El Cerro Las Tórtolas es un macizo de considerables 6.160 msnm, ubicado a 140 kilómetros al Este de La Serena, en la frontera con Argentina. Destaca por ser la segunda cumbre más alta de la región de Coquimbo y uno de los dos 6 miles de la región, junto al Nevado de Olivares, siendo además uno de los “Apu” de esta, es decir un antiguo centro ceremonial incaico. En 1952, tras la primera ascensión deportiva realizada por Heinz Koch y Edgard Kausel, se encontró una gran pirca de 8 x 4 metros, muy similar a la encontrada en el Cerro El Plomo, además de objetos de importante valor arqueológico, que posteriormente serían trasladados en los años venideros al Museo Arqueológico de La Serena por expediciones científicas.
Presenta el gran atractivo de ser un 6 mil no técnico, lo que lo hace un excelente desafío para quién está comenzado a incursionar en la alta montaña, permitiendo poner a prueba el estado físico, la tolerancia a la altura, el frío y la perseverancia, sin agregar factores de riesgo adicional como presentan cerros más técnicos.
La ruta propiamente tal inicia a 3.917 msnm, en el sector llamado Escarchales ubicado camino a la antigua mina de cobre Las Hediondas. La ruta desde este punto, ida y vuelta, es realizable en plazos entre los 2-4 días, a lo cual hay que sumar los trayectos desde y hacia la IV región. Contempla un desnivel de 2.243 metros hasta la cumbre y una distancia total de poco más de 20 kilómetros. La época ideal es durante los meses de Septiembre hasta Abril, ya que en otros periodos la aproximación hasta Escarchales se hace considerablemente más difícil debido a la nieve en los caminos, y es muy probable que incluso carabineros no autorice el paso.
Tiempo invertido: 4 días
Largo total de la Ruta: 20,5 km
Altura máxima: 6.160 msnm
Desnivel total: 2.243 metros
Fecha ascensión: Noviembre 2014
Table of Contents
- DESCRIPCIÓN DE EQUIPO
- APROXIMACIÓN
- CONSIDERACIONES
- RELATO DEL VIAJE
- DÍA 0, Santiago
- DÍA 1, Santiago – La Serena – Vicuña – Juntas del Toro – Escarchales
- DÍA 2, Escarchales – Refugio Gabriela Mistral
- DÍA 3, Refugio Gabriela Mistral – Cumbre Co. Las Tórtolas – Refugio Gabriela Mistral
- DÍA 4, Refugio Gabriela Mistral – Escarchales – Juntas del Toro – Vicuña – La Serena – Santiago
- FOTOGRAFÍAS
- AGRADECIMIENTOS
- REFERENCIAS
DESCRIPCIÓN DE EQUIPO
Considerar equipo de alta montaña y enfocado a temperaturas que pueden alcanzat fácilmente los -20°C (temperatura mínima registrada en nuestra travesía). Tener en cuenta que nosotros no tuvimos las condiciones climáticas ideales, por lo que los implementos indicados están en este contexto. A pesar de esto, el cerro de por sí tiene fama de ser extremadamente frío.
ROPA:
- Balaclava → Imprescindible a mi parecer.
- Parka pluma
- Guantes alta montaña → Idealmente mitones de pluma.
- Botas → Idealmente doble botín. Yo utilicé unas Asolo Sherpa y pasé muchísimo frío.
EQUIPO
- Saco dormir → Ideal al menos -10°C confort. Las temperaturas registradas en el refugio oscilaron entre -4°C a -10,5°C.
- Antiparras → Si sopla viento son muy necesarias.
- Bastones
APROXIMACIÓN
- Ruta Santiago → La Serena vía carretera norte sur: 474 kilómetros.
- La Serena → Vicuña vía Ruta 41: 62 kilómetros
- Desde Vicuña se debe seguir por la Ruta 41 que lleva rumbo a Valle del Elqui. Pasado un pequeño pueblo llamado Rivadavia (a 12 kilómetros aproximadamente desde Vicuña) hay un desvío a la derecha que lleva a Valle del Elqui , el cual NO se debe tomar, siguiendo derecho por la misma ruta 41, rumbo a Huanta, un pequeño poblado ubicado en el kilómetro 134.
- Pasado Huanta, se llega finalmente a Juntas del Toro en el kilómetro 152 (2.089 msnm). Este es el control fronterizo del paso Aguas Negras, donde se debe dejar antecedentes para poder continuar el viaje.
- Desde la tenencia se sigue por un camino de tierra en buen estado rumbo al norte, hacia la mina El Indio. Tras 7 kilómetros se debe doblar a mano derecha, donde comienza una cuesta que va rumbo a la Mina las Hediondas por el Valle Vacas Heladas.
- Por la cuesta se debe continuar por 18,3 kilómetros más, siguiendo el camino principal que está muy bien demarcado y en buen estado.
- En el kilómetro 18,3 de la cuesta se debe tener especial atención, ya que se tendrá que tomar un desvío a mano izquierda en dirección Nor-Este que no es tan marcado ni evidente como el camino por el cual se viene. Como referencia se puede tener en cuenta el siguiente cartel, ubicado a mano derecha, y que se encuentra unos 300 metros antes del desvío que debemos tomar.
- Desde esta bifurcación se avanza 5 kilómetros hasta encontrarse con un portón rojo, punto donde se dejan lo autos para acampar en Escarchales.
Ruta alternativa:
- Existe la opción de pasar el portón rojo (abierto a la fecha del ascenso) y continuar por este camino en auto hasta la “piedra de los lamentos”. No conozco el estado de la ruta ni el punto exacto dónde se arma campamento, sin embargo, utilizando Google Earth es fácil visualizar el punto de partida del camino (descrito en Wikiexplora). Esta ruta lleva a través de un único valle directamente hacia el muro de los lamentos, acortando considerablemente el trayecto del primer día. Vía Google Earth no se visualiza la huella a pie desde este punto hasta el muro de los lamentos, sin embargo al ser un valle no debiese presentar mayores inconvenientes para alguien con un mínimo sentido de la orientación o con un GPS en mano.
- Para poder llegar a Piedra de los Lamentos, desde el portón rojo avanzar 900 metros y tomar el camino que dobla a la derecha. Luego avanzar otros 2,1 kilómetros por esta nueva ruta hasta alcanzar el valle desde donde inicia la caminata.
- Inicio Ruta Alternativa: 29°54.445´/69°56.499´ – 4.050 msnm
CONSIDERACIONES
- No consumir el agua de los cauces por estar contaminadas con arsénico y otros minerales.
- No se recomienda el uso de vehículos petroleros debido a la altura.
- El estado del camino hasta Escarchales es muy bueno (hasta la fecha) por lo que no se necesita 4×4 actualmente.
- En la Tenencia Juntas del Toro al momento de registrarse, se debe dejar documento de identidad, un detalle de la planificación, ruta detallada con waypoints e idealmente un mapa con la ruta trazada. Cualquier duda contactarse con carabineros al +56 51 2651183 o +56 51 2651184.
- Si bien existe refugio, les sugiero llevar carpa, o al menos llevarla hasta la tenencia, donde sepan más o menos que cantidad de personas subirán.
RELATO DEL VIAJE
DÍA 0,
Santiago
Paris Capetanopulos es un amigo que recién conocí personalmente la mañana que partiríamos rumbo a La Serena. Creador de la empresa Chile Hike, se contactó conmigo hace un tiempo atrás para solicitarme unas fotografías de Torres del Paine que quería utilizar para su empresa. Quien se hubiese imaginado que terminaríamos siendo cordada años después. Fue Paris el gestor de esta gran expedición, quien me invitó sin conocerme y sin saber si realmente estaría a la altura de nuestro objetivo. Cuando lo hizo, solo unas semanas atrás había escuchado por primera vez de este cerro en boca de integrantes de un club de Rancagua que deseaban ascenderlo, por lo que sabía exactamente lo que se venía por delante. Sin dudarlo acepté la invitación, a pesar de que tenía serias sospechas de que no estuviese en el training adecuado para afrontar dicho desafío, sin embargo, tenía tiempo de mejorar mi estado físico, aclimatarme y entrenar, pero por sobre todo tenía ganas y determinación… estas dos últimas serían las únicas dos cosas que quedarían en pie luego de ascenderlo. El resto de la cordada la conformarían Sebastián Alarcón, un integrante del Club Andino Águila Azul a quien conocí a comienzo de año en una ascensión en solitario al Cerro el Plomo y Sebastián Alcaíno, amigo de Seba. Este último, había intentado cumbre del Co. Las Tórtolas semanas atrás sin éxito, por lo que sería clave en la organización de nuestro viaje.
DÍA 1,
Santiago – La Serena – Vicuña – Juntas del Toro – Escarchales
El reloj marcaba las 05:00 am cuando sonaba ya la cuarta alarma para avisarme que debía empezar a cargar el auto. No podía ser diferente, todo buen viaje debe partir quedándome dormido. Al parecer se ha transformado en algo así como una cábala que augura éxito, así que al menos podía decir que ya había comenzado con el pie derecho. Cuando llegué al punto de encuentro, finalmente pude conocer a la otra mitad de la cordada. Si bien habíamos estado hablando constantemente los 4 para preparar este viaje, y a Paris ya lo conocía indirectamente desde hace ya harto tiempo, no fue poco importante ese primer momento en que por fin estábamos todos reunidos, nos veíamos las caras y analizábamos nuestras primeras impresiones. El interés común por la montaña, sin mayores reglas más que la de disfrutar, edades similares (¡¡omitiremos a Paris en este punto en particular!!) y un único objetivo en común, harían que el grupos se afiatara tal como si se hubiese conocido de toda la vida. Esto sería esencial para lograr nuestra meta.
Siendo las 06:30 am y con la Toyota 4 Runner cargada a tope, dimos inicio a nuestra travesía. Fue un viaje tranquilo sin mayores novedades, en el cual nos fuimos turnando para distribuir el cansancio al volante. A las 11:30 ya estábamos en La Serena cargando combustible, almorzando algo y haciendo las últimas llamadas de rigor antes de internarnos en los valles y perder señal. El camino que nos acompañaría sería la Ruta 41 rumbo a Vicuña, por donde esta vez solo pasaríamos fugazmente para continuar por la misma ruta rumbo al paso internacional Aguas Negras. El camino que continúa hacia el paso tiene una peculiar belleza; es una ruta en nada parecido al Valle del Elqui, en donde la gran parte de la vista la adornan cerros de distintos tonos cafés, rojos o amarillos, acompañados de innumerables plantaciones de vid que sorprenden crecer en un suelo seco como solo en el norte he visto. Al poco andar y al costado de la ruta, aparece serpenteante un antiguo camino inca que no deja de llamar la atención por su elaborada construcción, su historia y sobre todo su notable abandono. Solo pensar quienes habrán caminado por esos lugares hace 700 años atrás rumbo a nuestro mismo destino pone los pelos de punta.
Creo que no fue hasta que llegamos a la tenencia de carabineros, que se dio realmente por iniciado nuestro viaje. Hasta el momento solo había sido manejar, sin embargo ahora dábamos nuestro primer paso rumbo a la cumbre; dejar constancia de nuestra ruta y entregar documentación. Fue aquí donde nos encontramos por primera vez con otros montañistas, un grupo de nada menos que 12 personas que tenían nuestro mismo objetivo, sin embargo, con los cuales no tuvimos el compañerismo que se hubiese esperado en tal situación, probablemente porque cuando tu carta de presentación es una señorita que lo primero que pregunta es donde pensamos dormir (aludiendo a que el refugio era solo para 12 personas) y acotando que ella “no cargaría un kilo de carpa”, le caes mal a cualquiera… lo cual generaría en todos nosotros un deseo de carrera y competencia rumbo al refugio inevitable. En fin, pasado este primer detalle y una vez que los otros montañistas estuvieron listos, tocó el turno de nosotros a pasar a registrarnos a la tenencia. Dio la casualidad, que justo quien se encontraba tras el escritorio, había sido paciente mío años atrás en el hospital de carabineros, lo cual generó un trato bastante más especial, dándonos varios consejos y deseándonos la mejor de las suertes.
Desde la tenencia tomamos la ruta hacia la mina, un camino de tierra en excelente estado y arreglado recientemente, ya que al parecer por esos años pensaban reabrir la mina. La ruta avanzaba hacia el Norte por 7 kilómetros hasta un desvío a mano derecha donde comenzaba una cuesta por la cual seguimos esta vez rumbo al Este. El camino desde este punto comenzó a ganar altura rápidamente y puso a prueba hasta el auto más potente. La 4 Runner, incluso con su motor de 4 litros, se quejaba de vez en cuando y los jeeps de nuestros colegas, que ya habíamos alcanzado, iban a duras penas subiendo. Toda esta ruta tiene una belleza especial y diferente a la que estaba acostumbrado a ver en mis otras travesías. Ya no era la nieve o la bella vegetación la protagonista, sino los intensos colores de las montañas que nos rodeaban, incluso más vivos que los que habíamos visto antes de llegar a la tenencia, y las altas cumbre que adornaban el paisaje. Hacia el Este ya veíamos nuestro desafío; el Tórtolas, una montaña triangular perfecta, copia idéntica al dibujo que haría un niño de 5 años si se le pidiese que dibujase una montaña. Imponente con sus 6.160 metros destacaba sin que ninguna otra cumbre a su alrededor le hiciera competencia, y frente – en dirección Oeste – y a varios kilómetros de distancia, se apreciaba el Cerro Doña Ana con sus 5.648 msnm.
Seguimos nuestro camino y tras 18,3 kilómetros desde el inicio de la cuesta dimos con otro aparente desvío. En este punto los jeep que iban delante nuestro siguieron de largo mientras nosotros nos detuvimos dubitativos, ya que si bien el camino se veía poco marcado y transitado, calzaba aproximadamente con la distancia que teníamos registrada. Por esta razón decidimos omitir la decisión de nuestros colegas – que se suponía conocían la ruta de acceso – y preferimos innovar por nuestra cuenta. Después de 5 kilómetro pillamos el famoso portón rojo ubicado en Escarchales a 3.917 msnm y que todos ocupan de referencia. En este punto existe la posibilidad de acampar acá o seguir rumbo a la “piedra de los lamentos”, ahorrándote tiempo y kilómetros en el primer día de caminata, sin embargo, a pesar de que el portón estaba abierto y era tentador seguir avanzando, optamos por apegarnos a nuestra planificación original y evitar posible contratiempos. El campamento que se ubica al lado del camino no es muy grande, pero a pesar de esto hay varios sitios donde instalar las carpas al lado de los autos, o bien un poco más arriba quedando algo más alejado de estos. Para quienes deseen un lugar muchísimo más cómodo, pero alejado del estacionamiento, a no más de 10 minutos caminando por el valle en dirección al Tórtolas, al lado Norte del riachuelo (izquierda subiendo), se encuentra un campamento con 5 pircas grandes en un terreno plano y acompañado de una parrilla y asientos de piedra.
Una vez seleccionado el mejor lugar donde instalar las carpas y puesto el jeep a metros de este, empezamos a bajar los equipos para ordenar todo. Mientras lo hacíamos una excelente idea se nos vino a Paris y a mí a la cabeza… ¡¿para qué íbamos a ocupar carpas si teníamos un jeep del largo de una cama!? No se decía más, esa noche no armaríamos carpa. A las 7pm comenzó el festín; buenos jugos, huevos, pastas y hasta un costillar que Paris llevó. Fue una buena comida para tener energías al día siguiente, pero probablemente nada comparado al asado que tenían nuestros vecinos algunos metros más allá.
Cuando nos acostamos aún era de día y no tenía absolutamente nada de sueño. Todos sabíamos que nos esperaban varias horas de dura caminata y queríamos ahorrar el máximo de energías, sin embargo, después de vuelta y vuelta en el saco, tuve que salir de este y agarrar mi cámara para hacer algo. Uno de los atardeceres más distintos que he visto fue el premio a la impaciencia, el cual adornó de un dorado intenso las faldas del Tórtolas, avivando aún sus preciosos colores, acompañado de unas nubes color rojo morado dignas de fotografiar. Con eso, y ya el sol puesto, me daba por satisfecho para concluir mi día y dormir en paz.
DISTANCIA: 648 kilómetros
DESNIVEL: 3.917 metros
ALTURA MÁXIMA: 3.917 msnm
TIEMPO INVERTIDO
- Santiago – La Serena ⇒ 05:30 horas
- La Serena – Vicuña ⇒ 01:00 hora
- Vicuña – Campamento 1 Escarchales ⇒ 02:00 horas (aproximado)
- TOTAL ⇒ 08:30 horas (sin considerar paradas)
DÍA 2,
Escarchales – Refugio Gabriela Mistral
Las alarmas sonaron puntuales a las 5am. Desperté renovado, después de una de las noches de campamento más cómodas que recuerdo. Afuera aún no amanecía y por primera y única vez en el viaje, sería testigo del espectáculo que ofrecía un mar de estrellas desparramadas por todo lo extenso de un cielo sin luna y sin ninguna nube que interrumpiese ese techo perfecto.
Con este espectáculo de testigo, nos vestimos y salimos a tomar un buen desayuno antes de ordenar todo nuestro equipo. Cuando nos dieron las 7am comenzamos la caminata por el valle en dirección Este hacia el Tórtolas, ya de día y caminando por una huella paralela a un riachuelo que se desviaba progresivamente hacia el norte hasta que comenzamos a remontarnos poco a poco en los cerros. La marcha la lideraba Sebastián Alcaíno – o Nacho para efectos de este relato y poder diferenciarlo de Seba Alarcón – quien semanas atrás había intentado una ascensión, llegando solo hasta el refugio, por lo que conocía la ruta y los tiempos de esta.
El camino se encuentra bien marcado, es fácil de seguir y no tiene grandes dificultades técnicas. Está adornado principalmente por vegetación baja de la familia de las yaretas y coirones, y si uno tiene algo de suerte, puede ver alguna que otra manada de guanacos rondando los alrededores. Nos fuimos a paso tranquilo pero constante, ya que inherentemente existía un sentido de competencia por llegar primeros al refugio y evitar que el otro grupo nos dejara afuera. Fue recién una media hora más allá del hito conocido como “La Mesa”, que recién divisamos al otro grupo a aproximadamente 1 ½ horas de nosotros, lo que nos tranquilizó enormemente ya que íbamos a un muy buen ritmo. Esa noche prometía que dormiríamos en el refugio. Seguimos caminando de cerca los cuatro, por una senda que avanzaba en dirección Nor-Este. Íbamos en dirección al portezuelo, ubicado algo antes que el famoso “muro de los lamentos”, un tramo de acarreo muy agotador ubicado justo antes de la llegada al refugio, y el desafío físico del día. Llevábamos aproximadamente 4 ½ horas de caminata cuando nos encontramos un nuevo valle antes de montarnos en una gran ladera norte que subía zigzagueante unos 500 metros de desnivel. Desde el comienzo Nacho lideraba la marcha indicándonos que una vez lograda esta subida estaríamos ya en el portezuelo, y que desde ahí aún nos esperaban 3-4 horas más de subida por el famoso muro, sin embargo, había algo que no calzaba; llevábamos 4 ½ horas + 1 ½ horas estimadas de subida del acarreo que teníamos frente + 3-4 horas subiendo el muro de los lamentos. Eso sumaba a lo menos 9 ½ horas de trayecto total, al menos 2 horas extras de lo que pronosticaban Andeshandbook y los relatos que habíamos leído. Puede ser que la altura y el cansancio hayan jugado a su favor, pero la verdad, es que nunca me cuestioné la información que nos entregó Nacho. Al fin de cuentas, había sido él quien había estado ahí hace solo un par de semanas. Considerando esto y teniendo por delante aún 5 horas de trayecto, incluido el “muro de los lamentos”, no cabía espacio para flaquear. Nada de descansos prolongados, quejas o lo que fuese. Debíamos avanzar, y rápido para estar lo antes posible en el refugio y reponer fuerzas para el siguiente día de cumbre. Muy probablemente el hecho de nunca habernos enterado que estábamos subiendo el famoso muro, hizo que la subida fuese un juego de niños al lado de lo que realmente nos estábamos esperando afrontar. Si bien a esa hora, ya empezó a correr un fuerte viento helado, que nos obligó a sacar plumas, mitones, antiparras y balaclavas, tener la sensación de que aún nos faltaba tanto, nos daba fuerzas para seguir a paso firme.
Cuando por fin terminamos el famoso acarreo, corría un fuerte viento helado y estábamos algo exhaustos, por lo que nos protegimos detrás de una ladera para descansar un poco. Mientras esperábamos reunirnos todos, a Nacho se le ocurrió sugerir acortar camino por donde el recordaba que habían subido la vez pasada (esa vez había nevado y la ruta original estaba tapada) a pesar de que la huella claramente continuaba en otra dirección… un poco desconfiado saqué mi GPS para saber exactamente cuántos metros de desnivel nos quedaban y ¡¡sorpresa!! Estábamos a más de 5.100 metros de altura. Sin entender mucho, Nacho saco también su GPS donde tenía guardados los waypoints y para nuestra enorme felicidad, descubrimos que estábamos ni más ni menos que a 200 metros lineales del refugio! Nada de muro de los lamentos, nada de 4 horas más de caminata, nada más de viento… estábamos literalmente al lado y ni nos habíamos dado cuenta. Con claras energías renovadas nos pusimos nuestras mochilas y retomamos a paso rápido la caminata. Esta vez lideraba yo la marcha, por lo que tuve el honor de ser el primero en ver el enorme refugio que nos esperaba. Este es probablemente el mejor refugio de montaña que hay en Chile, suficientemente grande para 12 personas, con buenas ventanas y puerta, sillas, mesa y sorprendentemente 4 colchones!! Como si fuera poco, había también palas, escobas y hasta una caja con libros de montaña, y si todo esto no fuese suficiente, estaba acompañado de una hermosa laguna congelada y el imponente Tórtolas detrás.
Dejamos nuestras cosas y luego sacamos los colchones que colgaban del techo para echarnos y tener un merecido descanso. Era un lujo que nunca habíamos esperado tener a más de 5.000 metros de altura. Una vez que el cansancio se había disipado algo, y solo quedaban las secuelas del día más el inevitable frío, fue el momento de levantarse y comenzar a hacer algo productivo. Ordenamos los colchones de tal forma que optimizásemos al máximo el espacio (por el resto de la gente que venía), sacamos nuestras cosas y fuimos a buscar nieve. Después cada uno saco sus cosas para comer y comenzó el festín con jamón serrano traído por Seba y costillar por Paris, unos gourmet de la montaña.
Cuando habían pasado algo más de 3 horas desde la llegada al refugio, comenzamos a tener las primeras noticias del otro grupo de montañistas. Los dos primeros que llegaron eran quienes lideraban la expedición, y si bien llegaron con harto frío y algo cansados, estaban bien, mientras que los otros 10 fueron llegando a goteo y algunos de ellos estaban especialmente congelados por el fuerte viento que en ese momento corría. Nosotros entretanto ordenábamos un poco las cosas para el día siguiente y hacíamos nuestra planificación; nos levantaríamos a las 04:30 am para ir saliendo a atacar cumbre aproximadamente a las 06:00, llegar a las 13:00 arriba y estar a las 17:00 de vuelta en el refugio. Considerando el viento que había fuera, decidimos que evaluaríamos previamente las condiciones; si el viento persistía con ráfagas demasiado fuertes, podríamos retrasar o diferir la cumbre al día siguiente, sin embargo, de lo contrario saldríamos independiente de las condiciones climáticas. Dicho esto y sin mucho más que hacer por el frío y viento que corría fuera, optamos por meternos a nuestros sacos e intentar dormir algo a pesar del bullicio inevitable de 12 personas dentro de un gran refugio. Entre sueños mientras malogradamente intentaba dormir en paz, de pronto escuché algo que no dejó de captar mi atención. Llegaban cuatro “montañistas” más, que no traían carpas y ni siquiera colchonetas, además de haber llegado en pésimas condiciones, lo que generó que otros cuatro del grupo grande, tuviesen que cederles sus lugares e irse a dormir afuera.
DISTANCIA: 6.8 kilómetros
DESNIVEL: 1.259 metros
ALTURA MÁXIMA: 5.176 msnm
TIEMPO INVERTIDO
- Campamento 1 – Refugio G.M. ⇒ 06:20 horas
- TOTAL ⇒ 06:20 horas
DÍA 3,
Refugio Gabriela Mistral – Cumbre Co. Las Tórtolas – Refugio Gabriela Mistral
Había llegado el día de poner a prueba de que estábamos hechos. Tal como habíamos planificado, eran las 04:30 y ya nos levantábamos para tomar un reponedor desayuno. Dentro de todo, los 4 habíamos pasado una buena noche y ninguno sufría de mal de altura. Afuera reinaba la tranquilidad de una noche sin viento y un cielo sin estrellas, y si bien, probablemente no serían las condiciones ideales por el frío que haría, sería la única chance real de atacar cumbre, ya que si fracasábamos este día, deberíamos intentar atacar cumbre el día domingo a las 3 am, para luego bajar inmediatamente a Escarchales y viajar desde La Serena a Santiago durante la noche del domingo al lunes, ósea de locos. Cuando los desayunos estuvieron terminados, las mochilas cargadas y nosotros suficientemente abrigados para afrontar los -12°C que habían afuera, agarramos nuestros bastones y salimos a la oscuridad de la noche. La huella estaba muy bien marcada, y avanzaba por detrás del refugio en dirección Este, casi apuntando a la cumbre del Tórtolas.
La ruta comenzó sencilla y con poco desnivel hasta los 5.400 msnm. Al poco andar, ya con luz de día, aunque con el mismo frío y con un cielo nublado que no alcanzaba a cubrir nuestra cumbre, nos encontramos con el famoso “acarreo de la muerte”. Ante nosotros se nos presentaba un extenso acarreo de nada menos que 500 metros de desnivel hasta el portezuelo, a través de una huella que subía en línea recta por una pendiente que prometía ser nada agradable y sin meditarlo mucho comenzamos la ardua tarea de subir. Inicialmente fue pesado pero nada terrible, mas a medida que íbamos ganando altura se ponía cada vez peor. La temperatura que inicialmente estaba a -12°C había descendido a -16°C, y las nubes que durante las primeras horas del día se mostraban altas, ya comenzaban a bajar y tapar la cumbre. En este punto, cada paso que dábamos requería un ciclo de respiración completo, porque de lo contrario la sensación de asfixia era inevitable, algo que solo había escuchado pero nunca sentido. Si tan solo intentabas apurar la marcha, la sensación de falta de aire, mareo y desesperación eran inmediatas. El costo de querer llegar a los 6 mil metros desde los 0 en menos de 48 horas.
Llevábamos ya una hora de subida del acarreo y parecía como que no hubiésemos avanzado nada. El frío comenzaba a hacerse insoportable, congelándonos constantemente y haciéndonos parar para agitar las manos y mover un poco los dedos de los pies. Abajo, el grupo de 12 personas que hace poco habíamos visto encaminarse al acarreo, había desistido y caminaban de regreso al refugio, mientras que arriba, las nubes que antes eran amenazantes, ya nos cubrían por completo. Al poco andar comenzó a soplar un fuerte viento blanco que no nos dejaba ver más allá de 20 metros y de tanto en tanto, las ráfagas nos hacía perder el equilibrio. Debo aceptar que de haber subido en solitario, probablemente hubiese sido este el punto de quiebre donde hubiese decidido volver, ya que apenas teníamos visibilidad. La huella de regreso, la cumbre o el portezuelo que antes eran fácilmente divisables, ya no existían, lo que no podía dejar de cuestionarme si era sensato seguir adelante ¿mejorarían acaso las condiciones? De no ser así, arriba estaría francamente peor y las temperaturas seguían bajando, estando ya en -18°C, y con una sensación térmica aún más baja.
Cuando por fin llegamos al portezuelo a casi 6.000 msnm, el viento, el frío y el cansancio eran terribles. A pesar de que habían mejorado considerablemente las condiciones de visibilidad, seguía cayendo escarcha, algo de nieve y la cumbre aún no era visible por las nubes que la cubrían. Aquí fue dónde cometimos el error que pudiese habernos costado la cumbre, sencillamente paramos. El cansancio era tal, y corría tanto viento, que cuando llegamos al portezuelo no dudamos con Nacho en resguardarnos sentados detrás de una pequeña roca. Seba, que venía más atrás, intento hacer lo mismo pero la roca era tan pequeña, que lo único que logró fue colocarse contra el viento y congelarse aún más de lo que venía. Paris se instaló un poco más allá y luego Seba lo fue a acompañar. Fuimos en busca de Paris y Seba que estaban a algunos metros de nosotros para que continuásemos, pero Paris me indicaba que Seba estaba exhausto y congelado. Estaba recostado en el suelo y tiritaba endemoniadamente. Para poner las cosas peor, cuando llegué al lado de ellos repentinamente comencé a sentir un dolor intenso en el pie izquierdo, tal como si me clavasen 1.000 agujas. No puedo negarlo, me asusté muchísimo. Era tanto el dolor y la dificultad para mover los dedos, que simplemente pensé que se me estaban congelando, lo que me asustó al punto de plantearme que quizá debería bajar, y más aún viendo cómo estaba Seba. Le pregunté a mi amigo si quería bajar, pero me respondió con un rotundo no. Yo no lo tenía tan claro, pero para mi suerte, Paris en ese momento no me dejó flaquear y me obligó a caminar para recuperar la circulación, cada paso que daba se transformaba en un dolor horrible.
Solo nos faltaba poco más de 160 metros de desnivel y las nubes ya se disipaban, aunque el viento persistía fuerte, con ráfagas de hasta 60 km/hora que eran capaz de botarte. El frío cada vez se intensificaba más, llegando a alcanzar en este punto los -20°C de temperatura real, y una sensación térmica de fácil -30°C considerando las ráfagas de viento. El frío calaba los huesos y era de tal magnitud, que cuando me sacaba las antiparras al empañarse, se me congelaban las lágrimas en las pestañas y se me quedaban pegados los ojos, las balaclavas se habían blanqueado y Seba que iba sin una de estas, llevaba sendas estalactitas de moco congelado colgando de la nariz.
Seguimos la marcha, remontándonos esta vez en dirección Sur y apuntando hacia la cumbre, a través de un zigzagueo un poco más rocoso. Esta vez lideraba la marcha Paris y yo le seguía inmediatamente atrás, no nos faltaba nada para nuestro objetivo. La última subida tenía rocas grandes y algunas tuvimos que treparlas, hasta que de pronto París grita emocionado que la cumbre ya estaba ahí, ¡habíamos llegado! A los pocos metros vi una placa y confirmé con mis propios ojos nuestro éxito. Mientras esperábamos a nuestros dos compañeros, fuimos en busca del famoso libro de cumbre de todos los 6.000, el cual se encontraba en un maletín metálico del Banco Chile bajo unas piedras. En eso llegaron Sebastián y Nacho junto a nosotros, nos abrazamos y felicitamos todos. Habíamos logrado nuestro primer 6 mil juntos y en condiciones dignas de recordar. No podríamos haber estado más dichosos, a pesar de que con el frío que hacía lo que más urgía era bajar pronto. Arriba la cumbre era adornada por el maletín, una placa conmemorativa y un conjunto de madera de aparente origen Inca. A los alrededores estábamos rodeados de cerros de todos los colores con una fina capa de nieve que cubrían sus laderas. Atrás en dirección Argentina, se veía una laguna congelada y en dirección Sur, el famoso Nevado de Olivares con sus 6.216 msnm, una vista digna de recordar. Pasada la emoción inicial, lo siguiente fue escribir en el libro de cumbre y tomar la foto respectiva, antes de que el frío nos obligase a bajar.
Y comenzó el regreso. La falta de hidratación debido al congelamiento de gran parte del agua y la falta de energías debido a que comer significaba sacarse los guantes, hicieron de mí un estropajo al momento del descenso. Sentía que la bajada del acarreo era tan larga como había sido la subida y todo mi cuerpo se quejaba constantemente, hasta que finalmente terminó. Abajo de este nos volvimos a reunir y seguimos el corto trayecto que nos llevaría rumbo al refugio, donde nos quedaríamos dependiendo de cuanta gente se hubiese quedado. Finalmente cuando llegamos y abrimos la puerta, encontramos el refugio completamente para nosotros solos.
DISTANCIA: 6.7 kilómetros
DESNIVEL: 984 metros
ALTURA MÁXIMA: 6.160 msnm
TIEMPO INVERTIDO
- Refugio G.M. – Cumbre ⇒ 05:45 horas
- Cumbre – Refugio G.M. ⇒ 02:40 horas
- TOTAL ⇒ 08:45 horas
DÍA 4,
Refugio Gabriela Mistral – Escarchales – Juntas del Toro – Vicuña – La Serena – Santiago
El esfuerzo físico del día previo sin dudas pasó la cuenta. Costó un mundo despertarnos, y salir del saco con los -10,5°C que habían dentro del refugio era otra dificultosa tarea. Una vez levantados tomamos desayuno, armamos nuestras mochilas y ordenamos el refugio .
Cuando salimos corría algo de viento, pero nada comparado a los días previos. Comenzamos la caminata y rápidamente llegamos al muro de los lamentos, el cual bajando no nos presentó absolutamente ningún inconveniente. Seguimos la bajada de forma muy rápida, parando de vez en cuando a comentar algún detalle del paisaje, de nuestra ruta o cualquier tontera para hacer más amena la bajada y disminuir las ansias por llegar rápidamente al auto. Cuando faltaban aproximadamente unos 30 minutos de caminata hasta el auto, hicimos otra parada más, desde donde se apreciaba magnificente el Cerro Tórtolas. Nacho venía último por lo que esperamos que llegase. Cuando lo hizo, Seba cayó en la cuenta de un detalle no menor: las varillas de su carpa North Face había desaparecido de la mochila de Nacho, quien inicialmente pensó que lo estaban agarrando pal “chuleteo”, hasta que comprobó con sus propios ojos que ¡efectivamente no estaban!
Dilema ¿qué hacer considerando que no teníamos la más remota idea de dónde podían haberse caído las varillas? Desde donde estábamos hasta el refugio habían fácilmente 3 horas y no podíamos darnos el lujo de invertir esa cantidad de tiempo considerando la vuelta a Santiago. Por otro lado conseguir esas varillas sería prácticamente imposible y estábamos hablando de una carpa para nada barata. Finalmente Nacho decidió que iría en busca de ellas, sin embargo el problema fue que todo pasó tan rápido que nunca nos coordinamos respecto a cuánto tiempo invertir como máximo o hasta donde llegar.
Mientras Nacho iba en busca de las varillas perdidas, nosotros agarramos la mochila entre dos y la porteamos hasta el auto. Qué alegría llegar, sacarse ese peso de la espalda y echarse a descansar un rato antes de partir el largo trayecto de vuelta que nos esperaba. Al poco rato de llegados, Nacho apareció triunfal con las varillas en su mano. Había subido ni más ni menos que hasta el portezuelo por ellas.
Ya de vuelta en el jeep nos fuimos con calma disfrutando el escenario que de ida no habíamos podido apreciar por las ansias de llegar rápido. Es increíble cómo nuestra mente estaba tan centrada en el objetivo de llegar, que nos habíamos pasado por alto hermosos paisajes dignos de fotografiar. Una vez pasado el control fronterizo seguimos nuestro rumbo hacia Vicuña, donde hicimos una merecida parada a almorzar y comer los famosos helados de este lugar, para luego retomar nuestro camino rumbo al hogar. Dábamos por terminado nuestro viaje y nuestra exitosa primera ascensión a un 6 mil.
DISTANCIA: 6.8 kilómetros
DESNIVEL: -1.259 metros
TIEMPO INVERTIDO
- Refugio G.M. – Escarchales ⇒ 02:45 horas
- TOTAL ⇒ 03:45 horas
FOTOGRAFÍAS
Para quien desee ver el resto de las fotografías del viaje, les dejo el link directo al álbum donde se encuentran. No es necesario tener Facebook para poder acceder.
AGRADECIMIENTOS
A Jaime Roca, perteneciente al Club Andino Águila Azul, por su importantísima y clara ayuda respecto a la descripción y acceso de la ruta.
A Bruno Serón, suboficial de la tenencia Juntas del Toro, por su gentileza y preocupación al momento de recibirnos.
A Camila Del Río, por su tiempo, paciencia y porque sin saberlo se convirtió en mi editora oficial.
REFERENCIAS