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Volcán Corcovado

  • 28 julio, 2025
  • Camilo Novoa
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El volcán Corcovado se ubica en el parque nacional Corcovado, X región de Chile. Es un estratovolcán extinto de 2.300 metros de altura, compuesto principalmente por roca basáltica. Tiene las peculiaridades de que sus faldas llegan directamente al océano Pacífico y de poseer escarpadas líneas hacia su cumbre, vestigio de su antigua chimenea. Es un cerro técnicamente complejo, dado a la verticalidad de su ascenso, sumado a las famosas características de la nieve/hielo de la Patagonia, que por las condiciones climáticas forman peculiares estructuras de “hongos” o “coliflores” de hielo, que desafían la gravedad y toda lógica.

La ciudad más cercana es Chaitén, desde dónde se tiene una maravillosa vista de su cumbre nevada y dónde a ningún visitante le es inadvertido. Fue en 2012, cuando recorriendo la carretera austral en moto lo vería por primera vez y cuando quedarían grabadas sus vertiginosas laderas en mi retina. Por ese entonces no hacía montañismo y no estaba ni dentro de mis sueños poder siquiera intentarlo. Solo era una bella montaña ajena a mí. Pasarían 10 años y decenas de ascensos a otras cumbres, antes que esta cumbre se visualizase como un objetivo concreto en mi carrera como montañista.

FOTOGRAFÍAS AÉREAS POR JULIE M-ALAIN

Table of Contents
  1. TOPONIMIA E HISTORIA
  2. ASCENSIONES
  3. LA IDEA
  4. COMO LLEGAR
  5. CONSEJOS PRÁCTICOS SOBRE LA EXPEDICIÓN
  6. RELATO
    1. DÍA 0: “CABROS, PARECE QUE SE VIENE VENTANA!!”
    2. DÍA 1: “LA LLEGADA”
    3. DÍA 2: “DÍA D, EL DESEMBARCO DE NORMANDÍA”
    4. DÍA 3: “LABERINTO SELVÁTICO”
    5. DÍA 4: “BENDITA NIEVE”
    6. DÍA 5: “EL GRAN DÍA”
    7. DÍA 6: “TODO LO QUE SUBE, TIENE QUE BAJAR”
    8. DÍA 7: “ESCAPANDO DEL GOLFO”
  7. DESCRIPCIÓN DE LARGOS
  8. TRACK GPS
  9. FLORA Y FAUNA
  10. AGRADECIMIENTOS

TOPONIMIA E HISTORIA

Poca información hay referente a la historia de este cerro.  Se desconoce si los ancestros de dicha zona, Chonos y Cuncos principalmente, tenían algún nombre indígena para esta notoria montaña. Lo más probable es que así sea, sin embargo, el paso del tiempo y la pérdida de la historia han hecho que hoy se desconozca. Sabemos que ya en las cartas de navegación de José de Moraleda y Montero en 1796, ya se describía el cerro como “Gran Montaña o Volcán de Corobado”, así como también se describía “El Morrillo”, punto clave utilizado para guiar nuestro desembarco. Córcoba aluce a joroba, y se cree que los españoles le habrían puesto de esta forma debido a su forma prominente.

Referente a su historia eruptiva, también se sabe poco de ella, y el único y último registro de actividad volcánica data de 1834-1835, de mano del mismísimo Charles Darwin, quien por esos años estaría recorriendo la isla grande de Chiloé cuando presenció la enorme erupción que tuvo el volcán y que la describe como;

“Las grandes masas que proyecta hacia arriba, y que vistas estallar en el aire, asumen muchas formas fantásticas, tales como árboles”

ASCENSIONES

Si hoy es complejo llegar a la cumbre del Volcán debido a su lejanía y complejidad logística, solo imagínense lo que fue ascenderlo por primera vez en 1945. El primer ascenso fue realizado el 12 de Enero de 1945, por Alfredo Gasch y Gerhard Kress, ambos chilenos.

La historia cuenta que el 5 de Enero de 1945 partieron desde Puerto Montt hacia Chaitén en el barco Dalcahue, para luego tomar un bote a remo que tras 10 horas los dejó el día 7 Enero en la desembocadura del río Corcovado y dónde se unieron al baqueano Muñoz. Con la ayuda de caballos, avanzarían por el estero que desagua el glaciar Sur. Entre el día 8-10 Enero hicieron reconocimiento de terreno, y el 11 Enero iniciaron el intento de cumbre. El 12 Enero inició a las 5 am y no estuvo exento de incidentes, dado a que erraron la ruta y ascendieron a una cumbre secundaria que no tenía acceso a la principal, debiendo corregir su rumbo a través de complejos traverses y escaladas entre hielo y roca. A las 11:20 del Viernes 12 de Enero de 1945 coronaban por primera vez en la historia la cumbre.

El segundo ascenso fue realizado por Douglas Tompkins, casi 50 años a posteriori, y que ascendería junto al Chaitenino Carlos Alvarado hasta la base de la torre a 2.100 msnm y luego haría cumbre en solitario durante Octubre de 1993. Esta ascensión, además del mérito obvio de ser la primera y única en solitario, tiene la peculiaridad que fue realizada por una ruta diferente a la trazada en 1945, abriendo la ruta por el morrillo por primera vez, ruta que hasta el día de hoy se utiliza como la normal.

El 28 de Octubre de 2013 traería la tercera cumbre por Ignacio Vergara, Vicente Montero y Sergio Infante, repitiendo la misma ruta de Tompkins, aconsejados por las palabras y descripción de la ruta por boca del mismísimo Carlos Alvarado.

El cuarto ascenso, también por la ruta de Tompkins, sería realizado el 19 de Octubre de 2016, por Juan Pablo Mohr, José Vial, Diego Señoret, Cristobal Bizzarri y Camilo Tapia. No es menor nombrar que los primeros cuatro eran una cordada, mientras Camilo ascendía junto a otros dos compañeros que tras el bosque, abandonarían el intento a cumbre, motivo por el cual Camilo se sumó al esfuerzo de cumbre junto a los otros cuatro escaladores. Lo peculiar de esto, es que entre las dos cordadas no hubo ninguna planificación para ascender la misma fecha y fue mera coincidencia.

El quinto ascenso traearía novedades, ya que Matías Del Sol,   Andrés Bozzolo y Rodrigo Vera, coronarían cumbre el 4 Octubre de 2018 por una nueva vía por el filo Este, ingresando al cerro mediante el uso de un helicóptero que dejó a la cordada a los pies del volcán. Este sería el segundo intento de la cordada, quienes el año previo habrían intentado la misma ruta ingresando mediante una avioneta que acuatizó en una de las lagunas existentes en dicha cara.  (Video de la expedición 2018)

El sexto ascenso sería el nuestro.

LA IDEA

Ningún cerro me había quitado tanto el sueño como este aislado volcán del Sur de Chile.

La progresión natural de cualquier deportista es a buscar metas cada vez más desafiantes. Así, después de escalar el Volcán Puntiagudo y pulir la escalada en hielo en Ouray-USA y Banff-Canadá, ambas mecas de la escalada, la pregunta lógica fue ¿Y ahora qué?

Viviendo en la X región, el objetivo claro para mí, era poder escalar todas las cumbres más renombradas de mi región, y la guinda de la torta no era otra más que el hermoso y poco conocido volcán Corcovado.

La idea inicial se gestó en el 2022. No sabría decir quién de los tres fue el que lanzó la idea, pero sí que era un sueño para mí lograr llegar a su cumbre. No estaba preparado previamente, faltaba camino por recorrer, horas de cerro y experiencia, sin embargo, para el 2022 cuando se planteó la idea, ya tenía encima lo necesario para sentirme seguro de escalarlo activamente y no ir de turista.

Roberto Mayol, Diego Figueroa y yo éramos la cordada. Planificamos durante meses, rescatamos información, hablamos con quien pudimos que hubiese estado allí, compramos equipo y nos preparamos física y técnicamente. A pesar de ello, nunca llegamos siquiera a pisar la playa que inicia el camino hacia sus hielos. Subestimamos el golfo del Corcovado y sobreestimamos la osadía de los boteros de la zona. Nadie nos quiso llevar, y lo que tanta frustración me generó en dicho momento, hoy lo comprendo. Dudo que si nos hubiésemos aventurado en una lancha por esos días que llegamos a Chaitén, hubiésemos regresado vivos.

Las ganas y la idea quedaron guardadas en un cajón, junto a la amarga sensación de no haber ni siquiera podido intentarlo. Seguimos con nuestros proyectos deportivos y así paso el 2023, sin siquiera cuestionarme volver a intentarlo. El sacrificio es grande; las ventanas de buen clima y mar son escasas y cortas, lo cual requiere un nivel de compromiso logístico, deportivo y laboral importante. Tienes que estar realmente con la cabeza lista para abandonar todo apenas aparezca la ventana climática.

Llegó el 2024, y si bien aún tenía el bichito del Corcovado, no me hacía la idea de volver a intentarlo de momento, sin embargo, no contaba con que un personaje desconocido en ese momento, reviviese la expedición. Se trataba de Víctor Zavala, un connotado montañista de nuestro club, quien se había hecho buen renombre después de estar un año entero dedicado al montañismo y haber escalado cumbres tan icónicas como el Ama Dablam, el Paine grande o haber intentado el cerro Torre. Víctor le escribió a Roberto, quien me invitó a participar, y sin dudarlo acepté. Esta vez eso sí, ya había aprendido suficiente para entender que si quería éxito, el compromiso debía ser al 100%. Pondría todo mi tiempo, energía y perseverancia con tal de lograr el cometido.

VÍCTOR ZAVALA – ROBERTO MAYOL – CAMILO NOVOA

COMO LLEGAR

 PASO 1: Puerto Montt → Chaitén

Lo primero es llegar a la ciudad de Chaitén. Formas hay varias, pero nosotros elegimos la barcaza directa entre estas ciudades. Decidimos no ir en vehículo para abaratar costos, sin embargo, quedábamos supeditados a no poder movernos de Chaitén en caso de que nuestra lancha no pudiese zarpar rumbo al golfo.

Barcaza Puerto Montt/Chaitén
Web compra: Naviera Austral (link)
Ventajas:

  • Un solo trayecto
  • Peso de equipaje ilimitado
  • Puedes aprovechar el tiempo y viajar de noche

Desventajas:

  • Costosa, especialmente si decides ir en vehículo propio.
  • Trayecto de 9 horas. Dependiendo del día, puede ser que debas viajar de día (Lunes).
  • Domingo no hay barcaza.

Ruta Bimodal
Recorre en bus/barcaza desde Puerto Montt – Hornopiren – Caleta Gonzalo -Chaitén.
Web compra (link)
Ventajas:

  • Alternativa para el día que no sale la barcaza PM-Chaitén
  • Permite más equipaje que la avioneta, aunque es más limitado que la barcaza

Desventajas:

  • Debe hacerse de día
  • Es mucho más incomodo viajar todas esas horas en bus versus la barcaza

Avioneta
Sale desde el aeródromo La Paloma en Puerto Montt.
Ventajas:

  • Trayecto muy rápido

Desventajas:

  • Altísimo costo considerando la necesidad de cargar varios bolsos.

PASO 2: Chaitén → Playa Golfo Corcovado

Posiblemente uno de los puntos más complejos de la planificación, dado a que existen pocos boteros que estén dispuestos a aventurarse en el Golfo del Corcovado, que tiene fama de ser un mar bravo y con un desembarco hostil. En nuestro caso consultamos a 6 boteros, de los cuales varios nunca respondieron ante nuestra solicitud y otros dijeron inicialmente que si, para luego retractarse.

El costo económico por otro lado es un punto crítico, dado que es caro. En nuestro caso, se utilizaron dos botes pequeños con motor fuera de borda 25 Hp, y el costo fue de 1.2 M CLP (aproximadamente 1200 USD).

El motivo por el cual se utilizaron dos botes, fue poder repartir peso y que el segundo bote cumplió la función de sacar con una cuerda al bote que nos dejó en la playa. Después de nuestro desembarco, dudaría si sería seguro hacerlo con un solo bote. El costo es alto, pero el tiempo invertido, el conocimiento de la zona que requiere ir para allá, riesgo para los boteros y sus embarcaciones es significativo.

Contactos

Jorge Anabalón +56 9 7213 5554 (nuestro botero)
Maldonado +56 9 3392 4226
Alex  +56 9 7439 4417
José Vidal +56 9 7650 0587

UNA BELLÍSIMA VISTA DESDE EL RÍO YELCHO

CONSEJOS PRÁCTICOS SOBRE LA EXPEDICIÓN

 Para el bote;

– Abrigarse!! Son 3 horas en el mar con viento y agua. Considerar llevar una capa impermeable para evitar mojarse con el agua que salta del bote.
– Sugiero dejar una tenida inferior -incluyendo calzado- especialmente para bajarse del bote y mojarlo. Luego pueden abandonarlo en la playa, cambiarse por la ropa que usarán en el río y seguir avanzando.
– No subestimar el desembarco. Puede ser muy complejo.
– Meter las mochilas en bolsas gruesas y sellarlas bien para evitar que si caen al agua, quede todo empapado. Es útil hacerles un mango/asa para poder sacarlas del bote más fácilmente.

Para el río;

– Utilizar los bastones sin arandela, para evitar que esta se atrape entre las piedras o el flujo del agua te empuje mucho el bastón al momento de meterlo al agua.
– Dependiendo del flujo del río, a veces es mejor mojarse desde el primer momento y de esa forma subir más rápido sin preocuparse de saltar de roca en roca y con el riesgo de caerte completo al agua.

Para el bosque;

– No subestimar la dificultad, tiempo y desgaste físico/psicológico que implica el bosque. Es posiblemente el tramo más exigente de toda la ascensión.
– Contar con cinta de marcaje (se puede comprar en Doite). Nosotros para el 2024 marcamos el bosque de forma prolija, pero la cinta tiene una vida útil de algunos años solamente.
– Si llevan machete, procuren de marcar más y machetear menos. Yo en mi afán de dejar una buena senda, hice rápidamente una tendinitis de ambas muñecas. Las marcas con cinta y con machete a los árboles posiblemente ayudan mucho más que despejar.
– Cuando marquen, háganlo mirando hacia abajo, de tal forma que de bajada vean las marcas.
– Lleven guantes de ferretería/jardinería para el bosque, de lo contrario quedarán llenos de espinas y heridas.
– Considerar que en el bosque, tu ropa probablemente quedará bien dañada. Prefieran algún pantalón y chaqueta que sepan no les dolerá perder.
– El bosque suele ser extremadamente húmedo. Sobretodo si ha llovido los días previos, el agua acumulada en las hojas puede mojarte a ti y tu mochila lo suficiente para joderte la ascensión. Yo en estos casos uso una bola gruesa gigante por dentro de la mochila a modo de una gran bolsa seca.
– Si llevan dos bastones, posiblemente la mejor decisión es abandonar uno antes del bosque. Llevarlo en la mochila hace que de seguro se te atrape en las ramas. Luego en la nieve pueden ascender con bastón/piolet.
– En la misma línea, eviten que cosas como la colchoneta o piolets, sobresalgan de la mochila y puedan engancharse en las ramas.
– En las partes más verticales, especialmente posterior al vivac 2, el piolet puede ser de mucha ayuda en el bosque.

Para los vivacs;

– Asumir que lloverá o caerá garuga. Llevar funda vivac si o si.
– Es relativo, pero en general se recomienda que en climas húmedos se utilice saco y parkas sintéticas. Yo solo utilizo pluma y anduve excelente, pero no se me mojó casi nada.

Para el hielo y nieve;

– Cuando armen reuniones, consideren muy bien las fuerzas de caída. Dado que hay frecuentes cambios de dirección, a veces las reuniones no quedan en la mejor disposición.
– Se usan más estacas que tornillos (en nuestro caso solo usamos tornillos el primer largo).


RELATO

DÍA 0: “CABROS, PARECE QUE SE VIENE VENTANA!!”

Contextualicemos. Trabajo en el área de la salud, con una programación previa de un mes al menos. Escaparme a último minuto afecta el funcionamiento de todo un servicio quirúrgico. Ese fue el motivo que en 2022 me llevó a planificar la expe en mis vacaciones programadas y lo que en parte, nos llevó a fallar. No volveríamos a cometer dicho error.

Esta vez monitorizábamos diariamente el clima desde finales de Agosto. Para mí, ya se había vuelto un rito mirar todas las mañanas el meteo, rogando por buen clima, pero nada ocurría. Septiembre fue un mes horroroso, dónde solo 2 días estuvo despejado en Chaitén. No dejó de llover casi ningún día. Casi perdíamos la esperanza, ya que con Octubre, si bien venían los buenos días, venía también el calor y sus riesgos.

A finales de Septiembre apareció. Había una ventana larga, de más de una semana de buen clima, isotermas bajas y presión atmosférica alta, lo que nos daba una buena chance de estabilidad. Recuerdo haber hablado con mi jefe y decirle que había chance, tenía todo el apoyo de él.

Mis cordadas por sus partes también habían allanado el camino con sus jefes para facilitar el repentino abandono laboral. Incluso Víctor había migrado desde su ciudad, Puerto Natales, para teletrabajar desde una zona más cercana a Puerto Montt, dónde comenzaba nuestro viaje.

Otro de los factores no menores correspondía al botero. Teníamos el contacto de solo unos 6 boteros que pudieses llevarnos, sin embargo, fue solo uno quien nos contestó que estaría dispuesto. El golfo era conocido por su inclemencia. Jorge Anabalón era el hombre. Un grande, por quien me saco el sombrero por su nivel de compromiso con nosotros y la expedición. Estuvimos hablando varias veces durante un mes, en espera del día adecuado y demostrándonos que era alguien que no nos abandonaría a último momento. All my respect.

Y así, con una buenísima ventana, la ruta mega estudiada, el botero coordinado y toda la buena energía y fé, nos lanzamos al éxito.

Bonus track: Días previos, una amiga de Víctor subió, Julie M-Alain videos del cerro grabados desde una avioneta, lo cual nos ayudó enormemente a entender la ruta. Era posible incluso, que si lográbamos coordinar, pudiese ir a grabarnos mientras ascendíamos. Cruzábamos los dedos por ello.

DÍA 1: “LA LLEGADA”

El primer paso implica llegar a Chaitén. Para el caso de Víctor, él tuvo que viajar en bus la noche previa. Para Roberto y yo, que vivíamos en Puerto Varas, era más sencillo. Tomamos la barcaza que va desde Puerto Montt hacia Chaitén, la que demora aproximadamente nueve horas. Ya en Chaitén, el primer día fue meramente logístico. Organizamos equipo y las mochilas. Nos reunimos con nuestro botero para planificar hora de salida y logística de la navegación. Además tuvimos una reunión con Federico Caballero, nuestro contacto de emergencia y quien estaría diariamente informándonos de las condiciones climáticas vía satelital. Finalmente fuimos a dejar registro de nuestra salida a Carabineros, quienes nos estaban esperando un poco incrédulos de nuestra expedición, ya que yo tenía el contacto de uno de ellos y le había esbozado ya la idea.

Llegaba el gran día y no mentiré, los nervios de que pasaría me carcomían. El objetivo primordial siempre ha sido volver sanos y salvos, pero cuando se ha apostado tanto a una ficha, a veces cuesta reconocer la línea de seguridad entre el riesgo y la sensatez.

DÍA 2: “DÍA D, EL DESEMBARCO DE NORMANDÍA”

Salimos a la 8 am desde el alojamiento. El plan era no madrugar, ya que había que evaluar con luz las condiciones del mar antes de embarcarnos. Jorge nos pasó a buscar en su camioneta y nos fuimos hasta el río Yelcho, desde dónde zarparíamos. Allí nos esperaba su hermano Raúl, quien estaría a cargo de ir en un segundo bote con nuestras mochilas y ser nuestro apoyo.

Subimos los bolsos al bote de Raúl, mientras nosotros nos fuimos con Jorge. Ambas eran embarcaciones pequeñas de plástico rígido y motor fuera de borda, como las usadas en salmoneras. Según nos explicaba Jorge, eran lo ideal para nuestro cometido, ya que nos permitirían llegar directamente a la orilla, lo cual no habría podido hacerse con una embarcación mayor o de fibra.

EN EL RÍO YELCHO, PREVIO AL EMBARQUE

La navegación por el río era bella y llegamos a una amplia  desembocadura, dónde en gran parte, el bajo nivel del agua permitía apenas nuestra navegación, hasta que salimos al mar. Para nuestra tranquilidad se veía calmo.  El cruce por el golfo no estuvo exento de imprevistos. Problemas menores que solo le daban sabor a nuestra expedición y subían los niveles de adrenalina. Una bujía que se soltaba, el hermano que se lanzó solo hacia el golfo y que no lográbamos encontrar y un mar que ya no se veía tan amigable y amenazaba con hacernos devolver.

Paramos en una bahía a mitad de camino, dónde el hermano de Jorge nos estaba esperando y desembarcamos a descansar y esperar que el mar mejorase un poco. Aún quedaban los coletazos del mal clima de los días previos y el mar estaba un poco revuelto, incluso sonando de momentos la idea de eventualmente abortar, lo cual se descartó al poco rato. El compromiso de él era tanto como nosotros, y decidió al menos intentarlo y evaluar la situación estando allí mismo. Navegamos 3 horas hasta el “morrillo”, sector dónde debíamos desembarcar y dónde comenzaba la ruta. El mar estaba tranquilo, pero no tanto así la playa, dónde se veían pequeñas olas romper contra las rocas. Un kilómetro más allá se veía otra playa más tranquila, pero nos alejaba bastante de nuestro punto de inicio y hubiésemos tenido que esperar que bajase la marea antes de intentar llegar a nuestro punto de inicio, ya que entre ambas playas existía un roquerío cubierto de agua ahora.

Tengo la tranquilidad que no forzamos nada. “Don Jorge, usted tome la decisión que crea mejor” fueron nuestras palabras antes de decidir desembarcar. Jorge estaba dubitativo pero finalmente lanzó un “Ya estamos acá, démosle”, y así fue como comenzamos la maniobra de desembarco. El plan sería el siguiente; No era posible llegar de proa (punta bote) porque las olas nos inundarían, por lo que debíamos llegar de popa (cola) y amarrados a la segunda embarcación, que sería la responsable de mantener el bote derecho con la tensión de la cuerda y luego la encargada de remolcarlo fuera de la orilla, ya que nosotros estaríamos con el motor arriba para no golpearlo contra las rocas. Esa era al menos la “teoría”.

Cambiamos las mochilas desde el bote de Raúl hacia el nuestro y ellos amarraron las embarcaciones. Comenzó la maniobra, yéndonos en retroceso rumbo a la orilla. A los pocos metros, entendimos que la playa estaba lejos de ser amigable; rocones del tamaño de pelotas de futbol, un lecho que caía en picada y olas pequeñas de medio metro, pero que rompían como campanazo. Jorge dudó, pero finalmente decidió continuar la maniobra.

Estábamos apenas a unos tres metros de la playa y Jorge saltó al agua para poder dirigir el bote. Supongo que esperaba quedar con el agua a la cadera, sin embargo, el agua le llegaba hasta los brazos y apenas podía afirmar el bote entre las olas que rompían. Ahí fue dónde el pensamiento intrusivo se me vino a la cabeza y dije “mierda, estamos hasta el carajo”. Maniobrar un bote de cientos de kilos desde el agua no es fácil, menos aún si lo haces hundido hasta los brazos.

Nos acercamos a la orilla, las olas aunque pequeñas, rompían endemoniadamente en estos rocones de la orilla, haciendo que el bote subiese y bajase descontroladamente. Jorge hacía lo que podía desde el agua, mientras veía como su hélice se golpeaba contra las rocas y nosotros por nuestra parte esperábamos indicaciones de que hacer. De pronto nos grita “salten!!”. Alcanzamos Roberto y yo antes de que una ola hiciese que el bote se cruzase de lado. Luego lo logró Víctor. No recuerdo bien el orden de todo, solo sé que todo pasó en segundos, y que de pronto vimos que el bote estaba cruzado , lleno de agua, nuestras mochilas adentro y Don Jorge aplastado entre el bote y las rocas. Todos pensamos que estaba fracturado y que todo se había ido al carajo. Nos metimos al agua a mover el bote y Jorge logró salir mientras Vitor gritaba “olaaaa!!!”. El bote fue levantado nuevamente por la ola, y el que quedó abajo ahora fue Roberto, con ambos pies atrapados y sin poder salir. Se necesitó otra ola que moviese el bote y así Roberto fuese liberado mientras el mar tomaba de rehén a su zapatilla, que flotaba por allí. Mientras, sacábamos las mochilas que flotaban en el bote inundado. Una vez que estuvo todo fuera, Jorge se subió nuevamente y fue arrastrado fuera de este infierno por su hermano.

Que inicio. Roberto sentado en una roca, sacándose las zapatillas para ver qué tan grave eran sus lesiones, un motor golpeado, Don Jorge quizá con que lesiones y nuestras mochilas algo mojadas, que por suerte, las habíamos metido en gruesas bolsas plásticas que bastante protegieron. La moral del pobre Roberto no podía estar más baja, era obvia su mirada de preocupación, y no para menos. El pie morado, quien sabe que roto, pero al menos caminaba. Adolorido, pero caminaba.  A posteriori y tras exámenes, descrubririamos que dicho accidente le habría costado nada menos que una fractura y un esguince del pie.

Después de este show, y mientras Roberto descansaba el pie, movimos los bolsos y nos pusimos a resguardo del mar, para luego sentarnos a pensar en que hacer y respirar un poco. Roberto nos dijo que creía poder seguir, que gran noticia. Los días dirían si la decisión sería  la correcta.

Dejamos los bolsos con los provisiones de respaldo en la playa y dimos comienzo a la caminata. Nos internamos a la selva Valdiviana por el curso del estero Morrillo, el cual nos abriría camino por casi 5 kilómetros de selva, ahorrándonos un esfuerzo titánico versus hacerlo por el bosque. El estero, que yo me imaginaba como un cauce delgado de agua, en realidad se trataba de un pequeño río, posiblemente sobrecargado de agua por las intensas lluvias de los días previos.

CAMINANDO POR EL ESTERO MORRILLO, ZONA SUPERIOR Y CERCANA AL INGRESO DEL BOSQUE.

Avanzábamos lento para no sobrecargar el pie de nuestro lesionado y saltando de roca en roca, lo cual rápidamente comprendimos que era un sin sentido, ya que estábamos mojados igual. El entorno era bellísimo y cada vez se volvía más místico a medida que  río se iba encajonando entre la montaña entre sendos paredones vestidos de musgo, abundante vegetación a cada uno de los lados y algunas caídas de agua que nutrían el estero. Hasta el inicio del bosque teníamos poco más de 5 kilómetros, sin embargo, siendo a las 17:00 y a un kilómetro de distancia del inicio del bosque, decidimos acampar.  El lecho se había hecho tan estrecho más adelante, que hubiésemos tenido que dormir sentados arriba de una roca si decidíamos seguir avanzando, mientras que internarnos en el vertical bosque tampoco nos hubiese dado una solución de dónde dormir.

Elegimos un lugar dónde cómodamente podíamos vivaquear, ya que pensar en armar una carpa era iluso para cualquier parte del río. Había sido un día mentalmente agotador, y estar allí temprano y con la calma del lugar, nos daría un el merecido descanso y energías que seguramente necesitaríamos al día siguiente.

RESUMEN TRAYECTO

Distancia:

  • Río Yelcho – Playa: aproximadamente 45 kilómetros
  • Playa – Campamento 1: 4,19 km

Altura máxima: 330 msnm
Desnivel: 330 metros
Tiempos

  • Río Yelcho – Playa: 3 horas
  • Playa – Vivac 1: 3:15 horas

DÍA 3: “LABERINTO SELVÁTICO”

Despertar con la lluvia en la cara a mitad de noche estaba lejos de ser mi plan ideal de  “una noche reparadora”. Aún así, el clima se descargó con nosotros durante unas 3 horas de lluvia durante la noche. Yo y Mayol teníamos sacos vivac, sin embargo, Víctor por algún extraño motivo, optó por dejar su funda en la casa. El pobre amaneció literalmente durmiendo sobre una posa de agua. Nosotros algo mojados, pero al lado de Víctor, nos sentíamos claramente afortunados. Tras desayunar y rearmar nuestras mochilas, continuamos caminando por el lecho un kilómetro más, el cual discurría por unos bellos y estrechos cañones de roca, hasta que se abría nuevamente y aparecía la evidente entrada al bosque.

INGRESO AL BOSQUE DE SDE EL LECHO DEL RÍO (foto el día de bajada)

 

Ahora venía lo duro. Aquel tramo al que más le tenía respeto y que sabía sería un sufrido y lento avanzar. El bosque nos la tiró de una; no más montarnos a este, para lograr tomar el filo que debíamos seguir, tuvimos que trepar entre turba, barro y palos podridos en la verticalidad vegetal. La verdad, no esperaba menos.

El bosque era bellísimo, verdaderamente virgen y extremadamente tupido, tal bosque de esta zona. Mucha turba, helechos, coihues, luma, arrayanes, canelos y alerces. La ruta si bien no era evidente, si era lógica, ya que surcaba constantemente un filo, lo cual hizo que en varias oportunidades nos encontrásemos con estigmas de expediciones pasadas, como marcaje en árboles o algunas estacas de madera. Cada vez que veía esto sentía una reconfortante satisfacción de saber que íbamos por el camino correcto. Nos turnábamos las tareas de machetear, limpiar y marcar con cinta. Inicialmente el entusiasmo lógico era a dejar bien despejado el camino, sin embargo, a las pocas horas comencé con un dolor intenso en la muñeca que me acompañaría durante toda la ascensión y que me limitaría enormemente en adelante.

Fueron 9 horas de sufrida apertura de bosque, dónde avanzábamos a paso tortuga, quedando frecuentemente atrapadas nuestras mochilas, piolets y bastones entre los árboles y debiendo recurrir a la ayuda de alguien que nos liberase. Trepábamos, nos arrastrábamos por el suelo, caíamos en tramposos agujeros tapados por la vegetación, seguíamos caminos errados que debíamos corregir, se nos pegaban las telas de araña y las sanguijuelas, y nuestras manos quedaban destruidas entre arañazos y espinas. Todo lo que había estado esperando con ansias…!

Para el término de jornada ninguno quería más guerra y solo esperábamos poder llegar a un lugar suficientemente amplio que nos permitiese poner la carpa y dormir plano, especialmente Víctor, que llevaba su saco empapado. Ilusa imaginación. Llegamos al punto que el GPS nos marcaba como campamento 2, sin embargo, no encontramos más que un filo, más amplio y plano que el bosque por el cual veníamos subiendo, pero ninguna amigable terraza dónde poner nuestra carpa. Sería otra noche más de armar nuestros vivas dónde mejor pudiésemos. No había otro lugar mejor, ya que más allá la ruta volvía a meterse al bosque. Desde aquí hubiésemos tenido una bella vista de toda la ruta que quedaba por venir hasta la cumbre, mas las nubes aún no daban tregua e insistían en cubrir todo a su alrededor. Solo pedíamos que al menos no se descargasen con agua como la noche anterior.

RESUMEN TRAYECTO

Distancia:

  • Vivac 1 – Vivac 2: 6,86 kilómetros

Altura máxima: 860 msnm
Desnivel: 560 metros
Tiempos

  • Vivac 1 – Inicio bosque: 1 hora
  • Inicio bosque – Vivac 2: 9 horas

DÍA 4: “BENDITA NIEVE”

Esa noche el clima fue benevolente y no llovió. Nos despertamos con los primeros rayos de luz, aún con el cielo completamente tapado de nubes, pero al menos sin viento y sin lluvia. A pesar de esto, la moral no podría haber estado más baja en el equipo; Mayol lidiaba con su pie, que a pesar de no decir nada, se le notaba en su cara la preocupación. Víctor había pasado una de las peores noches que recuerda, completamente mojado y congelado, al punto que debió despertarse a mitad de noche a hervir agua para poner la Nalgene dentro del saco. Y yo figuraba con una tendinitis de ambas muñecas que con suerte me permitían abrir la botella del agua. Menudo equipo. Nos autonombramos la “cordada hospital”. Víctor confesaría después, que si alguien hubiese esbozado bajar, él no se hubiese opuesto. Y como lo entiendo… dos noches congelado en ese bosque matan la moral de cualquiera. Y a pesar de cada uno lidiaba con sus demonios, nadie dijo nada. Todos comprendíamos cuanto habíamos invertido, cuanto estaba en juego y que regresar sin al menos intentar la cumbre, no era una opción.

Luego de un reponedor desayuno y de reordenar las mochilas abandonando algo de material y peso innecesario para los siguientes días, continuamos con nuestro trayecto. Otra vez nos internábamos en el bosque, aunque ya se veía el fin de este, lo cual hacía bastante más amigable la apertura, por muy no amigable que fuese jaja. Ahora al bosque, se le sumaba la nieve. Paquetón de nieve, que escondía tramposos bolsillos de aire y que hacían que de cuanto en cuanto, terminásemos atrapados hasta la cintura. Fueron poco más de dos horas de esta dinámica, hasta que finalmente pudimos salir a un filo nevado que ya tenía escasa vegetación.

VISTA DE LA RUTA SALIENDO DEL BOSQUE, EN ROJO SE VE COMO SE RODEA EL TORREÓN POR LA IZQUIERDA (foto del día de descenso)

Aún seguíamos sin poder ver mucho nuestra ruta, inmersos ahora dentro de la misma nube que cubría todo y guiados exclusivamente por el GPS. En adelante, la ruta se volvía mucho más amigable, sobre canalones y laderas de nieve firme que nos permitían avanzar rápido. En esa avanzada fue cuando por primera vez pudimos ver nuestro objetivo.  Estábamos descansando mirando la ruta entre nubes que dejaban ver siluetas a lo lejos, y planificábamos subir por la izquierda de unos rocones que se veían a lo lejos… resultó ser que dichos rocones no eran nada más ni nada menos que la pirámide final del Corcovado jajaja. Qué manera de alterar la percepción de las distancias esas nubes. Mientras nos reíamos, el cerro quedó finalmente bautizado como la “roca de hielo”.

PRONTO A LLEGAR AL CAMPAMENTO ALTO. DE FONDO EL GOLFO DEL CORCOVADO.

Para las 4pm, ya estábamos a los pies de la pirámide, dónde armaríamos nuestro campamento, al fin en una cómoda carpa. Además, el día se despejo, y eso permitió que Víctor pudiese secar por fin su saco y ropa. No dimensiono su alegría.

La vista que teníamos desde nuestro campamento era inigualable. A nuestras espaldas teníamos la pirámide del Corcovado en todo su esplendor, mostrándonos gran parte de la ruta que realizaríamos al día siguiente. Se veía amenazadoramente vertical y expuesta, pero eso ya lo sabíamos. Por el otro lado, teníamos la vista hacia todo el Golfo del Corcovado y sus playas. Alcanzábamos a ver claramente la isla de Chiloé, y luego en la noche reconoceríamos las ciudades de Quellón, Castro y Chaitén iluminadas desde lo lejos.

A las 19:00 recibíamos el mensaje satelital de Fede que nos indicaba condiciones ideales para el intento de cumbre a día siguiente; día despejado, viento 5 km/hora e isoterma a 1.500 metros. Con esa increíble noticia y la inigualable vista, nos acostábamos dichosos a descansar previo al gran día.

CAMPAMENTO ALTO (foto posterior al día de cumbre, se ven las huellas hacia arriba)

RESUMEN TRAYECTO

Distancia:

  • Vivac 2 – Campo alto : 1,84 kilómetros

Altura máxima: 1500 msnm
Desnivel: 640 metros
Tiempos

  • Vivac 2 – Fin bosque: 2:20 horas
  • Fin bosque – Campo alto : 4:50 horas

DÍA 5: “EL GRAN DÍA”

Atípicamente decidimos no madrugar, tanto. Ya que estábamos a escasa distancia de la torre final y necesitábamos luz para encontrar la ruta de acceso, optamos por comenzar a caminar cercano a las 5 am. Era una noche sin luna, y avanzábamos guiados por el agudo filo que llevaba a la torre y que el día previo habíamos ya visualizado. La verticalidad del filo era sorprendente, perdiéndose esas caídas casi verticales en un abismo de oscuridad. No había viento, estaba helado yla nieve/hielo estaban duros; todo perfecto.

Para cuando amaneció, la luz nos regaló un bello espectáculo. Se iluminó por fin el cerro y a nuestras espaldas apareció el golfo con la sombra puntiaguda del Corcovado dibujada en sus aguas. Majestuosa vista. El cerro por su lado, nos mostraba clara la ruta que deberíamos seguir, y ya poco faltaba para equiparnos y comenzar a escalar.

AMANECER A LOS PIES DE LA TORRE

Según los registros aéreos y lo que visualizábamos en las fotografías, esperábamos encontrarnos palas de nieve algo verticales pero nada que no pudiésemos superar en simultaneo hasta los torreones de hielo finales del cerro, lo cual nos daría bastante rapidez. La situación, sin embargo, resultó ser algo diferente a lo esperado, por lo que tuvimos que cambiar la planificación. Dónde supuestamente esperábamos encontrar una entrada de nieve, en realidad, había un muro vertical de hielo de unos 4 metros, el cual no podríamos haber hecho en simultaneo, por lo que sacamos cuerda, armamos reunión y nos equipamos.

Discutimos la planificación, y decidimos que nos repartiríamos los largos estratégicamente. Yo, lesionado de las muñecas, abriría los primeros largos verticales aprovechando que aún mis manos no estaban tan adoloridas, y eso además me daría la chance de volar el drone mientras mis compañeros llegaban a la cumbre. Roberto, lesionado del pie, abriría todo el traverse en simultaneo, ya que puntear le generaba mucho dolor al patear con la punta del pie. Víctor cerraría la escalada hasta la cumbre, abriendo los dos largos finales y el crux de los hongos. Cada cual tenía un rol clave en la ascensión.

Así, fue que me preparé y me embarqué en el primer largo, que desde abajo se veía bastante amigable y aplomado. Un WI3 sencillo dije. Pero como siempre en la escalada en hielo, las perspectivas suelen engañar y cuando estuve allí mismo a los pies del hielo vertical, me percaté que se trataba de un bello y sólido WI 4 de 90 grados, que se metía por un tubo de coliflores del ancho justo para que pasasen mis hombros.

CAMILO NOVOA ABRIENDO EL PRIMER LARGO

El hielo era de calidad. El único de calidad que encontramos en todo el cerro, y dónde los tornillos entraban bomba. La adrenalina y la emoción corrían a mil, al fin sintiéndome en mi medio favorito, el hielo. Fue una entretenida escalada entre coliflores y posiciones de diedro, que a los pocos metros me dejaron en una vertical pala de nieve que me llevó al comienzo del traverse, dónde armé la reunión y aseguré a mis compañeros, que al poco llegaron igual de emocionados que yo, por lo entretenida y estética escalada que acabábamos de realizar. Que mejor comienzo.

Hicimos los cambios de equipo correspondiente y ahora fue el turno de Roberto, quien nos lideró en simultaneo por todo el traverse. El cálculo de las estacas fue perfecto! Alcanzamos a hacer todo en simultaneo justo antes de que Roberto usase su última estaca, lo cual nos dejó a los pies mismos de la torre final del cerro. Tocaba el turno de los hongos de hielo, y el mío también.

ROBERTO MAYOL TERMINANDO EL TRAVERSE Y ARMANDO REUNION PREVIO AL SIGUIENTE LARGO

El largo que me tocaría hacer, nos llevaría al portezuelo previo a las escaladas finales del filo cumbrero. Desde dónde se situaba nuestra reunión era imposible visualizarlo, por lo tanto, desconocía que me iría a encontrar. Tuve que traversear un poco antes de tomar el canalón mismo, desde dónde tuve la perspectiva completa de mi ruta. Una amigable escalada WI 3 entre nieve, hielo y coliflores, posiblemente del largo completo de cuerda.

Aseguraba a estacas, en un terreno de nieve poco adherente y capas intermedias de hielo delgado, dónde ningún tornillo hubiese servido. Subía tranquilo, confiado en lo que hacía. En eso, suena en la radio una voz desconocida; “Víctor, estámos a cinco minutos de ustedes, cambio”. Era Julie, quien volaba en avioneta desde Argentina, especialmente para grabar nuestra ascensión. Es indescriptible la alegría y emoción que sentía en dicho momento, me sentía tal escalador Red Bull.

Seguí escalando, mientras escuchaba pasar la avioneta una y otra vez alrededor nuestro, subiendo entre hongos poco adherentes y mal asegurables, poniendo estacas acá y allá en una agotadora maniobra de excavación para lograr encontrar nieve de calidad, lo cual solo terminó por liquidar mis muñecas para cuando llegué al punto de reunión, justo en el portezuelo y con vista directa al filo. Luego subieron mis compañeros. Estábamos allí, casi podíamos tocar la cumbre, pero faltaba aún el tramo más delicado. Ahora le tocaba el turno de brillar a Víctor!!

CAMILO NOVOA ESCALANDO EL TERCER LARGO. CLICK A LA IMAGEN PARA AGRANDARLA

La primera parte consistía en una corta escalada de unos 70 grados sobre nieve, que rápidamente la sorteó y que lo dejó sobre el filo mismo, justo previo a un hongo desplomado. Tras limpiar un poco de hielo inconsistente, se montó a escalarlo. La tensión de nosotros que mirábamos era evidente, ya que una caída allí era extremadamente compleja, dado la verticalidad y el ángulo de caída, que podría comprometer nuestra reunión si todo salía mal. A pesar de las complejidades y un par de pies que pasaban en banda por el hielo desplomado, nuestro amigo salió invicto de dicha escalada y pronto estuvo listo para asegurarnos a nosotros, todo esto, mientras la avioneta seguía dando vueltas y vueltas frente nuestro.

PRIMER LARGO DE VICTOR, ASEGURÁNDOLO DESDE EL COL.

Continuó Roberto, quien a pesar de su pie, logró subir como si nada la escalada, y luego fue mi turno. De la escalada, puedo decir que efectivamente el hongo tenía su complejidad mayor, ya que los piolets cortaban fácilmente la nieve y los pies en varias oportunidades pasaban volando. Aún así, los tres salimos de la escalada sin caídas y listos para el largo final. En eso, Julie nos comunica por radio que les quedaba poco combustible y que debían regresar, pero que esperarían a que llegásemos a la cumbre para hacer unos últimos videos.

ROBERTO MAYOL ESCALANDO EL HONGO FINAL, PREVIO AL FILO CUMBRERO.

Frente nuestro teníamos el crux final de la ruta, el segundo hongo desplomado que nos dejaría justo sobre el filo final antes de la cumbre. Rápidamente Víctor se puso manos a la obra, asegurado por Roberto, mientras yo sacaba mi drone para el momento cúlmine. Al igual que el hongo previo, nuestro amigo subió como si nada el desplome y rápidamente se posicionó en el filo, ya a escasos metros de la cumbre. La avioneta volaba pasando a ras del cerro y yo por mi parte volaba el drone mostrando la escalada desde todas las perspectivas… en eso, de pronto el drone perdió toda conexión y a pesar de hacer todos los intentos, vi como se perdía en la verticalidad del hielo hacia abajo, justo cuando Víctor llegaba a la cumbre gritando de alegría. Que mezcla más extraña de emociones, feliz por que ya estábamos casi allí y a la vez incrédulo de haber perdido todo el material videográfico de ese momento clave. Lo dejé ir y volví a lo nuestro. Mayol fue de segundo y escaló el hongo, mientras yo hacía algo más de material fotográfico, hasta que fue mi turno.

No sé si fue porque ya dos habían pasado previamente o porque realmente estaba muy desplomado, pero no mentiré que me costó bastante montarme al hongo. Los pies realmente no había dónde ponerlos y el hielo de los piolets era levemente confiable. Así y todo, logré subirme y visualizar a unos 20 metros a mis amigos, ya en la cumbre. Solo nos separaba un delgado filo hasta la cumbre, que requería suprimir cualquier sensación de vértigo que pudiese existir, ya que a ambos lados habían infinitas caídas hacia el abismo.

VICTOR ZAVALA ESCALANDO EL ÚLTIMO LARGO Y ASEGURANDO DESDE LA CUMBRE

A las 13:30 coronábamos los tres la cumbre del Volcán Corcovado. Ese esquivo cerro que tanto esfuerzo nos había demandado. Irradiábamos alegría y jubilo con la satisfacción del objetivo cumplido. El día no podía ser más perfecto, despejado 100%, sin viento y con una vista majestuosa de la Patagonia a nuestro alrededor. Los sacrificios del desembarco y de la lluviosa primera noche daban sus frutos.

Nos abrazamos entre nosotros y recibimos las felicitaciones desde la avioneta, los únicos testigos hasta ese momento de nuestra hazaña. Fotos, comida, más fotos y escapar de allí. Habíamos ya realizado la mitad fácil de la escalada, ahora quedaba lo más complejo, regresar sanos y salvos a la carpa.

CUMBRE !!!!

BAJADA

Bajar la torre no fue sencillo. La misma nieve blanda y poco adherente que nos complicaba para poner estacas de subida, ahora era un dolor de cabeza para los rapeles. Se le sumaba que hasta el portezuelo, los rapeles eran en direcciones poco habituales y con cambios de esta, lo cual podía poner en riesgo el anclaje.

Tras discutirlo un buen rato, tomamos la decisión que en vez de hacer una rapel largo, lo dividiríamos en dos para poder gestionar mejor los ángulos de estos, y por otro lado, optamos por abandonar nuestras estacas en esta zonas más expuesta. Normalmente nunca lo hacemos e íbamos con la pala en la mochila para hacer las zetas de nieve, pero esta vez realmente no confiábamos en la calidad de la nieve y no podíamos arriesgarnos. Nos tomó buen rato armar los anclajes, a casi un metro de profundidad cada uno, y en dos rapeles logramos llegar hasta el traverse, el cual también por seguridad, optamos con bajarlo asegurados en simultaneo, ya que había una traicionera capa de nieve blanda sobre nieve dura profunda abajo.

Nos tomó en total 4:30 llegar desde la cumbre a la carpa. Eran las 7pm en ese momento y el día aún estaba hermoso, con el sol ya bajando hacia Chiloé. Ahora si nos felicitamos con calma y con la tranquilidad que los riesgos mayores estaban sorteados.

Derretimos agua, comimos nuestras liofilizadas, ordenamos equipo y disfrutamos de la hermosa vista que nos regaló el Golfo, con el sol pintando de naranjas las siluetas de nuestro objetivo cumplido. Inevitablemente, no podíamos dejar de mirar el mar, que desde lo alto se veía como las olas rompían en la playa. Estrategias de todo tipo salieron a la conversación, tratando de dilucidar como evitar los errores del desembarco. Pero ese, sería un problema del fututo. Ahora a dormir.

 RESUMEN TRAYECTO

Distancia:

  • Campo alto – Cumbre : 1,95 kilómetros

Altura máxima: 2300 mnsm
Desnivel: 800 metros
Tiempos

  • Campo alto – Pie de vía: 2:20 horas
  • Pie de vía – Cumbre : 5:40 horas
  • Cumbre – Campo alto: 4:30 horas

DÍA 6: “TODO LO QUE SUBE, TIENE QUE BAJAR”

La noche previa nos llegó al InReach el mensaje de que debíamos estar listos para embarcar a las 7 AM, lo cual nos obligaba a bajar directamente desde el campo alto hasta la playa. No madrugamos, pero si salimos relativamente temprano desde nuestro campamento, dando las últimas miradas de despido hacia la cumbre y sus hielos.

La bajada fue bastante amigable, hasta que nos internamos nuevamente en el bosque nevado, dónde una vez más caíamos de cuanto en cuanto en alguna trampa quedando bien enterrados hasta la cintura. Recuperamos nuestras cosas del segundo campamento en el filo y nos dimos un merecido descanso antes de convencernos que debíamos internarnos al bosque… otra vez.

En esta oportunidad vez íbamos sin machete en mano y con todo bien escondido en nuestras mochilas para que no agarrarnos en los árboles. Avanzamos a campo traviesa entre matorrales y árboles guiados por nuestra marcas, que tal Hansel y Gretel, fuimos dejando de subida. Agradecer dichas marcas es poco, sin ellas quizá cuantas horas extras hubiésemos perdido buscando nuestro camino. Lo que de subida nos tomó 9 horas abrir, de bajada lo hicimos en apenas 4 horas. El bosque era otro. Todo estaba mucho menos húmedo y era más amigable avanzar, además de que con el sol, salieron los pajaritos , los insectos y nuestras amigas arácnidas, que colgaban desde sus nuevas telarañas en mitad de nuestro camino, ansiosas por abrazar nuestras caras. Fueron apenas cuatro horas, pero a mitad de camino ya no queríamos más bosque, sedientos por agua que no teníamos. Que alegría cuando llegamos al río nuevamente!!

Nuestro camino ahora seguía una ruta sencilla, que no requería pensar mucho más que dónde poner el pie para no empaparlo, lo cual nos hacía avanzar a buen ritmo. Además, el río, que el primer día llevaba un caudal importante, después de los días sin lluvia, había bajado considerablemente su nivel y hacía mucho más fácil el avanzar.

Llegamos a la playa casi a las 9pm, con las últimas luces del ocaso. Finalizaba el trabajo físico por fin. Rescatamos nuestros bolsos y tras ordenar un poco, nos instalamos a cenar. Yo esperaba comer mi clásica comida liofilizada, sin embargo, no esperaba la sorpresa que tenían Roberto y Víctor, quienes sacaron manjares de los dioses desde sus bolsos; jamón serrano, papas fritas, queso y vino tinto!!! Como se disfrutan esas pequeñas cosas en el cerro (o la playa para este caso XD).  Conversamos de nuestra experiencia, vimos fotos, videos y finalmente salió el obvio tema de que haríamos para embarcar al día siguiente. Mayol diseñó planes de todo tipo para embarcar, desde mochilas nadadoras hasta balsas improvisadas, obviamente preocupado por la experiencia previa, ya que el oleaje estaba mucho más intenso que al desembarco. El día de mañana nos daría la respuesta.

RESUMEN TRAYECTO

Distancia:

  • Campo alto – Playa : 14,85 kilómetros

Desnivel: -1500 metros
Tiempos

  • Campo alto – Campo 2: 2:30 horas
  • Campo 2 – Fin bosque: 4:10 horas
  • Fin bosque – Playa : 3:00 horas
    TOTAL: 11 horas

DÍA 7: “ESCAPANDO DEL GOLFO”

Despertamos a las 6 AM en nuestros vivacs playeros. Fue una noche despejada, dónde el cielo nos regaló un espectáculo astronómico con una bella y marcada vía láctea, además de muchas estrellas fugaces que surcaban el firmamento. A pesar de estar despejado, como es habitual en la playa, fue una noche bastante húmeda debido a la garuga, mas nada importaba mucho. Ya saldríamos de allí.

Tuvimos todo listo a las 7 am tal como se nos ordenó pero sin mucha esperanza. Imaginamos que Jorge zarparía temprano, pero dudábamos que saliese de madrugada y sin luz, por lo cual esperábamos llegase a nuestra playa recién después de las 9 am. Cuan equivocados estábamos. Al poco rato de sentarnos a esperar, divisamos a los dos botes que se acercaban a la playa. El mar no estaba picado, pero las pequeñas olas seguían rompiendo como campanazo, por lo cual Jorge nos hizo señas para indicarnos que nos recogería en la playa siguiente, la cual ahora se podía acceder gracias a que la marea estaba un poco más baja y nos permitiría cruzar el roquerío. La playa era mucho más amigable, con menor pendiente y arena en vez de rocas. Porteamos los bolsos hacia el lugar indicado, mientras los boteros hacían las mismas maniobras de amarre entre los botes que el día de desembarco.

Todo ocurrió en menos de un minuto. Cada quien sabía que bolsos cargaría y a qué lado se pondría, y apenas el bote comenzó a acercase a la orilla, corrimos y nos metimos al agua a ayudar a sujetar la embarcación mientras tirábamos nuestras cosas arriba. En segundos, estábamos los cuatro dentro del bote y Raúl comenzaba a tirar de la cuerda, mientras nos remolcaba mar adentro en un agitado vaivén de olas.

La tranquilidad de todos era obvia, ya estando todos sanos y salvos en el bote y comenzábamos a arrancar del Golfo, que amenazaba con nubes y viento Sur, que según Jorge, hubiesen hecho que nos quedásemos atrapados varios días allí (Otra expedición que utilizó la misma ventana para explorar el Volcán Yanteles, un poco más al Sur y en el mismo golfo, efectivamente quedó atrapada varios días posterior a nuestra escapada).

De regreso nuevamente las toninas nos acompañaron saltando al lado nuestro y Jorge aprovechó de que visitásemos una lobera, dónde además vimos bellos cormoranes de patas anaranjadas. Para la llegada, al igual que nuestra salida, nos internamos por la desembocadura del río Yelcho, cuidadosa maniobra que hubo que realizar con motor bien arriba dado que entrábamos al río en marea baja y nos separaban apenas unos 50 cm del lecho rocoso. Desde aquí, teníamos una bellísima vista del Volcán Corcovado, en un día soleado e increíblemente bello. Se despedía de nosotros el volcán, después de habernos regalado la sexta accesión absoluta a sus hielos cumbreros, con un camino no exento de complicaciones y que puso a prueba nuestra planificación, estado físico, capacidad técnica y experiencia, pero sobre todo nuestra determinación.

DESCRIPCIÓN DE LARGOS

RESUMEN DE RUTA. ESTRELLAS = REUNIONES.

*WI: wáter ice / AI: Alpine ice

 LARGO 1
Descripción: Inicia con una cascada de buena calidad de hielo, de dificultad WI 4 y largo 5 metros a 90 grados. Continúa con pala de nieve dura a 65 grados.
Calidad de seguros: muy buena.
Seguro utilizados: 2 tornillos hielo + 3 estacas + reunión 2 estacas.
Dificultad máxima: WI4
Largo cuerda: 60 metros
Riesgos: Caída de hielo (zona de descarga)

LARGO 2 – TRAVERSE:

Descripción: Pendiente 45 grados, con nieve de buena calidad para uso de estacas. Realizado en simultaneo por completo, utilizando todas nuestras estacas.
Calidad de seguros: muy buena.
Seguro utilizados: 3 estacas + reunión 2 estacas.
Dificultad máxima: Caminata en pendiente.
Largo cuerda: 120 metros
Riesgos: Caída de hielo desde los hongos superiores. Muy alta exposición ante caída, hacia precipicio.

LARGO 3:

Descripción: Canalón de hielo/nieve/coliflores con pendiente 70 grados y dificultad AI 3. Salida al col.
Calidad de seguros: regular, requiriendo estacas muy profundas.
Seguro utilizados: 3 estacas + reunión 2 estacas.
Dificultad máxima: AI 3
Largo cuerda: 50 metros
Riesgos: Muy alta exposición ante caída y falla de seguros, hacia el mismo precipicio descrito en el traverse.

LARGO 4:

Descripción: Montada hacia el filo. Inicia con una escalada fácil de 10 metros y pendiente 60 grados. Luego continúa con uno de los crux de la ruta, un hongo desplomado de coliflores poco adherentes y altísima exposición.
Calidad de seguros: regular, requiriendo estacas profundas.
Seguro utilizados: 2 estacas + reunión 2 estacas.
Dificultad máxima: AI 5, desplomado, 5 metros largo.
Largo cuerda: 30 metros
Riesgos: Muy alta exposición ante caída y falla de seguros.  Dependiendo de cómo se dispongo la reunión, ante una caída del escalador existe la chance que la reunión haga la fuerza de forma inversa y se salgan las estacas. A tener muy en consideración!

LARGO 5:

Descripción: Ya se está en el filo y se debe remontar un segundo hongo de similares características al previo, antes de llegar a un agudo filo pre cumbrero.
Calidad de seguros: regular, requiriendo estacas profundas.
Seguro utilizados: 1 estaca + reunión 2 estacas (cumbre).
Dificultad máxima: AI 5, desplomado, 5 metros largo.
Largo cuerda: 50 metros
Riesgos: Muy alta exposición ante caída y falla de seguros. Ante una caída del escalador, está sería un gran péndulo.

TRACK GPS

Descarga el track en este link

FLORA Y FAUNA

Posiblemente nuestra conocimiento en flora y fauna es bastante escaso, pero algo de lo que pudimos reconocer fue:

FAUNA
Toninas, Lobos de mar, Colibríes, Albatros, Cormoranes de patas anaranjadas, fecas de Jabalí, Sanguijuelas.

FLORA
Alerces, coihues, canelos, murta (o algún berrie similar)

AGRADECIMIENTOS

Jorge Anabalón: Esteré eternamente agradecido de Jorge y cuanto se involucró con esta empresa. Entregamos nuestra confianza en un 100% a él y fue retribuida con creces. Siempre estuvo presente, preocupado de como evolucionaba el clima y listo para zarpar cuando fuese necesario, a costa de las complicaciones laborales que le trajese en su trabajo estable. Tal nivel de compromiso es difícil de encontrar.

Martín Rodríguez: Médico de Chaitén, quien fue clave en ayudarnos a enlazar con los boteros y que finalmente logró que Don Jorge se contactase con nosotros.

Francisco Sepúlveda: Mi querido amigo y jefe, quien me apaño hasta el final con tal que lograse mi sueño, a pesar de todas las repercusiones laborales que trajo mi inesperada escapada.

Nicole Flores: Mi señora, quien fue partícipe activa en la planificación de este viaje y estuvo siempre ayudándome en la lectura de la meteorología y mareas.

Leon Vial: Quien nos dio tips clave referentes a la ruta que en 2016 el hizo.

Rodrigo “Negro” Vera: Quien en 2022 se dio el tiempo de juntarse con nosotros vía web para revisar en detalle su ascensión por la cara Este y nos dio consejos y recomendaciones.

Julie M-Alain: La piloto estrella, a quien debemos las imágenes aéreas más bellas que alguna vez hubiese podido esperar.

Carabineros de Chile, Chaitén: Especialmente al Suboficial Roberto Yévenes y Suboficial Mayor Lobos, quienes nos dieron todo su apoyo desde el inicio de la expedición, dándonos la seguridad que ante cualquier evento, ellos estaría allí para ayudarnos en la logística del rescate.

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Camilo Novoa

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