Uganda, un país de selvas, montañas y ríos, que aloja una biodiversidad majestuosa, digna de una y mil visitas. Un “must” de los países sub saharianos, y lugar que nunca te arrepentirás de haber visitado.
“Viajamos no para escapar de la vida… sino para que las vida no se nos escape”
Dedicado a Andrea Morales
Table of Contents
INTRODUCCIÓN
Nunca había pensado en materializar un viaje rumbo a África, hasta un día que operaba junto a mi gran amigo Francisco Sepúlveda. No es que no se me hubiese pasado por la cabeza conocer la maravillosa sabana africana o la increíble costa de Sudáfrica, solo que no era algo que proyectase al corto plazo. Ese día, Pancho me contó que para su luna de miel había contratado un tour de lujo por las selvas de Uganda y Rwanda para ver los imponentes gorilas lomo plateado y que, por vicisitudes del destino que no detallaré aquí, tuvo que renunciar al viaje y todo lo pagado. En dicho momento me ofreció prácticamente regalármelo, ya que, aunque él quisiese, tampoco podría viajar en el corto-mediano plazo. Pasó un año completo, y mientras buscaba y sufría viendo los valores de pasajes a Indonesia, el spam de despegar hizo lo suyo y puso en mi facebook una oferta de pasaje a Johanesburgo por apenas 500 mil. Acto seguido hablamos con mi polola Andrea y compramos el pasaje a ciegas rumbo a Sudáfrica…luego veríamos si la oferta de Pancho seguía en pié. En este punto de la “desorganización” del viaje, la opción de haber elegido África, se había basado en gran parte a los elevados costos que implicaba llegar hasta Indonesia, sin embargo, en la ecuación nunca consideramos cuanto nos costaría movernos dentro de Africa, o cuanto costarían los famosos tours, ya que tampoco sabíamos siquiera que haríamos. Osea, teníamos pasajes a Johanesburgo (Joburg) ida y vuelta por un mes, y el resto… suerte!
Con pasajes ya comprados, empezamos a armar el panorama y a darnos cuenta que el ahorro nunca fue tal, y que lo que parecía cerca en el mapa, en realidad eran varias horas de avión. Pancho, mantuvo su oferta, y prácticamente nos regaló su estadía en Uganda, algo que siempre le estaré profundamente agradecido. Y a Uganda se sumó Tanzania, y lógicamente Sudáfrica, donde llegábamos, y así fue como de la impulsiva compra de pasajes, se fue armando el viaje más impresionantes que alguna vez pudimos haber realizado.
CONSIDERACIONES GENERALES
- Muy recomendable tener un seguro de viaje. MasterCard o VISA dan seguro de viaje por comprar el pasaje con la tarjeta. Alta probabilidad de pérdida de maletas.
- Algunos países como Tanzania, solo aceptan dólares de serie igual o >2006. Procuren que no estén manchados, rotos o marcados, ya que se los rechazarán en las casas de cambio.
- Maps.me es un excelente mapa navegador para el teléfono, que sirve tanto para caminar por la ciudad, automóvil o incluso algunos treks. Deben descargar el mapa de la zona a visitar y luego se puede ocupar sin internet.
- Wikitravel.org es una página en ingles que entrega detalles y información valiosísima de prácticamente cualquier lugar del mundo que necesiten.
- Buscadores de vuelos: Skyskanner.net – www.Kayak.com
MAPA DE ÁFRICA
PARTE I : UGANDA
INTRODUCCIÓN
Uganda es un país de África Oriental, que colinda con Kenia, Tanzania, Rwanda, Congo y Sudán. Tiene una población de 43 millones de personas y su capital es Kampala. El idioma oficial es el inglés y el suajili, sin embargo, el principal idioma es el Luganda y existen aproximadamente otras 40 lenguas nativas que aún están en uso. Si solo tienes algunas nociones del continente africano, probablemente Uganda solo te sonará en la cabeza gracias a la desgarradora película “El último rey de Escocia”, que retrata el gobierno militar de Idi Amin en los años ’70 y deja en evidencia el caos existente en el país, a manos de un dictador que asesinó unas 300.000 personas a lo largo de sus 8 años de gobierno. Hoy, la situación dista bastante de aquella realidad, y el país sobrelleva una estabilidad y seguridad suficientemente aceptables para el contexto de pobreza que asola esta región del mundo. Uganda es un país bellísimo, que sin duda vale la pena incluir dentro de los destinos del África Subsahariana, donde el fuerte del turismo se centra en la naturaleza asociada a la los bosques montañosos, donde el gran premio es poder ver a los increíbles gorilas lomo plateado, una de las pocas zonas del mundo junto a Rwanda y Congo, en que se puede ver esta raza específica de gorila. El país además, destaca por poseer parques nacionales de sabana, donde pueden verse aquellos animales más tradicionales y otros destinos menos turísticos como hermosos lagos, ríos, cataratas y hasta un rafting por el Nilo.
PARA COMENZAR (TIPS VARIOS)
VISA
Se requiere visa, la cual debe pre-registrarse y pagarse a través de la web oficial. Costo: $50 US
https://visas.immigration.go.ug/
MONEDA
La moneda oficial es el Uganda Shilling (UGX). Aproximadamente 1 USD = 3800 UGX. Si llevan dólares, procuren revisar que no estén rotos, manchados o marcados.
https://www.xe.com
SALUD
Fiebre Amarilla: Vacuna obligatoria para el ingreso. Dosis única que sirve para toda la vida. Al menos 1 mes antes del viaje. Difícil conseguir, coordinar con anticipación. Agregar además repelente con alto contenido de DEET (>30%). Info CDC
Malaria: No es requisito obligatorio, sin embargo, sí es necesaria. Zona endémica de malaria. Opciones de tratamiento: Malarone (Atovaquone-proguanil), Lariam (mefloquina) ó Doxixiclina. Todos asociados a repelente con alto contenido de DEET (>30%). Info CDC
Meningitis: Deseable tenerla. Vacuna Menactra. Es una enfermedad grave, con mortalidad y secuelas importantes, recomendable para quienes visiten países en el “meningitis belt”, especialmente en épocas secas (Dic-Jun). Info CDC
Hepatitis A: Deseable vacunarse, especialmente la población joven que nunca estuvo expuesta. Info CDC
SEGURIDAD
En general es un lugar seguro para el turismo, sin embargo, demás está en recalcar las medidas generales que se deben tener en cualquier gran ciudad. Se recomienda evitar la región de Karamoja y la frontera con el Congo, que los últimos años han estado en conflicto. De cualquier forma, estos países al ser tan volubles, se recomienda averiguar siempre antes cual es la situación exacta del país.
MOVILIZACIÓN
Sin información al respecto.
No tengo claridad si se permite el arriendo de automóvil, sin embargo lo desaconsejo. Ya de por sí es difícil manejar por la izquierda, y acá esto de manejar como en la selva, se lo toman muy a pecho. Además un factor no menor es la policía, con quien no me gustaría involucrarme si me detienen manejando en estos países (Uganda o Tanzania). Existe Uber en Kampala.
TOURS
Todo nuestro itinerario de Uganda fue realizado por la empresa Africa Adventure Safaris. Es una empresa cara, pero de primera calidad. En toda mi revisión a través de tripadvisor no vi nada más que buenos comentarios. 100% recomendada.
ITINERARIO REALIZADO
DÍA 1-2: Santiago → Johanesburgo, Sudáfrica
DÍA 3: Johanesburgo → Kampala, Uganda
DÍA 4: Kampala → Kibale Forest
DÍA 5: Kibale Forest – Chimp tracking
DÍA 6: Kibale Forest → Q.E.N.P. – Game drive / Boat Cruise
DÍA 7: Q.E.N.P. → Ishasha game drive à Bwindi
DÍA 8: Bwindi – Gorila tracking
DÍA 9: Bwindi → Kampala
DÍA 10: Kampala → Arusha, Tanzania
RELATO
DÍA 2, Johanesburgo, Sudáfrica
Tras 17 horas de vuelo y siendo las 9 am, pisábamos suelo africano por primera vez en nuestras vidas. Habíamos aterrizado en Johanesburgo, la capital de Sudáfrica, un país que se asemeja más a Nueva Zelanda o Australia, que a cualquiera de sus vecinos, y esto, en todos los sentidos, incluyendo los precios. Nuestro vuelo rumbo a Uganda despegaba recién a las 3 am, lo que nos daba el día completo para recorrer Joburg, como le dicen acá, tiempo suficiente para destinar a esta gigantesca ciudad sin mucho atractivo turístico (opinión totalmente personal).
Dejamos las maletas en custodia y tomamos el Gautrain, la forma más “económica” de salir del aeropuerto (unos $30 USD ida/vuelta p/p). El tren, digno de Europa, nos dejó en la estación Sandton, lugar que nos habían recomendado en informaciones del aeropuerto, y que resultó ser el barrio de lujo, con un mall estilo Parque Arauco y sin mucho que hacer. Lo primero que hicimos, fue buscar un local donde almorzar, y si bien, el sector estaba lleno de restaurantes que se veían bien buenos, era todo demasiado occidentalizado, por lo que terminamos optando por ir a unos puestitos con sillas plásticas, donde solo comían los locales. ¡No podríamos haber tenido una mejor experiencia inicial para comenzar nuestro viaje! Pedimos el plato típico que nos recomendaron, una carne con pap (puré de harina de trigo), y fuimos a sentarnos a la única mesa que tenía asientos disponibles, junto a una joven y un tipo africano, con quienes rápidamente entablamos conversación. Nos trajeron un pocillo con agua tibia para lavarnos las manos y luego el plato que habíamos pedido. Cuando solicitamos los cubiertos, el africano con quien hablábamos nos indicó que esa comida se debía comer con las manos, mostrándonos como hacerlo. Y como dice el dicho, donde vayas, has lo que vieres, dejamos los cubiertos a un lado y comenzamos a untar este pap, una especie de engrudo sin mucho sabor, en el jugo de la carne. Fue una entretenida experiencia, y definitivamente lo mejor de nuestro día en la ciudad.
El resto de nuestro paseo consistió en pasear por las calles, que era tal cual como estar en Auckland Nueva Zelanda, con grandes edificios y lujosos autos, y luego ir a pasear y matar el tiempo en el mall. Pensamos en un momento agarrar nuevamente el tren, pero por más que buscamos información, al parecer Joburg definitivamente no era turística. Hoy, si tuviese 1 día nuevamente, sin dudas iría al “Cradle of Humankind”, un sitio paleontológico ubicado a 50 kilómetros de la ciudad, y que no lo hicimos por la lejanía y porque pensábamos que visitar la ciudad valía más la pena.
DATOS
- Tren aeropuerto: https://www.gautrain.co.za/ +-$160 ZAR
- Visitar “Cradle of humankind”, sitio paleontológico ubicado a 50 km de Joburg.
http://www.thecradleofhumankind.net
DÍA 3 – Johanesburgo → Kampala, Uganda
Volamos desde Joburg hasta Kigale, capital de Rwanda, y luego tomamos un segundo vuelo hacia el aeropuerto de Entebbe, en Kampala, capital de Uganda. Fueron 8 agotadoras horas de vuelo nocturno, saliendo a las 3 am y que finalmente, tras casi 3 días de viaje, nos dejaba en nuestro punto de partida. Tras aterrizar en Entebbe, nos controlaron nuestro carnet de fiebre amarilla y luego pasamos a retirar nuestras visas previamente pagadas. Afuera del aeropuerto nos esperaría David, quien sería nuestro guía a través de este hermoso país, así que fuimos por las maletas y …. espera…. ¿dónde está la maleta de la Andre?… horror. No podía ser más mala la situación, perder la maleta el primer día de viaje, ¡qué desastre! Dimos vuelta por todos lados y no, definitivamente no aparecía. Acto seguido tuvimos que ir a la oficina de maletas perdidas, mientras yo lograba que me dejaran salir del control aeropuerto para encontrar a David y pedirle ayuda con algunas cosas logísticas. David era un gorila que sin problemas pasaba de guardaespaldas, me saludó amablemente e inmediatamente le conté lo que nos había pasado. Con el pasar de los días, luego nos daríamos cuenta que nuestro guía era amigo de todo el mundo y tenía una labia que cualquier político se la quisiese. Logró que lo dejaran entrar al área de control y así empezó a ayudarnos. La maleta definitivamente estaba perdida y tuvimos que hacer todo un papeleo para poder recuperarla… la cosa se veía fea, ya que, si no aparecía a más tardar mañana, tendríamos que recuperarla 7 días después cuando volviésemos nuevamente a Kampala, si es que aparecía.
Salimos del aeropuerto junto a David con los ánimos un tanto chatos, sin embargo, ya no había mucho más que hacer. Llegamos al jeep, que sería nuestra movilización por los siguientes 7 días, un 4×4 amarillo algo antiguo, de techo desmontable, típico de safaris. Cuando David quizo abrirnos las puertas, vino el segundo chascarro… nuestro guía acababa de perder las llaves!! Definitivamente parecía no ser nuestro día. Finalmente logró encontrarlas en el aeropuerto y así pudimos irnos.
Iríamos a nuestro hotel, pero antes pasaríamos por la oficina de la empresa para cancelar la diferencia de dinero faltante. Nos tomó aproximadamente 30 minutos llegar al centro de Kampala, donde recibimos la realidad de África de lleno. El nivel de pobreza era realmente chocante, con muchísimas casas en precarias condiciones y montón de niños pequeños descalzos o sin ropa. Yo sabía a lo que íbamos, y ya había estado antes en lugares así, sin embargo, para Andre fue un balde de agua fría la situación, y no sé si mejoraba mucho las cosas después de todo lo que además acabábamos de pasar. Cuando llegamos a la oficina de África Adventure Safaris, fue otro choque de realidades… acabábamos de ver niveles de pobreza horribles, y por el otro lado, acá estábamos en la oficina, donde cada trabajador tenía frente suyo una pantalla Mac de 21”. Allí finalmente conocí a Anna y Nelson, con quienes había estado entablando conversaciones por mail desde hacía 2 meses. Fue grato poder finalmente ponerle caras a esos nombres. Charlamos un rato y terminamos de afinar algunos detalles antes de subirnos nuevamente al Toyota rumbo a nuestro hotel.
Llegamos al Petit Village Hotel, un hotel bonito y detallista, aunque estructuralmente nada del otro mundo. Ubicado en medio de Kampala, sin embargo, con el contraste de realidades de la puerta hacia afuera, hacía que te sintieses en el mismísimo paraíso. Aire acondicionado, una agradable piscina, bonita decoración y un increíble restaurant (Le Chateau, una brasería belga, que fue lejos la mejor cena de todo nuestro viaje) … no podía estar más lejos de la realidad local. Apenas llegamos, dejamos nuestras cosas y aprovechando las últimas horas de luz para salir y darnos un baño de realidad. Estábamos metidos en pleno centro de la capital, y llamábamos la atención de cuanta persona nos cruzábamos. No vimos mucho turista por ningún lado, y era inevitable esa sensación de inseguridad en una ciudad del todo caótica. Si bien, solo anduvimos por allí cerca, fue una buena instancia para darnos cuenta de donde realmente estábamos y lo afortunado que es estar del otro lado de la vereda, chocante como mínimo.
DÍA 4 – Kampala → Kibale Forest
Desayunamos en la cafetería del hotel, tan gourmet como lo había sido el restaurant de la noche anterior, y luego partimos con nuestras cosas a reunirnos con David. Nos subimos al jeep y allí mismo, en ese preciso instante, nos enteramos que nos esperaba nada menos que un viaje de 7 horas!!! Aclarar que salvo de elegir el lugar del tour -Uganda- nunca ninguno investigó exactamente que lugares visitaríamos, que hoteles, ni mucho menos el detalle del itinerario, ya que a diferencia de lo que suelo hacer, acá íbamos realmente de turistas, y queríamos que el factor sorpresa fuese lo más importante. Cuando escuchamos que se nos venía tal viaje eso sí, creo que ninguno de los dos esperaba mucho de este, y quedamos un poco resignados. La verdad, es que muy por el contrario, el viaje fue realmente interesante, ya que fuimos pasando frecuentemente por pequeños poblados muy rurales, donde la carretera los cruzaba, estableciéndose a los costados toda la vida comercial. Había desde hojalaterías, talleres, fruterías hasta carnicerías con los pedazos de ganado colgando al aire libre. Además, como era domingo, estaba todo lleno de gente, y fue un espectáculo para nosotros pasar por allí. Todo lo que veíamos era tan novedoso como nosotros lo éramos para ellos probablemente, que no nos quitaban la vista de encima.
Poco antes de llegar a nuestro nuevo hotel, pasamos por infinidad de hectáreas de campo de té verde, una de las grandes economías de esta zona. Laderas y laderas cubiertas de estos pequeños y bajos arbustos dominaban toda la visión, y de vez en cuando nos topábamos con algún grupo de recolectores llevando enormes bolsas sobre sus cabezas. Al poco rato llegamos al hotel Crater Safari Lodge, ubicado a las orillas de una hermosa laguna en un cráter del Kibale Forest National Park.
Apenas llegamos, nos salieron a recibir con jugos de passion fruit y toallas húmedo calientes, una costumbre que se volvería habitual por estos días más “exclusivos”. Nos llevaron a donde dormiríamos, una increíble cabañita ubicada en primera línea en lo alto frente al cráter, con hamaca en la terraza y una cama con mosquitero de película… no dábamos más del asombro y la felicidad! El lugar era una maravilla por sí mismo, pero estar en la mismísima África con tal nivel lujo, hacía que todo esto pareciese un sueño.
Esa tarde almorzamos junto a David, quien al comienzo se mostró algo esquivo a acompañarnos en la mesa, pensando al parecer que nos incomodaría, sin embargo, al poco rato mostró sus magníficos dotes sociales, que al pasar los días solo irían incrementando, al punto de darnos cuenta que conocía o era amigo de prácticamente cuanta persona nos topábamos en nuestro viaje. Fue la primera comida de varias que compartiríamos, y el primer acercamiento a una increíble persona, y quien realmente nos hizo el viaje.
DIA 5 – Kibale Forest → Q.E.N.P
Salimos temprano rumbo a Kibale Forest, que solo quedaba a unos pocos kilómetros de distancia. En el parque, nos recibieron los guías junto a otros pocos turistas más que habían, y nos hicieron una breve introducción de que haríamos. Éste era el primer tracking de nuestro viaje.
Nos separamos en grupos pequeños, cada uno con su guía con rifle incluído, y nos internamos en el bosque en busca de los chimpancés. Acotar que los rifles eran una medida de protección por si algún animal atacaba, cosa que según el guía rara vez ocurría, siendo solo necesario disparar al aire. Luego de una corta búsqueda, no costó mucho dar con nuestros parientes primates. Nos pillamos a un grupo de 6-8 arriba de las copas de unos árboles frutales llamados Figo, y que estaban repletos de un fruto tipo guayaba. Había una madre con su cría, que causó sensación, y allí estuvimos un buen rato tomándoles fotos, mientras esquivábamos las frutas mordisqueadas que caían desde los alto de los árboles. Tras un buen rato y muchas fotografías, seguimos avanzando para ver si pillábamos algún otro grupo o alguna especie diferente. Nos internamos entre el bosque nuevamente, metidos entre ramas y quizá cuantos bichos (punto para la Andreita! que aperró sin decir nada!), mas solo logramos pillar un par más de chimpancés sobre la copa de otros árboles. Mientras recorríamos, el guía nos iba contando un poco de la vida salvaje… ¿sabían que también existe la prostitución entre los chimpancés? Algunas hembras daban sexo a los machos a cambio de comida, y que para poder tener sexo, los chimpancés debían primero pedirle permiso al macho alfa.
Terminado el tracking, nos fuimos a almorzar a un lodge ubicado entre campos de té, donde probamos algo de comida local (yo elegí chapatis con cabra) y luego partimos rumbo al Queen Elizabeth National Park (QENP). Tomamos un atajo por caminos locales que pasaban entre varios “crater lakes” rodeados de interminables bosques, y aquí vimos nuestro primer hipopótamo. Estaba a escasos 100 metros del auto, y cuando lo vimos no dábamos más de la emoción!! Era una hembra enooorme y venía saliendo del agua. Quise bajarme para fotografiarla un poco más de cerca, pero David me lo prohibió tajantemente, ya que eran animales bien agresivos, y que muy por el contrario de su aspecto, corrían rapidísimo cundo querían atacar, llegando hasta los 45 km/hora! De cualquier forma, estábamos casi al lado, y la emoción y felicidad de verla era gigantesca.
NUESTRO PRIMER HIPO!!
Seguimos nuestro camino a través de varios pequeños poblados hasta que salimos a la carretera nuevamente, y llegamos a la famosísima línea del ecuador! Nos bajamos para tomar la infaltable fotografía, recorrimos un poco y seguimos nuestro rumbo hacia el parque. Cuando llegamos, nos bajamos a registrar, y aprovechamos de recorrer por allí. Era impresionante como podía cambiar tanto el escenario en tan pocos kilómetros. El bosque de Kibale, había dado paso a sabana africana, aunque más húmeda y verdosa que la típica que uno acostumbra a ver en los documentales. Ya en el jeep nuevamente y de camino a nuestro hotel, tuvimos otro encuentro cercano, esta vez con tres elefantes que caminaban a escasos metros del camino, eran los primeros que veíamos. Otra vez descarga de emoción máxima. No dábamos más de la felicidad con la Andre… ver todo eso junto, el mismo día… no se podía pedir más. Pero aún así, el día aún nos tenía preparada una última sorpresa más, el hotel. Myewa Safari Lodge, definitivamente y con creces, el mejor lodge que alguna vez hemos estado.
Llegamos al lodge, con su entrada custodiada por una gigantesca réplica de un elefante, y nos recibieron con la costumbre Ugandesa de las toallas calientes y un juguito natural. Por dentro, el lodge era de lujo y la cordialidad del personal hacía sentirnos que éramos los más importantes del mundo! Las habitaciones eran sencillas, sin embargo, la gracia del lodge en sí, más que su construcción, era donde estaba ubicado. Estaba en pleno parque nacional, en lo alto de un acantilado que daba hacia el canal Kazinga, que comunicaba los lagos Eduard y George. Desde la terraza del hotel se tenía la increíble vista del río, y se escuchaban a lo lejos los sonidos de los hipo. El lodge por sí mismo era un zoológico! Solo esos días, vimos allí mismo iguanas, mangostas, una serpiente de colores fosforescentes, cientos de geckos, unas aves gigantescas llamadas marabú o cigüeña carroñera africana, cientos de pajaritos de mil colores y hasta unos pumbas comiendo el pasto del lodge!! (a los pumbas los diseñaron tan mal, que no pueden agachar su cabeza y para poder comer deben arrodillarse.. pobres!!). Realmente no dejábamos de sorprendernos, era emoción tras emoción. Esa noche, para rematar el día, fuimos a cenar al restaurant del lodge, y junto con nosotros nos acompañaron decenas de batmans que revoloteaban entre las mesas… al comienzo la Andre estaba algo nerviosa, pero luego de un rato terminas acostumbrándote a cualquier cosa y comienzas a sentir como normal, lo que no tiene absolutamente nada de normal para cualquier otra persona… de eso se trata viajar.
DÍA 6 – Q.E.N.P: Game drive – Boat Cruise
Eran las 6am cuando nos subimos al jeep rumbo al parque. Durante la mañana haríamos un “Game drive”, llamado así porque en pro de encontrar los animales, debías ir jugando con los distintos caminos que te encontrabas. El QENP era enorme, sabana pura, y se notaba que ya estábamos entrando en la temporada seca, lo que probablemente nos haría más difícil encontrar animales. Al comienzo vimos una buena cantidad de antílopes y búfalos. Estos, al igual que el hipo y los elefantes, eran los primeros que veíamos en todo nuestro viaje, y estábamos full emocionados con los nuevos bicharracos. Había por montón, y después nos daríamos cuenta que era tan frecuente como ver ovejas acá en Chile, mas eso no quitaba lo emocionante ni lo bellos que eran.
Tras la emoción inicial, todo se volvió en nada. Había desaparecido por completo cualquier rastro de vida, y salvo uno que otro antílope aislado y lejos por allí, no encontrábamos nada más. David nos explicaba que por la sequía, los animales bajaban hacia las lagunas, sin embargo, no existían caminos hacia allá, y salirse de estos tenía una multa de 150 US si es que te pillaban. Estuvimos muchísimo rato en eso, en nada, y nos cruzamos varias veces con otros jeeps con quienes nuestro guía entablaba conversación para saber si habían visto algo, pero estábamos todos en las mismas. Nos encontramos también con el guarda parques encargado de trackear y cuidar a los leones, con quién David se quedó un rato conversando y luego seguimos recorriendo sin encontrar nada. Nuestro guía tenía un solo objetivo, que viéramos los “climbing tree lions”, tal como dice su nombre, leones que se subían a los árboles para descansar, pero parecía que la suerte no estaba de nuestro lado. Estuvimos harto rato en eso, hasta que nos dijo que rápidamente sacáramos una propina… se acercaba al guarda parques nuevamente, quién después nos enteraríamos era amigo de David! Lo seguimos fuera del camino en un momento que estábamos alejados del resto de los autos, y allí los encontramos. Cuatro hembras adultas trepadas sobre los árboles y descansando, a solo 10 metros de distancia, mientras nos miraban de reojo sin importarles mucho nuestra presencia. ¡¡Qué experiencia!! Tan rápido como llegamos, nos fuimos, ya que no podíamos arriesgarnos a que nos viese algún otro vehículo. Pasamos a darle las gracias al guarda parques, y eufóricos a más no poder, dimos por terminado el game drive con el objetivo más que cumplido! Ese día, fuimos los únicos que pudimos ver a los leones… todo gracias David!
En el lodge hacía un calor horrible, así que nos fuimos a disfrutar un rato de la piscina y la increíble vista que se tenía desde aquí. Luego tocó el almuerzo en la terraza, acompañados de decenas de pajaritos de mil colores que revoloteaban de aquí para allá en busca de algún grano de arroz perdido o un “no intencional” pedazo de pan que se nos caía debajo de la mesa. Más tarde, nos juntamos con David y bajamos a las orillas del canal Kazinga, donde nos esperaba un gran bote que nos llevaría a recorrer el canal. La cantidad de vida era exorbitante, y todos los animales compartían sin conflictos las refrescantes aguas del canal. Un elefante solitario que jugaba en el agua, llamó la atención de todos, así como también algunos cocodrilos que descansaban a escasos metros de los búfalos, y que salvo mirarlos con atención, no se inmutaban mucho por la presencia del reptil. En nuestro viaje por estas tranquilas aguas de color cafesoso, vimos cientos de animales, principalmente aves y búfalos, aunque también una gran cantidad de hipopótamos. Nos llevamos la sorpresa de que estos animalitos de aspecto tan amigable, son gigantescos, pudiendo llegar a pesar hasta 4 toneladas, correr hasta 45 km/hora, y que mientras no se los moleste son bastante tranquilos, pero de una fuerza y agresividad horrorosa si se los provoca! Son territoriales como pocos, y aunque no se lo pensase, este tierno animalito, es el que más muertes humanas causa en todo el continente africano, llegando a cifras de hasta casi 3.000 muertos al año! Fueron 2 horas de navegación y constantes avistamientos de animales por todos lados. La escases de vida que tuvimos en el game drive de la mañana, acá se transformaba en abundancia máxima. Nuevamente terminábamos nuestro día gratamente sorprendidos y con sendas sonrisas en nuestras caras… realmente ya no sabíamos qué más esperar, nada mejor podía venir… pero aún quedaban sorpresas!
DIA 7 – Q.E.N.P → Ishasha → Bwindi
Hoy nos esperaba un largo día, debíamos viajar desde QENP rumbo a Bwindi, donde se encontraba el plato fuerte de nuestro viaje: los imponentes gorilas de lomo plateado. Antes eso sí, fuimos hasta la zona sur del QENP, a un lugar llamado Ishasha, donde haríamos nuevamente un game drive. La gracia de este lugar, es que a pesar de estar a solo algunos kilómetros más al sur, el escenario era completamente diferente a lo que habíamos visto. Todo era más verde, e incluso los tipos de árboles eran diferentes. Si bien, en el game drive anterior habíamos visto leones, era esta la zona más famosa por poseer los “Tree climbing lions”. Nunca era fácil encontrarlos, sin embargo, esta vez al menos, había abundancia de vida salvaje y nos pillamos incluso con una manada de unos quince elefantes que vimos a lo lejos, además de los infaltables búfalos y antílopes. Tras más de una hora de búsqueda, y ya cuando pensábamos que no lo lograríamos, David otra vez logró hacernos el día y los pilló arriba de un Figo tree. Era una leona joven con sus cuatro cachorros, quienes al vernos acercarnos, bajaron espantados del árbol a esconderse entre los pastizales. Perdidos de su mamá, aullaban para llamarla, y mientras ella se acercaba a donde estaban, nosotros estábamos allí dentro del jeep, a escasos tres metros… tan cerca que tuvimos que cerrar las ventanas por precaución y dándonos la sensación de que casi podíamos acariciar al gatito que teníamos al lado! Era imposible no sentir ternura por esos felinos, bellísimos y al menos en ese momento, de una tranquilidad algo sospechosa. La madre poco se inmutaba por nosotros, y con toda la calma fue al pastizal a reunirse con sus demandantes cachorros. Dentro del jeep nuevamente todo era euforia, emoción y alegría junto a la Andre, mientras David se regocijaba por habernos logrado mostrar lo que tanto había estado buscando.
Desde Ishasha, nos esperaba un larguísimo viaje hasta llegar a Bwindi, sin embargo, no por eso dejaría de estar lleno de sorpresas. Daba igual si estábamos en un parque o moviéndonos en el jeep, siempre había algo interesante que nos hacía disfrutar cada momento. David no dejaba de ir atento al camino, y de cuanto en cuanto, se detenía y nos indicaba que viésemos alguna cosa por la ventana. Debido a que la sabana fue dando paso al bosque, también comenzó a cambiar la fauna, y aquí empezaron a aparecer los diferentes tipos de monos. Vimos monos de cola roja (red tailed monkey), colobus de color negro y blanco, y un par de gigantescas familias de baboons que tenían tomado el camino por completo. Eran decenas de ellos, echados allí en pleno camino tomando el sol, con sus crías corriendo de aquí para allá, y sacándose los piojos entre ellos. ¡Qué imagen! Realmente era como estar metido dentro de un documental del Discovery Channel, y no dejábamos de emocionarnos cada vez que nos pillábamos con algún grupo.
El resto de nuestro camino no estuvo exento de incidentes. Todavía ni nos acercábamos a Bwindi, cuando de la nada, al jeep se le detuvo el motor. ¿Cual era la probabilidad que estando en Uganda, no ocurriese un desperfecto con el jeep que viajaríamos kilómetros y kilómetros? Bueno, aquí estábamos, detenidos en medio de la nada, aparentemente sin petróleo! En realidad, no es que no tuviésemos combustible, sino que el mega tanque de reserva -que era tan grande como el principal- y del cual dependíamos para llegar a destino, no estaba enviando el combustible hacia el tanque principal. David logró que partiese un par de veces, y así llegamos un poco más allá donde vivían unos Rangers.
Paréntesis cultural…
“La caza del marfíl existe desde hace siglos, con registros que seremontan incluso desde el siglo XIV antes de Cristo. A medida que África fue colonizándose, el comercio de este preciado bien, fue incrementando al punto de la extinción de los elefantes en África del norte hace unos 1.000 años, y la dramática reducción del número de estos en el resto del continente. Hasta el siglo XX, en el apogeo del marfil, se habían exportado ya a Europa unas 1.000 toneladas de este. Hoy la caza ilegal sigue siendo un problema real, existiendo guerrillas que cazan por la carne, o los famosos “pouchers” ó cazadores de trofeos, cuyo principal objetivo son los Big Five de África (elefante, león, rinoceronte, leopardo y búfalo). Los Rangers, es una agrupación con formación militar, cuyo objetivo es la defensa de los animales… básicamente, cazan cazadores, y están autorizados a dispararles a matar si es que los pillan”.
Término del paréntesis cultural…
Volviendo a dónde estábamos. Sí, allí tirados en pana en mitad de la nada. Nosotros disfrutábamos el lugar y tomábamos fotos, mientras David conversaba y subía a una de las casas de los Rangers a hacer quizá que cosa. Pasó algún rato y cuando volvió aparentemente tenía ya todo medio solucionado. Se había puesto en contacto con un amigo camionero que justo estaba viajando por dicha ruta y que pararía a ayudarnos… ¿no les decía yo que nuestro amigo era amigo de todo Uganda? Al poco rato, efectivamente llegó un camión y se detuvo junto a nosotros como caído del cielo. No habíamos alcanzado a estar una hora detenidos, y ya teníamos nuevamente petróleo para reiniciar nuestro camino.
Lo que restó de camino fue realmente extenuante. No por nada el parque se llama “Bwindi impenetrable forest”, y muy bien hacía honor a su nombre, ya que el camino se adentraba por tupidos bosques que serpenteaban a través de las montañas del Sur de Uganda, hogar de los gorilas lomo plateado o de montaña. Fue un largo trecho por un camino de tierra lleno de baches, ya que al reservar a última hora este tour, quedamos rezagados a los sectores más alejados del parque, lo cual significó que tuvimos que cruzar todo el Bwindi park hasta llegar a la zona más Sur y alejada de todas. De cualquier forma, por muy ajetreado y movido que pudo haber sido la ruta, tuvimos la chance de decir que realmente recorrimos la zona, e igual que en el resto de nuestro viaje, la belleza escénica y los lugareños, hicieron que estas horas fuesen tan especiales como los tours en si mismos. Tuvimos la suerte de ver por primera vez, un par de Grullas Coronadas, una bellísima ave, que no por nada, es el animal nacional de Uganda, y que además adorna la bandera del país. De color gris, con mejillas blancas, barba roja y un penacho amarillo extremadamente llamativo, atrae la atención de cualquiera que la vea. Era hermoso también ver cómo la gente le había ganado a la montaña, haciendo terrazas y cultivos en las laderas más impresionantes, principalmente cultivos de té y muchos bananos. Igualmente, fue muy llamativo que a lo largo del viaje, nos encontramos con decenas de niños que alegremente nos saludaban, varios de ellos simplemente caminando, pero muchos otros trabajando en el campo o transportando cosas sobre sus cabezas, haciéndonos nuevamente caer en la cuenta de la realidad donde estábamos.
Finalmente llegamos a nuestro nuevo hotel, Ichumbi gorila lodge, donde pasaríamos las dos siguientes noches. Era de construcción sencilla y sin mucha ostentación, mas el lugar era tan maravilloso, metido entre las montañas y con verde por doquier, que lo último relevante era el hotel en sí. Allí cenamos y sin muchas vueltas más, nos fuimos a descansar del largo día que habíamos tenido. Mañana sería el punto cúlmine de nuestro viaje por este hermoso país, y debíamos estar a full!
DÍA 8 – Bwindi impenetrable forest
Esta vez comenzaré contándoles una historia triste. El gorila de lomo plateado solo se los encuentra en las montañas de Rwanda, Uganda y el Congo, y debe su nombre a que en su madurez sexual, el macho alfa, presenta en su dorso una zona de pelo corto y plateado, que lo distingue del resto del grupo. Son animales enormes, donde el macho puede alcanzar el 1,8 mt. y superar los 200 kg. Suelen vivir en grupo, y no tienden a ser territoriales, pero sí a proteger su familia a toda costa, la cual es dirigida siempre por el lomo plateado, pudiendo existir algunos otros machos secundarios, además de las hembras y las crías. Tristemente esta es una de las tantas especies que se encuentran en peligro de extinción, no quedando más de 900 individuos, producto de la caza furtiva, la pérdida del hábitat y el contagio de enfermedades humanas. La película “Gorilas en la niebla” desarrolla la historia de la zoóloga Dian Fossey, una norteamericana que dejó todo por estudiar y proteger a estos animales, yéndose a vivir al Congo y luego Rwanda. Cuenta cómo Fossey se embarca en una lucha por salvar la especie, brutalmente diezmada por la caza ilegal para vender sus cabezas, manos, pieles y crías como trofeos. Fue brutalmente asesinada en 1985, sin embargo, su trabajo, difusión y resistencia, permitieron generar conciencia y ser el motor de partida de la preservación que hoy conocemos en esta zona, y que ha permitido -por ejemplo- el turismo, uno de los pilares para la protección animal.
El acceso al parque no quedaba muy lejano de dónde alojábamos, y en menos de cinco minutos ya estábamos caminando rumbo al “briefing point”. Nos recibió uno de los guías del parque, quien nos explicó que nos dividiríamos en varios grupos de seis personas e iríamos junto a un par de guías y un grupo de “trackers” o buscadores. Cuando vimos a nuestros compañeros de expedición, casi me caigo de culo… el promedio de edad de ellos fácilmente alcanzaba los 65, con un par de tatitas de 75-80 años. No me mal entiendan, no tengo absolutamente nada en contra de la gente mayor, e incluso siento admiración por aquella gente que a esa edad persiste así de aventurera, pero no lograba entender como cruzaríamos el bosque impenetrable con ellos, incluso cuando cada uno de estos chicos mayores iría acompañado de su propio ayudante, que le llevaría su mochila y lo ayudaría a avanzar en las zonas difíciles.
Cuando partimos, no habían pasado ni diez minutos cuando uno de nuestros colegas de expedición ya preguntaba dónde podía detenerse para ir al baño… al parecer alguien no se había tomado sus medicamentos para la próstata! El camino al comienzo estaba bien marcado, y salvo algunas pasadas con barro y agua, la dificultad no era mucha. Más o menos cuando llevábamos unos treinta minutos de búsqueda, sonó la radio del guía para informarle que los “trackers” habían dado con los gorilas… ¡no podíamos creer lo rápido que había sido! Ahora, el camino se ponía feo de verdad. Dejábamos la senda, para literálmente meternos a la selva, con los guías abriendo camino a machetazo limpio. No hubiese sido tanto problema, si no fuese porque además caminábamos por las montañas, por ende también había que trepar o hacer bajadas bien escarpadas. Estábamos en la mitad de una bajada, cuando nos pidieron dejar los bastones a un lado -podían interpretarse como una señal de amenaza por los gorilas- y avanzar un poco más. Y allí, a menos de tres metros, estaba una cosa peluda negra entre las hojas. Los primeros segundos fueron realmente impactantes, especialmente para la Andre, que casi entra en pánico con este gigantesco animal! Era el alfa, una bestia enorme, que si se erguía, fácilmente alcanzaba los 2 metros. Pasó pegado a nosotros, y atrás, lo seguían un par más de machos y algunas hembras, a los cuales fotografiaba, hasta que uno de ellos me mandó un manotazo directo a la cámara, dejando más que claro que no quería que lo/la molestaran. Era sorprendente la tranquilidad de estos animales, que cualquiera sin saberlo, hubiese pensado que eran agresivos y territoriales. Pasaron tan cerca, que varios de los turistas tuvieron que quedarse inmóviles para que el alfa pasase pegado a ellos.
Seguimos de cerca al grupo, cada cual tratando de pasar lo más desapercibido posible. Nadie hacía un solo sonido, y nos movíamos con cautela, esperando no espantar a nuestros amigos gorilas. La tensión que se sentía al comienzo, rápidamente dio paso a la emoción y euforia. Todos sacaban sus cámaras, fotografiaban, grababan y comentábamos entre nosotros lo impresionante que era estar allí, tan cerca de estos gigantescos animales. La sensación eran los tres pequeños gorilitas, uno de ellos un poco más mayor y juguetón, que confiadamente hacía show y en varias oportunidades se acercó a nosotros a jugar. Si, tal cual leen. El pequeño en una oportunidad se acercó a tironear los pantalones de un turista, tratando de bajárselos, causando la gracia de todos, y luego también se acercó a mí, a tironearme los tirantes de mi mochila que quedaban colgando. Mientras, los adultos miraban con tranquilidad cómo el gorilita se entretenía con este circo que los venía a ver, atentos a que nada pasase.
Tuvimos una hora completa para disfrutar este precioso espectáculo. La calma y tranquilidad de estos animales era abrumadora, y costaba entender como un animal así, podía no ser agresivo. Eran tan intimidantes, que a pesar de saber a priori no nos harían daño, igual daba susto acercarse mucho. Estaban tan calmos, que perfectamente uno podría haberse sentado al lado mientras ellos comían hojitas de los más tranquilos que había.
Cuando terminó nuestra hora, nadie quería moverse, y a nosotros con la Andre casi nos tuvieron que llevar a rastras. Sin problemas nos hubiésemos quedado allí la mañana completa, mas el tiempo estaba estrictamente limitado para evitar el acostumbramiento humano y la transmisión de enfermedades. La vuelta fue igual de rápida que la ida, llegando nuevamente al centro de reunión, donde esperamos al resto de los grupos para dar el cierre final y luego volver a nuestro hotel.
Ya en el hotel, y tras almorzar y descansar un rato, pasó a buscarnos un guía local del pequeño poblado aledaño, y fuimos caminando hasta este. La verdad es que pensábamos ir a recorrer por nuestra cuenta, pero finálmente sin quererlo mucho, terminamos insertos en un tour “pagado” por la localidad. Probablemente de haber estado en cualquier otro lugar, sencillamente hubiésemos caminado y no pagado nada, sin embargo, los niveles de pobreza eran tal, que dejar o no dejar unos cuantos dólares allí, no nos haría ni más ricos ni más pobres, y claramente esa gente lo necesitaba más.
Lo primero fue pasar a la “oficina” de turismo, un sucucho oscuro y con una precaria implementación, donde nos dieron la opción del tour corto (10 US) o el largo (20 US). Elegimos el primero y salimos junto a nuestro guía a nuestra primera parada. Era un grupo de artesanas que trabajaban tejiendo con plástico reciclado. Invitaron a la Andre a participar, y le entregaron una afilada aguja, que ambos miramos con ojos de sapo, y que tras un par de puntadas entregó rápidamente a su dueña. Este mismo grupo de mujeres, luego nos realizó un baile típico, con cantos y tambores, donde la Andre fue invitada a participar, bailando con ellas. Fue bastante entretenido y fueron muy amables con nosotros. Claramente la propina posterior era obvia, pero qué más da. Luego de esto, seguimos rumbo a la única escuela primaria que existía, donde nos recibió el profesor a cargo, quién nos dio un paseo por las aulas. Acá realmente te tocaba el corazón la situación de los niños, y daba pena no haber traído con nosotros cosas tan sencillas como lápices o esos cuadernos sin usar guardados durante años en la casa. Las aulas estaban equipadas con improvisadas bancas de tablones y precarios pizarrones que no eran suficiente, por lo que las murallas también estaban adornadas de materia escrita en tiza. Afuera, a uno de los costados de la escuelita, se ubicaban las piezas que los niños más rurales ocupaban durante la semana. Eran camarotes roñosos, donde los con más suerte tenían un colchón. Y afuera, en el patio principal, estaban todos los niños en recreo, vestidos con sus uniformes blanco con verde. Para finalizar el paseo por la escuela, los niños hicieron un círculo para cantarnos canciones típicas y hacer un baile, donde nuevamente la ruciesita linda llamó la atención y fue invitada a bailar. Por mi parte, tenía un duelo interno entre la pobreza que veía allí, y lo todo lo preparado que sentía que era nuestra visita, con el claro objetivo de conseguir donaciones, sin embargo, ver tan de cerca ese nivel de pobreza, hacía que a cualquiera se le partiese el corazón, y entendía la necesidad de todo lo que hacía cada uno para conseguir unos dólares de los turistas.
Luego de la escuela, recorrimos algunos otros lugares del pueblo que no tenían mucho interés y casi finalizando se largó a llover a cántaros. Mientras corríamos rumbo a la calle, nos pillamos con David, justo a tiempo antes de que quedásemos estilando, y nos subimos al jeep para regresar rumbo al hotel, donde cenamos y luego nos fuimos a descansar. Así, finalizaba nuestro increíble viaje por Uganda y ahora solo restaba volver a Kampala al día siguiente para seguir con nuestro exótico viaje por África.
DÍA 9 – Bwindi → Kampala
Salimos temprano desde el parque nacional, ya que nos esperaba un larguísimo viaje rumbo a Kampala. Al igual que la ida, pasamos a través de varios poblados que iban dándole un poco de vida al viaje. Nuevamente cruzamos el ecuador, pero esta vez por un sitio diferente, donde estaba lleno de pequeñas tiendas, deteniéndonos a comer algo. Mientras David iba en busca de algunas pizzas, nosotros fuimos a pasear y ver los infinitos souvenirs que había por allí. Compramos algo de café y nos fuimos a jugar un rato al ecuador, a tirar agua por una cañería para ver cómo giraba de uno u otro lado de la línea. Casi cuando íbamos llegando a Kampala, y producto de que evidentemente íbamos algo excedidos de velocidad, fuimos detenidos en un control policial. Con la Andre ya pensábamos que nos dejarían allí retenidos, y estábamos tramando la excusa de que perderíamos el vuelo para salvar a David… cuando miramos para atrás y vimos a David y el carabinero muertos de la risa conversando. ¡Sencillamente no sabíamos cómo lo hacía! Cuando volvió, aún con la risa en su cara, nos explicó que los turistas para ellos eran un pilar esencial de Uganda, ya que traían recursos y trabajo. Simplemente le había explicado al carabinero que íbamos al aeropuerto en busca de la maleta perdida y que teníamos que llegar antes de cierta hora… verdad con una pizca de mentira. Incluso, David nos contó que en casos extremos, él podría haber solicitado la escolta de los policías para llegar al aeropuerto antes, en caso de que -por ejemplo- estuviésemos retenidos en un tráfico y pudiésemos perder nuestro vuelo. No sé que tan verdad será todo esto, pero al menos me agradaba saber cuánto nos querían en Uganda.
Cuando llegamos a Kampala a media tarde, fuimos directamente hacia el aeropuerto a buscar la maleta, que por la agencia, ya nos habíamos enterado que estaba en custodia. Nos comunicamos por un citófono hacia la oficina de maletas perdidas, donde nos indicaron que debíamos esperar. Y esperamos, esperamos y esperamos, hasta que un militar que hacía guardia en el aeropuerto, amablemente se nos acercó para ofrecernos ayuda -Acotación: amablemente aquí es sinónimo de propina – . Esperamos otro rato más y finalmente apareció una mujer con la mochila en sus manos. Pasamos a una oficina, donde revisamos que estuviese completa -contra todo pronóstico- y salimos felices a reunirnos con David, quien también se alegró enormemente de vernos con la perdida mochila. Nos subimos al jeep y nos fue a dejar a un hostal ubicado a algunas cuadras del aeropuerto, ya que pasaríamos la noche en Kampala, antes de salir a primera hora del día siguiente rumbo a Arusha, Tanzania. La despedida fue realmente emotiva, David había estado esos siete días con nosotros, y no solo nos había guiado, sino que realmente había compartido con nosotros y entablado una amistad. Nos dimos un gran abrazo cada uno, y nos dejó invitado a volver a Uganda, pero esta vez a su casa. Ya éramos amigos, y estoy seguro que ni yo ni la Andre, lo vamos a olvidar jamás. Terminaba así el viaje más exótico que alguna vez habíamos realizado, y no podíamos quejarnos de absolutamente nada, todo había sido maravillosamente perfecto. Ahora restaba avanzar, y seguir a nuestro siguiente destino: Tanzania!
AGRADECIMIENTOS
- Quienes se llevan todos los honores sin lugar a dudas, son mis amigos Francisco Sepúlveda y Magdalena Sepúlveda. Sin el entusiasmo inicial que me generó Pancho para indagar en este hermoso país, y sin la ayuda económica que significó prácticamente regalarnos su tour, probablemente nunca hubiésemos tenido una experiencia como esta en Uganda. Eternamente agradecidos.
- A David, por ser mucho más que nuestro guía, y hacer que nuestro viaje sobrepasase lo fenomenal. Sin su simpatía y alegría, recorrer Uganda en su jeep, hubiese sido solo como contratar un taxi. ¡Eres lo máximo!
CONTINÚA…
1 comentario
Qué decir!!!!!!!! Todo está escrito.
Pienso que viajar a éstos lugares es por sobretodo lejos lo mejor y más maravilloso al contemplar la naturaleza en directo, vivir en carne propia la pobreza existente en éstos países. Para así darnos cuenta que siempre hay alguien peor que una y aún así es feliz.
Felicitaciones por éstas hermosas e inolvidables vacaciones Andrea y Camilo junto con aquel maravilloso regalo de su amigo y colega Francisco. (hoy en día es muy difícil encontrar personas como él).