOTAL ⇒ 03:10 horas
DÍA 7, Jueves 12 de Julio:
Intento cumbre Tocllaraju – Campamento alto – Campamento base
Habíamos dejado todo listo la tarde previa, y salvo comer una que otra cosa, a las 00:00 no había demasiado que desayunar. Afuera nos esperaba una oscura noche sin luna, que parecía despejada y sin viento, o al menos algunas estrellas se alcanzaban a ver en el cielo, haciéndonos confiar que nuestra ventana climática efectivamente era tal. Nos coordinamos por radio para salir juntos, y cuando tuvimos todo ok, nos juntamos para iniciar la marcha. La huella era bastante obvia al comienzo, pero bastó con salir de la protección del campamento, para que cualquier esbozo de camino, pisadas o huellas, desapareciesen sin dejar ningún rastro, por lo que tuvimos que recurrir precozmente al uso del GPS, ya que obviamente ninguno de nosotros sabía la ruta a seguir, y sin luna, la visibilidad llegaba hasta donde nuestras linternas eran capaces de alumbrar.
Íbamos todos juntos, guiándonos entre una mezcla de GPS y una huella que de cuanto en cuanto se dejaba ver en las zonas de barlovento. En sotavento, la huella se perdía por completo, dejando nieve blanda sobre la cual caminar, aunque la acumulación era poca, y abrir no se volvía complejo o inseguro. De a poco, la amplia explanada plana y sin huellas, fue dando paso a un laberinto de grandes grietas que se irían poniendo cada vez más tortuosas, y a medida que ganábamos altura y la pendiente incrementaba, nos hacía adivinar que nos acercábamos al gran conjunto de grietas que antecedía la montura del filo.
Llegamos a un punto, en que la nieve poco profunda de antes, se hacía pesada y llegaba hasta la rodilla, indicándonos que era momento de encordarnos (hasta ahora la huella si bien zigzageaba entre grandes grietas, era tan firme que habíamos estado subiendo en libre con bastante tranquilidad). Estábamos ya sacando las cuerdas y armando todo, cuando Pancho se acercó a nosotros y nos indicó que no subiría, ya que consideraba las condiciones arriba no estarían buenas, por lo que prefería bajar ahora que podía regresar solo. Y efectivamente, Pancho tenía toda la razón, y creo que todos de cierta forma lo sabíamos, sin embargo, nadie dijo nada. Acordamos que se llevaría una de las radios y bajaría por la misma ruta de subida, que hasta este punto era suficientemente segura para hacerla solo y sin encordarse, motivo por el cual decidió abandonar ahora y no más adelante, cuando hubiese implicado el retorno de toda una cordada con él.
Mientras veíamos como la linterna de nuestro amigo se alejaba, nosotros continuamos con nuestra tarea de aseguramiento, y ya con todo listo, dimos inicio nuevamente a la búsqueda de la huella. El GPS, claramente referencial en este mar de grietas, nos indicaba groseramente que íbamos en dirección correcta, pero estaba lejos de indicarnos exactamente cuál camino seguir. Ahora lideraba la marcha Van Wersch y yo le secundaba, intentando alumbrar a través de la nieve polvo que se levantaba cada vez con más intensidad, ya que el viento, antes casi imperceptible, ahora se hacía frecuente y con ráfagas arrachadadas que levantaban nieve polvo sobre nosotros. En un punto, intentamos explorar una posible ruta que subía, solo para percatarnos que finalizaba en un grietón monumental e imposible de sortear. Luego encontramos un filo que bordeaba esta gran grieta y comenzamos a remontarlo, aparentemente siguiendo la huella correcta, ya que VW encontraba de tanto en tanto algunas pisadas que nos indicaban que pareciese íbamos bien. Acá arriba, expuestos totalmente al viento, la nieve polvo nos golpeaba cada vez con más fuerza y hacía que incluso alumbrar fuese difícil. Algunas rachas de viento incluso nos obligaban a asegurarnos para no perder estabilidad, y así la cosa cada vez se ponía más fea. Finalmente, Tomás decidió detenerse, justo antes de un punto donde el filo se hacía tan angosto que sólo nos permitiría avanzar o retroceder en fila. Allí nos reunimos los cuatro para decidir qué hacer. Primero intentamos ver donde estábamos, alumbrando a la distancia algo más que la nieve polvo que pasaba frente nuestro con las ráfagas. A nuestra izquierda, logramos ver a duras penas el otro borde de la grieta, algo así como a 50 metros de distancia, y su gran pared, que -sin bromear- tenía unos 30 metros de altura… Aquí me detendré un poco, ya que cinco minutos antes de que todo esto ocurriese, sonaron nuestras radios con una voz del todo conocida… -Panchito- que decía: “Cabros, no encuentro la ruta de bajada. El viento tapó todas las huellas”.
En este circo que estábamos en dicho momento, estaba claro que la única dirección que debíamos tomar, era rumbo a la carpa. No teníamos ruta clara, había escasa visibilidad a distancia, el viento se hacía cada vez más potente y nuestro amigo figuraba ¡perdido y abandonado en la mitad del glaciar! Hermoso jajaja. Bueno, al menos dentro de todo este show, por lo menos frío no hacía, teníamos GPS y Pancho aún veía nuestras luces a la distancia, lo que hacía que todo pareciese bajo control. Nos dimos media vuelta sin lamentarlo mucho, ya que al menos la culpa del fracaso no cargaba sobre nosotros, y fuimos en busca de la luz que -no muchos metros más abajo- avanzaba hacia nosotros.
Nos reunimos con Pancho unos 20 minutos después, quien venía subiendo de lo más tranquilo que había, y nos contó que, al poco avanzar, se había percatado que la huella se volvía difusa por la nieve que volaba el viento, y que había preferido detenerse allí en el camino, antes de seguir avanzando por cualquier parte y perderse… además que, según él, estaba seguro que íbamos a bajar igual jajaja! Ahora todos reunidos, bajamos a punta de GPS de vuelta al campamento. A medida que avanzábamos, o más bien retrocedíamos, el viento se volvía más calmo y la noche más tranquila. Para cuando alcanzamos el campamento a las 04:30 am, había una quietud envidiable, que inevitablemente nos hizo cuestionar si habíamos tomado la decisión correcta respecto a regresar… ya veríamos. Y sobre el grupo de mexicanos, quienes esperábamos cruzarnos en nuestra bajada, nunca supimos. Luego nos enteramos por los guías, que ni siquiera salieron de la carpa, ya que los guías no se los permitieron, a pesar de los berrinches que algunos de ellos hicieron dado a que nosotros igual estábamos intentando la cumbre.
RUTA TRAZADA EN EL INTENTO AL TOCLLARAJU
Despertamos en la carpa tipo 9 am, no porque ya estuviésemos recuperados y menos por el sol o calor que a veces suele despertarte a esas horas. Despertamos porque la carpa se movía de un lado a otro, y afuera soplaba el viento cual tormenta. Con la calma de saber que para ese día no había otra tarea más que volver al campamento base, nos dimos mil vueltas antes de pensar en levantarnos, y en toda esta espera finalmente llegó Pancho a nuestra carpa y nos dijo que ya estaban listos para bajar y que nos encontrábamos abajo. Cuando por fin nos animamos a sacar nuestras narices fuera, vimos que estaba todo tapado, corría bastante viento y caía algo de nieve polvo… lejos de ser una tormenta, pero ni para imaginarse estar intentando subir el hongo cumbrero a 6.000 metros de altura. Del resto en el campamento no quedaba nadie. Desarmamos todo lo más rápido posible y emprendimos el regreso al campamento, bajando nuevamente por el sector de rocas nevadas y luego el zigzagueo del terror. Abajo, Pancho y José ya estaban instalados y de lo más relajados esperándonos. Tras armar campamento y cocinar algo, nos fuimos al refugio y allí discutimos los planes a seguir. El día siguiente debíamos bajar a Huaraz, sin embargo, si partíamos temprano, alcanzábamos sin problemas a hacer la cumbre del Urus. Pancho y José, quienes ya habían subido este cerro, se quedarían descansando, y los Tomases y yo, subiríamos a primera hora, para alcanzar a estar a las 9 am de vuelta en el campamento y no perder las mulas.
DISTANCIA: 6,26 kilómetros ( 1,7 km x 2 + 2,86 km)
DESNIVEL: +350 /-1.106 metros
ALTURA MÁXIMA: 5.492 msnm
TIEMPO INVERTIDO
- Camp alto – Camp alto ⇒ 04:00 horas
- TOTAL ⇒ 04:00 horas (00:30-04:30)
DÍA 8, Viernes 13 de Julio:
Campamento base – Cumbre Urus Este– Huaraz
Madrugamos antes que cualquiera que quisiese ascender el Urus, de eso no hay dudas…¿quién se iba levantar tan temprano para este cerro? A las 2 am estábamos casi listos para comenzar nuestra ascensión, y afuera, se veían algunas luces en las carpas, que muy probablemente, se preparaban para ascender otras cumbres. Tomamos la marcadísima huella rumbo al Urus, que partía a escasos metros del refugio, y comenzamos a subir los tres por este camino que ladereaba y ganaba altura rápidamente, avanzando entre vegetación baja y abundante roca. Al poco rato, ya habíamos subido fácilmente unos 500 metros, y abajo aún se alcanzaba a divisar el campamento, mientras que opuesto a nosotros, se veía claro y hermoso el zigzagueo que dibujaban las luces frontales de todos aquellos que intentarían conquistar la cumbre del nevado Ishinca o Ranrapalca.
Creo que llevábamos apenas 2 horas cuando decidimos parar. Nuestros cálculos inicialmente nos posicionaban en la cumbre del Urus al amanecer, o al menos eso era según los tiempos que manejábamos, sin embargo, si seguíamos subiendo a este ritmo, muy probablemente llegaríamos arriba de noche. Por eso, optamos por detenernos un momento, abrigarnos, cambiar las botas y descansar… hacía un frío horrible, y sin dudarlo, preferíamos ajustar los tiempos acá, antes que tener que estar esperando el amanecer en la cumbre muertos de frío. Treinta minutos después empezamos a caminar nuevamente. La noche, al igual que la previa, no tenía luna y la oscuridad era absoluta, limitando nuestra visión solo hasta donde nuestras frontales lo permitían. Seguíamos los monolitos de roca, que cada cierto tiempo se nos perdían, debiendo detenernos a buscar el siguiente, y así fuimos avanzando y avanzando, hasta que de pronto estábamos trepando por gateos de roca que nunca supimos existían. Lideraba la marcha Thomas, demostrando ahí sus habilidades en la escalada, Van Wersch lo seguía, y yo, despotricando contra la roca, cerraba todo complicado. La gran mayoría de las pasadas, eran sencillas y entretenidas, una trepada fácil donde quizá lo más complejo era elegir la ruta a tomar, ya que había monolitos por todos lados, sin embargo, en un par de oportunidades si tuvimos que hacer algunos pasos más complejos, y que al menos a mí, me pusieron un poco los pelos de punta. Uno de ellos, fue un cruce de no más de metro y medio, pero por sobre una roca en 45°, semicubierta de nieve, y donde para cruzarla, debías afirmar un pie en un pequeño resalte, y luego dar un paso de gigante hasta una terraza nevada de dudosa seguridad.
Cuando por fin llegamos al nevero que nos llevaría a la cumbre, estaba amaneciendo. Desde aquí se veía claramente la ruta, aunque no aún la cumbre, y avanzábamos con harta facilidad sobre nieve firme y de no mucha pendiente. El frío cada vez se hacía peor, sobre todo acá que estábamos desprotegidos y nos acercábamos al filo final, el cual rápidamente se dejó ver. Corto y con moderada pendiente, se erigían los últimos metros hacia la cumbre, los cuales subimos prácticamente por una escalinata tallada en nieve de tanta gente que había ascendido los días previos. Al llegar arriba, corría un viento de los mil demonios, y entre mitones y parkas himalayeras nos dimos un abrazo cumbrero. Poco rato después llegó un mexicano, que acampaba al lado nuestro y que previamente nos habíamos topado en otra ruta. Venía solo y nos había sacado fácil una hora de ventaja, por lo que le preguntamos por donde había subido, y allí caímos en la cuenta que habíamos tomado cualquier ruta menos la normal. Con la noche boca de lobo, habíamos seguido una ruta alternativa, más lenta y de mayor dificultad, que se iba por el sector de rocas de la derecha y que reducía el ascenso por glaciar a prácticamente nada. La otra ruta, que se iba por la izquierda y se subía precozmente al glaciar, la habíamos pasado volando sin darnos cuenta, incluso habiéndola visto en algún momento… claro, que cuando nos percatamos de esta, ya estábamos montados en las rocas, y llegar a ella hubiese significado una desescalada asesina, que nos hizo pensar que sencillamente que por allí no era la cosa.
Cuando bajamos , procuramos elegir esta vez la ruta correcta, lo cual con luz fue bastante fácil de hacer. Allí estaba la ruta normal, repleta de gente encordada con sus guías, recién comenzando a subir. Desescalamos un paso de 60° y no más de 4 metros de largo, y eso fue todo el crux de la ruta. Luego seguimos bajando por un sector de un pequeño canalón, donde venía subiendo encordado un grupo de turistas y eso fue todo. Nos quedamos un rato descansando y observando el circo que teníamos en frente, una mezcla de guías que gritaban que hacer y turistas encordados que no entendían ni diantres que les hablaban. Otra pequeña muestra de que, al fin de cuentas, con plata baila el monito.
Llegamos de vuelta al campamento a las 09:30 am, y José con Pancho ya estaban en las labores de ordenar sus cosas. El arriero acababa de llegar también, y nosotros aún teníamos todo armado y desparramado por todos lados. Con esto, en vez de ponernos a descansar, tuvimos que comenzar a desarmar flash todo el campamento, mientras les contábamos nuestra experiencia a los chicos, intentando explicarles la variante que por casualidad habíamos terminado haciendo. A las 10:30 comenzábamos a bajar de vuelta a Pashpa pampa, donde nos encontraríamos con nuestro taxista Percy y luego volveríamos a Huaraz, para dar por finalizado nuestro itinerario de montaña.
DISTANCIA: 18,54 kilómetros (5,14 km. + 13,4 km)
DESNIVEL: +1.034 /-1.770 metros
ALTURA MÁXIMA: 5.420 msnm
TIEMPO INVERTIDO
- Refugio Ishinca – Cumbre Urus ⇒ 04:45 horas
- Cumbre Urus – Refugio Ishinca ⇒ 02:00 horas
- TOTAL ⇒ 07:15 horas
LAGUNA 69
DÍA 9, Sábado 14 de Julio:
Huaraz – Laguna 69 – Huaraz – Lima
Para la gran mayoría de las personas, de seguro este hubiese sido el día de descanso, especialmente tras dos noches despertando entre 1 y 2 de la madrugada. Para Tomas VW y yo en cambio, pensábamos que irnos de Huaraz sin haber visitado la famosa laguna 69 sería imperdonable. Por eso, y considerando que días para dormir siempre hay más adelante, otra vez madrugamos. Esta vez sí, no tan temprano, ya que nos pasaban a buscar a las 05:30 am en un bus que nos llevaría rumbo al parque nacional Huascarán, en un viaje de 2:30 horas.
El bus, repleto de turistas extranjeros y un guía, que a duras penas sabía decir hello, se paseó por todo Huaraz recogiendo turistas, antes de dar rumbo al parque. Cuando por fin nos empezamos a acercar a este, apareció en toda su majestuosidad el Nevado Huascarán encima nuestro, con sus milenarios hielos eternos que adornaban ambas cumbres, haciéndonos divagar como habría sido intentar este coloso, y planificando ya la próxima expedición Perú 2019. Hicimos una parada a desayunar y una segunda para pagar el ticket de entrada, y finalmente el bus nos dejó en el inicio del sendero, donde el guía nos indicó que tendríamos casi 7 horas para subir, disfrutar arriba y bajar… de las cuales 3 horas las consideraban solo en llegar a la laguna, ubicada apenas a 7 kilómetros y 800 metros de desnivel.
Estando ya varios días en Huaraz y con una aclimatación bastante buena, no era difícil adivinar que las 3 horas se transformarían en bastante menos que eso, y tras partir, rápidamente fuimos pasando uno por uno a todos los integrantes de nuestro bus, y de varios otros. El camino era una carretera ancha y marcadísima, que se internaba a través de un valle que finalizaba a los pies del desafiante Chacraraju, probablemente la cumbre más peligrosa de toda la Cordillera Blanca. A nuestra izquierda nos acompañaba un pequeño río proveniente de la laguna 69, y alrededor nuestro nos rodeaban grupos montañosos por doquier. Al Oeste alcanzaba a divisarse algo la cumbre del Nevado Huandoy, al Norte el Chacraraju, al Sur el Chopicalqui y Huascarán, y al Este los -previamente desconocidos para mí- Yanaphaqcha y Yanarahu.
Caminamos rápido porque podíamos, y sin otro objetivo más que disfrutar arriba sin gente. La ruta, si bien era bonita, no llamaba mucho la atención, ya que discurría por un valle tan profundo y cerrado, que fuera de este, poco se podía apreciar. Solo la última parte, cuando ya comenzamos a ganar altura por el zigzagueo hacia la laguna, dejaba una vista más panorámica y bonita. Cuando llegamos arriba tras 1:15 de caminata, salvo uno que otro turista, la laguna estaba casi libre de gente y se podía disfrutar con tranquilidad, realidad harto lejana de lo que ocurriría en una hora más cuando el grueso de los turistas lograse llegar. Aquí sí que cambiaba el panorama. La gran laguna 69 era de un color azul turquesa glacial típico, sin dudas bonita, aunque no más que cualquier otra que el común de los montañistas haya visto antes… el Chacraraju en cambio, era una maravilla. Había venido con la idea de ver una laguna, y nunca esperé encontrarme con un nevado así de vertiginoso e imponente. Sus laderas verticales parecían caer en 90 grados, interminables hongos adornaban el largo de todo su filo y un sin fin de canaletas avalanchosas hacían entender porque era esta una de las cumbre más peligrosas e inaccesibles de toda la cordillera blanca, y con justificada razón. Gastamos un rato tomando fotos y recorriendo por aquí y por allá, hasta que Tomás me muestra un mapa GPS en su celular, donde claramente se veía que existía una segunda ruta desde el inicio del sendero hasta la laguna, pasando por el Refugio Pisco y que se iba por el valle contiguo. No hubo que discutirlo mucho, y tras hacer unos cálculos de tiempo y verificar que en teoría alcanzaríamos a dar toda la vuelta, nos pusimos en marcha. Ya habíamos visto suficiente de la laguna.
El camino comenzaba inmediatamente al lado de la laguna, con un evidente cartel que indicaba la dirección hacia el refugio. Rápidamente fuimos ganando altura y el escenario se fue poniendo cada vez más increíble, ya que la vista que teníamos desde aquí de la laguna, del Chacra y de todos los alrededores, era muchísimo mejor. Abajo se veía lejos pero claro, toda la última mitad de la ruta que habíamos recorrido de subida, varias lagunitas, y en el cordón montañoso de enfrente, delimitando el valle en su cara Este, el Yanaphaqcha y Yanarahu, y cerrando por el Sur el Chopicalqui y los dos colosos Huascaránes. Seguimos caminando, y tras haber ganado suficiente altura, la ruta comenzó a pasar hacia el otro valle, mostrándonos cuánto realmente nos faltaba y haciéndonos pensar que quizás, el tiempo requerido sería bastante más del pensado inicialmente. Por eso, y haciendo abuso de nuestra aclimatación, decidimos que continuaríamos haciendo trail running hasta llegar al bus… yo, que detesto correr, siguiendo a Tomás que -por lo bajo- hace unas 3 carreras al año de trail running 50k!
Desde lo alto pudimos divisar con claridad el nuevo valle que se abría frente nuestro, con el Nevado Huandoy de telón de fondo, aunque lamentablemente con una detestable nube que solo permitía ver la cumbre Norte. Se alcanzaba también a apreciar el cerro Pisco, y abajo pero lejos aún, el refugio y su ruta hacia la entrada al parque. Nos fuimos corriendo casi todo, y debo aceptar que, a pesar de mi prejuicio por el trote y su detestable golpeteo en las rodillas, lo pasé increíble. Lo que nos restaba desde el paso de un valle al otro, fue básicamente casi pura bajada hasta la cuenca del nuevo valle, por terreno rocoso y con abundante morrena. Cruzamos por al lado de una bella laguna congelada de color calipso y luego llegamos al refugio Perú, ubicado a 4.675 msnm, donde nos abastecimos de agua y aprovechamos de elongar un poco las piernas, que de sobra lo necesitábamos. Hasta acá íbamos con un timming increíble y hasta la entrada con suerte nos quedaba una hora más, sin embargo, ya que estábamos disfrutando, decidimos bajar corriendo igual. Llegamos abajo en torno a las 3pm, muchísimo antes que la mayoría de nuestros colegas del bus, dándonos tiempo para una buena sesión de elongación y un descanso hidratado por la infaltable cerveza que siempre alguien vende en estos lugares. Estábamos felices por la magnífica ruta que habíamos hecho, los maravillosos paisajes y por nuestro excelente desempeño corriendo, una sorpresa para mí.
DISTANCIA: 15,2 kilómetros
DESNIVEL: 975 metros
ALTURA MÁXIMA: 4.886 msnm
TIEMPO INVERTIDO
- Inicio – Laguna 69 ⇒ 01:15 horas
- Lagunas – refugio Pisco ⇒ 03:15 horas
- Refugio Pisco – Inicio ⇒ 00:45 horas
- TOTAL ⇒ 05:00 horas
AGRADECIMIENTOS
- A Carlos Hübner, por sus consejos y ayuda en la planificación de las rutas.
- A Paris Capetanópulos el gestor de la idea, por estar siempre dándonos respaldo cuando lo necesitamos.
- A nuestro Club Andino Universitario, por ser la mejor escuela, prestarnos equipo y estar siempre presentes.
- A mi pareja Andrea Morales, quien ha aprendido a aceptar lo que significa el montañismo para mi y acompañarme bajo cualquier circunstancia.
REFERENCIAS
Cerro Vallunaraju
http://www.andeshandbook.org/montanismo/ruta/258/Cara_oeste
Cerro Tocllaraju
http://www.andeshandbook.org/montanismo/ruta/54/Normal
Cerro Urus Este
http://www.andeshandbook.org/montanismo/ruta/69/Normal_Cumbre_Este
SITIOS WEB DE INTERÉS
https://www.lacumbreonline.cl/blog/lugares/destino-cordillera-blanca/
RUTA GPS
Aquí encontrarán para descargar cada una de las rutas completas en formato GPX y KML. Considerar que el track hacia el Tocllaraju está incompleto. Respecto a la última parte de este, no estamos seguros si erramos la ruta a la derecha, o el track al traspasarlo a google earth está algo desplazado, ya que estábamos bastante seguros que la ruta era la correcta.
FIN
2 comentarios
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