El cerro La Picada o Caulle (gaviota, en mapudungún), es poco conocido para quien no vive por la zona o no se ha dado el tiempo de investigar. En gran parte porque no es una cumbre visible, y en otra, porque sus vecinos Osorno, Calbuco y Puntiagudo, tienen bastante más renombre y son popularmente más conocidos por una u otra razón. Todo esto no quiere decir que La Picada no sea un desafiante panorama, muy por el contrario, a mi opinion personal tiene muchísimo más que ofrecer que que el corriente cono del Osorno gracias a sus intrincadas rutas que se puede realizar por sus diferentes caras. Se encuentra escondida tras el Osorno, en el parque Vicente Pérez Rosales. Su posición privilegiada lo hace tener una magnifica vista a los cerros Osorno, Puntiagudo, Calbuco, Tronador, Casablanca, Puyehue y a los dos lagos más cercanos, el Llanquihue y el Lago Todos los Santos. Es un antiguo volcán de apenas 1.715 msnm, pero con laderas rocosas y técnicas que lo hacen un desafío fantástico para el fin de semana, ya que no se necesitan más allá de 2 días para subirlo, siendo realizable incluso por el día.
Hoy, a 4 años años de haberlo subido y de estar viviendo en esta zona, con derecho puedo decir que es uno de los atractivos con mayor potencial y versatilidad de la zona. Cercano, rutas hermosas y técnicas, otras cuantas más aún por explorar, y con laderas increíbles para el ski. Sin duda se anota como uno de mis destinos preferidos de la zona y por ello, los invito a explorar. Hay mucho más allá de lo que muestra andeshandbook.
Fecha ascenso: Septiembre 2016
Tiempo invertido: 2 días
Altura máxima alcanzada: 1.715 msnm (cumbre)
Desnivel total alcanzado: 890 metros
Dificultad (graduación francesa): PD (poco difícil)
“El Alpinista es quién conduce su cuerpo allá donde un día sus ojos lo soñaron”
Gastón Rébuffat, 1921-1985
Table of Contents
DESCRIPCIÓN DE EQUIPO UTILIZADO
- Crampones para terreno mixto
- 2 Piolet (idealmente alpinos)
- Casco, Cuerda, Arnés, equipo de rapel
- 3 Estacas
APROXIMACIÓN
- Desde Puerto Varas, tomar ruta Ch-225 rumbo a Ensenada (50 minutos) y luego tomar hacia la izquierda rumbo hacia Cascadas (dando la vuelta al lago).
- Aproximadamente 28 kilómetros después de Ensenada (25 minutos), a mano derecha se aprecia un camino de ripio que sube. Está indicado con un letrero que dice “La Picada”.
- Avanzar por este camino de ripio unos 19 kilómetros hasta el refugio, donde termina el camino (25 minutos). Aproximadamente a la mitad, hay un desvío a mano izquierda que cruza un puente, se debe seguir derecho sin doblar a este desvío.
- El sendero comienza pocos metros más arriba de la cafetería, cruzando una reja de metal.
CONSIDERACIONES
- Preferir épocas con abundante nieve. Se puede realizar en verano, sin embargo, las trepadas en roca son de mala calidad y escénicamente no es tan bello como en invierno.
- Las características de la nieve en este sector, al sur y más costero, difieren de lo que uno acostumbra en la zona central. La nieve es considerablemente más firme y menos avalanchosa. Ojo, no quiere decir que no existan estas, he visto varias cototas en la cara Sur.
- Dar aviso a socorro andino de la zona, son bastante movidos y muy pro activos.
Contactarse con Rubén Casanova al +56 9 9443 0288 / +56 9 7608 0643. - La ruta es realizable en 1 día, pero requiere excelente estado físico y considerar los tiempos de trayecto hasta el parque.
- Si desean información del sector, pueden contactar a Thomas Held al mail lapicada@gmail.com. Él administra la cafetería que esta al comienzo del sendero y tiene excelente disposición.
- El camino hasta el inicio del circuito se puede realizar perfectamente en auto tracción simple, siempre y cuando no exista nieve. El estacionamiento tiene un costo de $3.000 por día.
RELATO
CERRO LA PICADA – RUTA FILO OESTE
-1.715 msnm-
DIA 0,
La idea y la llegada
En mayo 2016 mi vida dio un giro en 180 grados. Dejé familia, amigos y mi ciudad natal por aventurarme a una nueva vida en el Sur, Puerto Varas. Allá me esperaba mi nuevo trabajo en el Hospital de Puerto Montt y toda una nueva vida que explorar, nuevas cumbres y nuevas aventuras. Mis dos amigos, Oliver Bravo y Diego Ibaceta, sabiendo esto, no tardaron en aprovechar la oportunidad y programaron rápidamente una cumbre para reunir nuevamente la cordada. El cerro elegido fue La Picada, por ser realizable en un fin de semana y técnicamente entretenido. Elegimos una fecha y comenzaron los preparativos, dentro de los cuales se consideró un reconocimiento de terreno, el cual realicé yo con otro amigo unas semanas previas. Fue algo sencillo para facilitar la aproximación, conocer algo el sector, evaluar su estado y fotografiar las rutas de ascenso. No hubo mucho más preparativo que esto, ya que la ruta en si no presentaba mayores requisitos que cualquier cerro mínimamente técnico, y eran apenas dos días, lo que no requería coordinar mucho más.
Oliver y Diego llegaron en la noche del viernes al aeropuerto. Los fui a buscar y nos fuimos a casa, pero no sin antes pasar por el Emporio de Puerto Varas para comprar unas infaltables Kunstman y unos milcaos para saciar la curiosidad de Diego, muy a pesar de queles dije que eran horrorosos. Perdón sureños, no me linchen. Ya en casa, cada uno desparramó por el piso lo suyo y nos pusimos a repartir peso y ordenar las mochilas, mientras planificábamos y repasábamos la ruta. Quedamos en que estando allí evaluaríamos las condiciones de la nieve para decidir si hacíamos el filo oeste o el canalón sur, siendo este último el prioritario. El canalón era más difícil y presentaba pendientes de hasta 60°, por lo que si los mantos nivosos nos impresionaban inestables, optaríamos por el filo. Y así dejamos todo listo para partir al día siguiente.
DÍA 1,
Puerto Varas – Parque Vicente Perez Rosalez – Campamento base
El día de aproximación sería corto, por lo que no fue necesario madrugar. Recién cuando fueron las 10 am estábamos subiéndonos al auto para irnos al parque. La idea sería estar a media tarde en el campamento base, por lo que teníamos tiempo de sobra para irnos con calma. Puerto Varas nos obsequió un día completamente despejado, cosa extraña para estas fechas, lo que hizo aún más bello toda la vuelta al lago. La carretera, que parte en el pueblo mismo, se va bordeando el lago Llanquihue hasta la localidad de Ensenada, siempre con el volcán Osorno y el Calbuco a la vista, lo que da una belleza incomparable a la ruta. Todo verde, todo naturaleza. Cuando llegamos a Ensenada, un desvío a mano izquierda continuaba el recorrido alrededor del lago, mientras la ruta que dejábamos, se dirigía hacia Petrohué y el Lago Todos los Santos. Seguimos, no sin antes pasar a CONAF que quedaba pocos minutos tras dejar Ensenada. Entramos a un sitio donde había una casa y la camioneta de CONAF, sin embargo, tras mucho llamar y llamar, solo salió a darnos la bienvenida un pastor alemán. Luego de aburrirnos, tomar el auto y salir a la carretera nuevamente, comprendimos que esa no era más que la casa del guarda-parques, ya que 100 metros más allá apareció una oficina con un enorme letrero de CONAF! ¡Plop! Nos detuvimos nuevamente aquí y entramos a la oficina, donde a cambio del guarda-parques, nos recibió una niña que se notaba no conocía mucho del sector y las expediciones, ya que cuando le comentamos que íbamos a hacer ascenso al Cerro La Picada, sorprendida nos respondió “¡¡pero La Picada está con nieve!!” ¡Por suerte!
Veinticinco minutos tras dejar Ensenada y bordear el lago, encontramos el inicio del camino de ripio, bien indicado con un letrero que anuncia “La Picada”. Este camino pasaba primero por hermosos campos llenos de vacas y el Osorno de fondo, para luego dar paso a un tupido bosque por el cual nos adentramos. Fueron 19 kilómetros hasta llegar al fin del camino, dónde se abría un estacionamiento y una cafetería, en ese momento cerrada. Descargamos el equipo y ordenamos las últimas cosas. Las raquetas, traídas dado que 2 semanas atrás había abundante nieve desde el tercio final del camino, fueron dejadas en el auto, opacadas por un terreno seco que no prometía mucha nieve. Mi equipo de Randonee no corrió la misma suerte eso sí. Con el fin de ser usado por primera vez y con el plan de aprender, fue repartido entre los tres y llevado igual a probar suerte.
El camino iniciaba detrás de la cafetería, y salvo uno que otro manchón de nieve, estaba despejado casi por completo. Mientras caminaba, miraba sospechosamente hacia arriba preguntándome si ese par de kilos extra que llevaba en la espalda, no irían a dar un paseo innecesario. Subimos entre el bosque por poco más de 1 hora, hasta que llegamos a una especie de planicie, donde se levantaba un letrero indicativo de CONAF y algunos cientos de metros más allá, un refugio de madera que no visitamos por quedar fuera de nuestro trayecto. Nos detuvimos en ese momento a comer algo y abrigarnos, ya que soplaba un viento horrible. Poco más allá, aparecería por vez primera nuestro esperado cerro, antecedido por una larga planicie y lomas adornadas de blanco y verde. Lamentablemente la cantidad de nieve había disminuido tanto respecto a la vez pasada, que pensar en ponerse los skies, hubiese implicado rayones y un interminable “pone-y-saca”, por lo que no me quedó más que caminar el trayecto completo.
La ruta al final de la planicie tenía dos opciones, una dirigida a hacer el filo oeste como única opción, ya que se remontaba hacia la izquierda e inmediatamente por el filo que daba a esta ruta, y la segunda opción era seguir derecho hasta un promontorio que se anteponía al cerro, para luego bajar hasta la base del mismo, lo que nos daría opción a ambas rutas. Elegimos la segunda opción, llegando al promontorio una hora y media más tarde. Desde aquí se tenía una vista detallada de ambas rutas, por lo que nos detuvimos a fotografiar y estudiarlas antes de bajar a los pies del cerro. Soplaba un viento peor que antes, casi te botaba, lo que hizo apurarnos a bajar rápidamente. A los pies del cerro se veían unos cuantos lugares excelentes para acampar, y lo mejor de todo, era que se formaba un valle repleto en una blanca, virgen e inmaculada capa de nieve, perfecta para que mis skies no fuesen solo de paseo.
Bajamos los escasos metros que nos separaban del plano, y nos dirigimos a un lugar donde se acumulaba harta nieve y que impresionaba estar más protegido. Cada uno dejó sus cosas y nos pusimos a lo nuestro. Sacamos las palas y nos turnamos la tarea de aplanar el terreno y comenzar a cortar ladrillos de nieve, y lo que partió como una sencilla muralla para protegernos del viento, terminó siendo un sendo castillo de nieve, ¡hasta con banderas incluidas! ¿Quien dijo que hacer castillos era cosa de niños? Teníamos tiempo, de eso no hay duda. Y qué más, considerando que habíamos comenzado caminando a las 12am y ya estábamos en el CB a las 3pm. Aprovechamos también el tiempo para estudiar los mantos nivosos y hacer algunas pruebas como calicatas y pruebas de presión, ya que poco sabíamos del comportamiento de la nieve en esta zona. Luego de varias pruebas en algunas zonas de declives críticos, llegamos a la conclusión que había claramente una placa inestable, lo que nos llevó a desechar la opción de hacer el canalón Sur. Al día siguiente nos daríamos cuenta que las condiciones arriba eran otras completamente diferentes, sin embargo, a veces en montaña, ser precavido puede hacer la diferencia entre volver a casa sano y salvo, o no volver.
Tardamos unas 2 horas entre calicatas y castillos de nieve, por lo que hasta que nos fuésemos a acostar había tiempo de sobra. Lo primero que hice fue agarrar mis skies, ponerle las pieles y partir a -intentar- randonear. La teoría no era compleja, y la había aprendido en un curso invernal que realicé el 2015, mas llevarlo a la práctica era algo totalmente diferente, sobre todo considerando que ¡solo había skiado una vez en mi vida! Creo haberme defendido bastante bien, al menos avanzando y subiendo pendientes suaves, incluso logré hacer varias vuelta maría, sin embargo, bajar era harina de otro costal… sería la tarea del invierno siguiente.
Cuando volví, los cabros ya estaban adentro del castillo comenzando los preparativos para derretir nieve y cocinar, a lo que rápidamente me sumé. Mientras cenábamos, discutíamos los preparativos de la ruta y afinábamos algunos detalles. Cuando cayó la noche aún seguíamos en pie, entre conversando y ordenando las últimas cosas necesarias. El cielo -ya oscuro- poco a poco comenzó a iluminarse con un sin fin de estrellas, la vía láctea dividiéndolo en dos. Una vez más agradecimos haber dejado la carpa en el auto, a cambio de ese increíble techo estrellado, donde la noche -nada fría- solo estuvo interrumpida por algunas ráfagas de viento que bajaban desde las laderas y colaban algo de nieve dentro del saco, haciéndonos tiritar.
TIEMPO INVERTIDO
- Puerto Varas – Parque Vicente Pérez → 01:30 horas
- Inicio – Refugio → 01:00 hora
- Refugio – Campamento base → 01:45 horas
- TOTAL → 05:00 horas (casa-CB)
DÍA 2,
Campo Base – Cumbre – Puerto Varas
Como es costumbre la levantada fue de madrugada, y tras desayunar algo y verificar que estuviese todo nuestro equipo ok, remontamos rumbo al filo principal, transitando por suaves lomajes nevados, y que solo previo a la llegada, ganaban algo más de pendiente. Arriba, ya de amanecida, nos esperaba el filo, donde desde ya se tenía una magnífica vista al lago y el volcán Osorno. Estaba iluminándose el cielo y soplaban algunas ráfagas de viento amenazantes. Nos detuvimos a ordenar algo del equipo y evaluar la ruta, cuando súbitamente Diego grita “¡¡Cuidadooooooo!!”. Una descarga de adrenalina inmediata recorrió todo mi cuerpo. Ese escalofrío helado que te sube hasta la nuca. Instintivamente miré hacia arriba para ver desde donde caía la piedra, y así poder esquivarla, rogando que no fuese ya demasiado tarde. Oliver hizo lo mismo. Pasaron esos milisegundos y nada. Ningún sonido, ninguna piedra… ningún golpe. Nada. Cuando me di la vuelta para mirar a Diego, entendí a qué iba su grito. El casco de Oliver –que se había sacado y dejado en el suelo– había comenzado a rodar empujado por una de las tantas ráfagas de viento. Oliver se percató de esto unos pocos segundos después de mí, lo suficiente para ver como su casco y linterna, caían rebotando para perderse en un precipicio inescrutable. No había nada que hacer. Solo acercarse a ese borde abismal implicaba un riesgo inminente de resbalar. Y bueno, respecto al casco… la sensatez dice que sin casco no se sube, así que tras asumir la perdida de este, llorarlo, lamentarlo y hacerle una animita, seguimos subiendo. Vamos, seamos francos, quien que haya viajado 1.000 kilómetros para escalar un cerro, daría pie atrás por un casco perdido? Yo no.
Nos detuvimos a mirar nuevamente la ruta y evaluarla. Comparábamos lo que teníamos adelante con las fotos y las referencias de andeshandbook, tratándonos de hacer una idea por donde subiríamos, y ya con esto en mente le dimos hacia arriba. La ruta rápidamente se volvió algo más técnica, requiriendo hacer un traverse hacia la base de la Roca 1, aunque aún nada difícil. La nieve, que el día previo habíamos pensado estaba algo inestable, no tenía absolutamente nada que ver y era firme y óptima para cramponear. Decidimos optar por la ruta que en la foto de Marcelo Camus sale de color naranjo claro, llegando a la base de la roca 1, pero sin pasar hacia atrás de ella. La decisión se basó exclusivamente en que esta ruta era más corta. Subimos paralelo a la Roca 1, por un canalón amplio y de poca pendiente, hasta llegar a lo que se visualiza como “Paso”. Aquí donde en la foto termina la línea continua, se tiene a la derecha un filo de mucha pendiente (unos 70° inicialmente) que baja hasta el canalón que va por detrás de la Roca 1 (naranjo oscuro, línea punteada). En dicho momento, solo pudiendo ver la foto de la ruta en el celular, no nos quedaba demasiado claro si la ruta bajaba por ese filo o cruzaba por algún otro lado. De una u otra forma, decidimos que esa parte la trazaríamos nosotros, ya que más adelante se veía claramente por donde debíamos subir, y por ende teníamos claro por donde llegar. Optamos por desechar la idea de bajar hacia el otro lado del filo, más que por la dificultad técnica, porque no sabíamos si efectivamente dicha ruta nos dejaría donde queríamos. Por eso, es que elegimos la opción “difícil”, que era salirnos de la ruta original y escalar la roca que está justo sobre la zona del “Paso” en la foto.
Subimos con Diego primero, mientras Oliver abajo miraba perspicaz. Al comienzo la trepada era de poca pendiente y casi una caminata, sin embargo, un poco más arriba comenzó a ganar algo de desnivel y hubo que realmente empezar a trepar. No alcanzaba en absoluto a ser una escalada, pero si había algunas pasadas algo expuestas que requerían tener cuidado. A mitad de camino, Oliver comenzó a refunfuñar diciendo que no iba a subir porque era muy expuesto para ir sin casco y bla bla. Bastó un poco de toreo por parte de los amigos y santo remedio, pocos minutos después, ya estaba reunido con nosotros sobre las rocas. Luego de haber subido las rocas, nos esperaba un nuevo traverse. Este, eso sí, no está descrito como tal en la foto de Camus. Era hasta ahora la pasada de mayor exposición, ya que tenía aproximadamente unos 45°, pero con una caída asesina hasta la base del cerro. La nieve se mantenía en perfectas condiciones, asegurando que cada pioletazo o cramponazo, se quedase firme exactamente en el punto dónde clavabas, lo que nos dio la suficiente seguridad para decidir no encordarnos en ninguna parte de la ruta. Con estas condiciones, podríamos haber perfectamente realizado la ruta del canalón Suroeste.
Nos dirigimos hacia la base de la “roca 2”, donde comenzaba el “traverse”, esperando encontrarnos con condiciones de nieve similares a las mostradas en las fotos de AHB. Lamentablemente esta zona se encontraba casi completamente desprovista de nieve, lo que me hizo pensar que quizá nos fuese a complicar un poco más. Cuando llegamos allí, nos dimos cuenta que este traverse en realidad, no es un traverse propiamente tal, ya que la falta de nieve había dejado casi un camino para subir sin gran pendiente lateral. Había uno que otro manchón de nieve y algo de perglass, que no presentó ningún inconveniente. Saliendo de este traverse, se abrió frente nuestro la gran pala de nieve, blanquísima e inmaculadamente lisa. La pala, a diferencia de lo que describe AHB, en mi opinión no tiene mucho de aérea y es bastante ancha, con una pendiente promedio de unos 40°, lo que a nuestro parecer hacía innecesario el uso de cuerda. Calculo que no debe haber tomado unos 40 minutos subirla, aunque puede que mi memoria algo falle. Arriba, terminando la pala, se formaba una bellísima cornisa, por lo que tuvimos cuidado de no acércanos mucho al borde para salir de la pala, ya que teníamos que subir por una angosta pasada de nieve hacia la izquierda, donde se presentaba la mayor pendiente de todas, 70° a la salida. Si bien nosotros no aseguramos, quizá para aquellos sin mucha experiencia en pasadas de este tipo, es mejor hacerlo, ya que una caída acá implica necesariamente bajar la pala entera, siempre y cuando se tenga suerte, y el lado al que caigas no sea el de la cornisa. Luego de salir de la pala, hay unas que otra pasada más, que no recuerdo con mucho detalle, pero que no implica mayores dificultades. Hay algunas trepadas mixtas entre roca y nieve, pero que en ningún caso son más difícil de lo ya pasado.
Cuando llegamos a la antecumbre comenzó a correr la verdadera adrenalina. Todo lo previo había sido nada más que un preámbulo y preparación, solo para el verdadero crux de la ruta, aquel que pondría a prueba nuestros huevos. Se trataba del paso “el salto”. Recalcaré que cuando llegué allí, no recordaba haber leído el motivo del nombre, e idiotamente no había hecho la analogía entre el nombre del paso, y la acción que la palabra implica. Por eso, cuando me acerqué al borde del paso y vi este filo de 50 cm de ancho, protegido a ambos lados por estos eternos abismos hacia el infinito y más allá, casi me caigo de culo. No era más de 1 metro de distancia hasta una zona un poco más segura, pero era lo suficiente para que un error costase caro, tanto si ibas encordado o no. Había que saltar. Si, tal cual leen. Saltar ese metro de distancia… ¡¡no pude evitar que a mi mente llegasen las imágenes de la película Límite Vertical!!
Diego gentilmente se ofreció de conejillo de indias, por lo tanto, mientras él estudiaba el paso, Oliver y yo nos pusimos a trabajar en armar una reunión para asegurarlo. Con esto, si Diego llegaba a fallar, de seguro no llegaría hasta la base del cerro, aunque el péndulo que haría hacia la pared de roca no sería nada lindo. Todo chequeado y re chequeado. Diego se acercó al borde y después de analizar nuevamente la pasada, nos informa que saltará. Yo grabo mientras Oliver asegura. Ambos nos preparamos para el momento, esperando que Diego nos avise, y de pronto “paff” …sin previo aviso y sin dudar un segundo, ahí estaba Diego ya clavado con ambos piolets al otro lado. El resto fue juego de niños. Llegando al otro lado, sacó la otra estaca que llevaba en la mochila e hizo una segunda reunión al otro extremo del paso. Ahora era mi turno. Me amarré a la cuerda y caminé hasta el borde… la adrenalina corría a mil, y no puedo negarlo, tuve susto. Sabía que no caería hasta abajo, confiaba plenamente en mis amigos y en el trabajo que había realizado cada uno de nosotros, sin embargo, solo pensar en esa caída, con cientos de metros de precipicio, y el golpe que tendría después, me hacían dudar. Pasaron algunos segundos, los suficientes para analizar la situación, pero no tantos como para llegar al bloqueo, y salté. No fue difícil, si extremadamente emocionante. Al otro lado ya la ansiedad bajó y nuevamente pude disfrutar con tranquilidad donde estaba, hasta llegar a reunirme con Diego otra vez.
Finalmente le tocó el turno a Oliver, quien como era el último tuvo la suerte de poder ser fotografiado en el momento preciso en que salto de un extremo a otro. Luego se reunió nuevamente con nosotros y nos pusimos en rumbo hacia los últimos metros que nos separaban de nuestra cumbre.
Y finalmente llegamos a la cumbre, exactamente a las 11 de la mañana. Ahí estábamos los 3 parados en el punto más alto del Cerro La Picada, con una incomparable vista hacia los dos lagos, el Osorno y Calbuco de fondo, el amenazante puntiagudo y el bellísimo cerro Tronador. El día no podía ser mejor. Tras 10 minutos arriba, decidimos bajar. Había bastante viento y rápidamente comenzamos a enfriarnos. Al llegar al paso, esta vez me tocó a mí ir primero, dando cuenta que no tenía mayores dificultades la pasada en el sentido inverso, ya que uno fácilmente se podía afirmar con los piolets para subir el trecho saltado. Del resto de la bajada, hicimos un único rapel a la salida de la pala, ya que la pendiente y exposición de bajada no justificaba hacerlo de otra forma. Probablemente el otro lugar que fue un poco más complejo, fue desescalar las rocas, donde me manié bastante. El resto fue pan comido hasta nuestro castillo de nieve.
Cuando llegamos al campamento, hacía un calor infernal y nuestro castillo ya comenzaba a derretirse. Ordenamos nuestras cosas y rápidamente nos pusimos en marcha rumbo al auto. Aprovechando que nos devolveríamos por el pequeño valle donde había estado randoneando el día previo, me calcé las botas y me fui con los skies puestos. ¡Debo aceptar que en los videos la cosa se ve bastante menos agotadora de lo que en realidad es… uff! Dos horas después ya llegábamos al confort de nuestro vehículo, felices con nuestro objetivo logrado y listos para llegar a preparar el mejor bajón de la vida, ¡¡¡hamburguesas caceras rellenas de queso y cervezas artesanales!!!!
TIEMPO INVERTIDO
- Campamento base – Fin traverse → 02:15 horas
- Fin traverse – Cumbre → 01:45
- Cumbre – Campamento base → 03:15
- Campamento base – auto → 2 horas
- TOTAL → 11:00 horas (CB-auto)
RUTAS ALTERNATIVAS
Una de las grandes ventajas que presenta este cerro, es su gran variedad de rutas que pueden hacerse por la cara Sur. Si bien, en AHB se informa solo de una, que te lleva por algunos canalones rumbo a la cumbre, hay algunas variantes que pueden hacer en extremo interesante una ascensión para quien busque niveles técnicos un poco superiores.
Ruta azul: Suroeste tradicional
Ruta roja: Garganta de un Selknam
Ruta naranja: Cascadas
RUTA SUROESTE TRADICIONAL (ruta Andeshandbook)
Esta es la ruta descrita en AHB y que fue abierta ya hace varios años por mis amigos Daniel Tureo, Miguel Villarrroel y Karin Mullendorf. La ruta discurre por 3 canalones, siendo los dos primeros de moderada pendiente y escalable en libre, mientras que el último, puede alcanzar a tener 60 grados de pendiente y una pequeña cornisa que superar a su salida. En la foto de las 3 rutas, aparece en punteado el segundo canalón. En la foto siguiente, se muestra la trayectoria completa de la ruta original (fotografía sacada de AHB), y yo he agregado con color naranjo claro, un par de alternativas que hacen algo más expedita la ascensión, dado que de esta forma no es necesario perder tanta altura bajando hacia el pie de vía original.
En el close up se puede apreciar el detalle del último canalón, que está descrito con 5 largos y que parten desde la base de las cascadas (más adelante detallo estas rutas). La siguiente, es una opinión totalmente personal, y se basa también en experiencia previa. Creo que si se trata de una cordada con experiencia, el tramo final puede ser perfectamente realizable solo con los últimos largos, saliendo desde la roca que se ve en esta siguiente fotografía.
RUTA VARIANTE GARGANTA DE UN SELKNAM
Esta ruta fue abierta por Andres Montoya hace un par de años atrás, y se puede apreciar en linea roja. El punto de inicio de todas las rutas es la misma, solo que la garganta, toma una empinada pala de nieve hasta llegar a un delgado canalón de aproximadamente 2-4 metros de ancho. Tiene un pequeño crux al comienzo de este, que consiste en un resalte de hielo casi vertical de unos 2 metros de alto. Luego la garganta sigue con pendiente fuerte de unos 65 grados. Dependiendo las nevadas previas, se podrá encontrar con nieve o ser puro hielo, ya que esta siempre protegido del sol.
Para salir, está la opción de tomar hacia la izquierda y conectar con la pala de nieve de la ruta tradicional por el filo Oeste (es una variante y no la original realizada por Andres), o seguir escalando en hielo, hacia la derecha de un conjunto de rocas, lo cual te deja pasado el “Salto”. Para esto, se debe salir a la derecha y hacer un traverse de unos 60 metros por una pendiente de aproximadamente 65 grados (se entiende mejor en la segunda foto, detalle en amarillo), lo cual te deja a los pies de las rocas, y desde donde comienza la segunda escalada en hielo, comenzando con una salida cortita pero de aproximadamente 80-90 grados, para luego tomar la pala de nieve que te dejara en el filo somital pasado el paso del Salto.
RUTA VARIANTE CASCADAS 1 Y 2
Para los fanáticos del hielo, no pueden perderse de escalar las increíbles cascadas que se forman en la cara Sur. Dependerá del año y las temperaturas que tal se encuentren eso sí. Este 2020 se formaron excelentemente bien, y la calidad del hielo encontrado fue fenomenal. Solo conozco la cascada de la izquierda, y la ruta de la derecha es solo referencial según lo observado en terreno y las fotografías obtenidas, por ende si deciden hacerla, sean cautelosos.
La cascada izquierda consta de 2 largos hasta el inicio del traverse, uniéndose a la ruta “La garganta de un Selknam”. El crux de la ruta es el comienzo de la ruta, y consiste en 10 metros de cascada con zonas de 80-90°, tras lo cual la ruta baja su pendiente y se hace mas sencilla.
En esta siguiente fotografía, se puede ver en azul la ruta Suroeste normal, y en naranjo un detalle más cercano de la cascada de la derecha.
REFERENCIAS
RUTA GPS
En los link siguiente, encontrarán las rutas para cargar en el GPS. Es un archivo GPX, por lo tanto, si desean visualizarla en Google Earth, deben transformarla a archivo KMZ o KML. En la web encontrara convertidores online muy sencillos de usar.
Ruta Filo Oeste
Ruta Cara Suroeste
~FIN~